Algunas reflexiones sobre el Censo Nacional Agropecuario

En noviembre del año pasado el INDEC dio a conocer los resultados preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018. Un poco rezagados con la publicación de los resultados definitivos –que, gracias al uso de “nuevas tecnologías” el gobierno anterior prometía ya estarían disponibles- las entonces autoridades del INDEC pedían prudencia al comparar los resultados con el último censo realizado tiempo atrás… en el convulsionado 2002. Sin lugar a dudas el rigor estadístico es lo que caracteriza al Estado Argentino.

No obstante, y a vistas de las discusiones que nos imponen los actuales tiempos políticos, nos interesa señalar un aspecto interesante que revela este nuevo censo. El primer dato que cualquiera miraría sería la relación entre el número de explotaciones y la extensión territorial de las mismas, como para evaluar rápidamente el grado de concentración de la producción agropecuaria, al menos, en lo que se refiere a la producción directa.  No entraremos por ahora en otras variables, como ser contratación de maquinaria, tipo jurídico de asociación, etc. Vamos a lo sencillo pues:

Los datos publicados en el INDEC, nos aclaran, no son definitivos, por lo cual no podemos comparar en términos absolutos las cifras 2018 con las cifras 2002, sin embargo, si podemos verificar cual es la tendencia relativa en ambos casos. En el primer cuadro observamos el número de Explotaciones Agropecuarias[1] en función de la superficie explotada.  El lector probablemente se pregunte qué es una explotación agropecuaria (EAP). Una EAPse trata de la explotación dirigida por un mismo productor (que puede ser una persona física o jurídica, de explotación privada o por arrendamiento, etc.). Así un productor que tiene varias parcelas diferentes (es decir, campos o lotes no colindantes) forma un solo EAP y su superficie de explotación es la suma de todos los terrenos.[2]  De manera que una EAP es sinónimo de unidad productiva, sean o no sus parcelas colindantes.

Le recordamos al lector que, como los datos todavía no son definitivos, la diferencia entre los valores absolutos del 2018 y los del 2002 no puede ser comparada sin contener un determinado error. De todas maneras,salta a la vista que la estructura productiva en el 2002, al igual que en el 2018, se mantiene intacta en sus rasgos esenciales: una gran cantidad de unidades productivas pequeñas y de hasta 500 hectáreas, contra una ínfima cantidad de explotaciones medianas y, sobre todo grandes. Se observa que particularmente a partir de las 5.000 hectáreas cae abruptamente el número de explotaciones.

Pero antes de seguir con nuestro análisis veamos otro dato importante, la extensión de tierra que cada segmento explota:

Nuevamente podemos observar que la estructura general heredada en el 2002 se mantiene intacta. Recordamos que la caída en la superficie total explotada puede deberse a que la base de datos del INDEC todavía está incompleta. De estos dos cuados se puede extraer la siguiente información:[3]

  • En el 2002 las explotaciones menores a 500 ha constituyen el 83,03% del total, sin embargo, la superficie administrada se limita tan solo al 13,28%.
  • Para los datos 2002, las explotaciones con más de 10.000 ha concentran el 35,93% de la superficie y representan tan solo el 0,93% de las EAP (2787 explotaciones en total). El nivel de concentración crece todavía más si consideramos las EAP de más de 20.000 ha, donde tan solo el 0,31% (¡936 unidades productivas!) concentran el 20,32% de la superficie explotada.
  • De aquí se concluye necesariamente que la pequeña producción agraria prácticamente no tiene peso desde el punto de vista de la producción nacional agropecuaria, ni en el 2002 ni mucho menos en el 2018. Desde ya, no estamos analizando cada uno de los cultivos, pero en términos generales esta conclusión es inapelable. Las explotaciones que van de 5.000 ha en adelante y que representan el 2,07% del total de productores, concentran el 49,95% de la explotación de la tierra (de la cual tan solo el 0,3% concentra más del 20% de la misma). Esta estructura no ha sido modificada en absoluto. Mejor dicho, se ha agudizado.
  • En el 2018 las unidades productivas de menos de 500 hahan disminuido un 26,05%, lo que corresponde a una caída de 64.334 unidades y del 22,92% en la superficie explotada para ese segmento. Con la quiebra de estas explotaciones, las EAP de menos de 500 ha pierden su participación en la economía total, ahora representan el 79,96% del total y apenas explotan el 11,37% de la tierra.
  • De esta manera no solo que la pequeña producción agropecuaria ya en el 2002 no cumplía ningún papel crucial, sino que además se trata de un sector en franca decadencia. Esto va muy a contrapelo de lo que el progresismo y la izquierda nos venden cuando se refieren a la “reactivación de la industria”, el desarrollo de las PyME’s y la economía popular como una respuesta seria a los padecimientos de nuestro pueblo. Este tipo de unidad productiva se encuentra históricamente muerta.
  • Si se calcula la evolución de la superficie media de cada segmento productivo, se observa que el único segmento que ha visto incrementar notablemente el promedio de las parcelas (es decir, cantidad de EAP / superficie explotada) es el de las EAP con superficies superiores a las 20.000 ha, que aumentaron su superficie promedio (aún con las estadísticas incompletas) de 37.943 ha/EAP a 39.704 ha/EAP. Es decir, 1.761 ha de aumento promedio. El resto de los segmentos, o mantuvieron su promedio de superficie o bien lo han visto disminuir.Esto evidencia que aquellos pequeños, medianos y hasta grandes productores, no se encuentran en ascenso, sino más bien en decadencia o estancamiento.
  • Se observa además una menor participación porcentual en los segmentos de entre 10.000 y 20.000 ha, lo que implica una tendencia a la caída en la participación (menos abrupta, por cierto) en los capitales de tamaño intermedio. Esto significa que los más grandes monopolios agropecuarios (863 según el censo 2018) no solamente han aumentado su peso en la producción agropecuaria a costa de los pequeños y medianos productores, sino también dentro de la competencia entre grandes terratenientes, lo que evidencia una vez más cómo opera el doble proceso de concentración capitalista en la época del capital monopólico. Por un lado, mediante la quiebra y absorción de capitales absolutamente marginados (los pequeños productores), y por el otro como también opera el proceso de concentración absorbiendo o expulsando del mercado a capitales considerables. La precisión fina de este aspecto será precisada cuando se publiquen los datos definitivos.

La tendencia a la concentración de capitales no se expresa tan solo en la industria urbana, sino también en la “rural”, o como vulgarmente se le llama “el campo”. Más adelante analizaremos otros datos de interés, por lo pronto tan solo con el análisis de superficie y cantidad de explotaciones agropecuarias, se ve a las claras que el control de la producción y el peso económico del sector pasa por un puñado de empresas, y que particularmente, poco más de 800 empresas concentran más del 20% del territorio explotado. No estamos mencionando aquí varios elementos, desde ya, como ser el crecimiento de las empresas de servicios agrícolas, o el entrecruzamiento entre estas grandes empresas y el sector financiero, comercial e industrial (no solo de maquinaria agrícola sino también semillas, fertilizantes provenientes de la industria química y agrotóxicos). Tampoco decimos nada acerca de la relación existente entre el sector agropecuario y las cadena de valor posteriores ligadas a la producción alimenticia en general, o de sus derivados. En otras palabras, este proceso de concentración se da tan solo en una de las puntas del ovillo de la producción en nuestro país, un ovillo que se encuentra directamente encadenado con la gran producción industrial alimenticia.

Dicho en otras palabras, y con esta simple estadística: expropiando tan solo a 5.678 productores de campos mayores a 5.000 hectáreas nuestro pueblo podría pasar a controlar el 51% del territorio nacional que se encuentra delimitado y actualmente explotado.

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[1]Siempre nos referimos a la estadística referida a propiedades de límites definidos.

[2]Es posible que parte de la disminución estadística en cuanto al número de EAP con respecto al2002 se deba a la nacionalización de la figura del EAP. En el 2002 el productor era considerado solamente dentro de una misma provincia, en el 2018 la metodología contempla como un solo productor aquella figura que contiene campos en distintas provincias. De todas maneras esta pequeña diferencia metodológica no afecta la tendencia que señala el artículo.

[3]Todos los datos y tablas son de elaboración propia, utilizando las fuentes del Censo Nacional Agropecuario publicado por el INDEC.

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