A escasos dos meses de haber asumido, en medio de una crisis política que se expresa en el sordo y evidente enfrentamiento del gobernador de Buenos Aires con el presidente, del ministro de seguridad de la misma provincia con la ministra de seguridad nacional, y del ministro de economía de la nación con el gobierno de Buenos Aires, sólo por poner unos ejemplos, el ministro de Transporte de la Nación, Mario Meoni se enfrenta a trabajadores disidentes de la UTA (Unión Tranviarios Automotor) quienes decretaron un paro en la empresa DOTA, que dejó sin servicio a 50 líneas de colectivos que recorren Pcia. de Buenos Aires y C.A.B.A., diciendo que la medida es ilegal.
Es el primer conflicto con trabajadores movilizados que afronta el gobierno que se autodenomina popular ¡y ya ha declarado que la medida es ilegal! mostrando la verdadera esencia pro monopolista y su disposición a no reconocer las demandas de aumentos de sueldos con el solo fin de garantizar las ganancias empresariales y la disciplina social.
La medida se decidió debido a que la contraparte de las demandas de choferes, la UTA “empresarial”, acordó un aumento de 18,3% con las empresas, pero este sector de trabajadores rechazó rotundamente dicho acuerdo con un paro de 24 hs.
Para el ministro, lo dispuesto por el Art. 14 bis de la Constitución Nacional, es ilegal pues el mismo dice: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial” (los resaltados son nuestros).
Pero resulta que si por cumplir con dicha ley suprema es necesario bajar las ganancias de los monopolios, el gobierno no duda y opta por no respetar la Constitución acusando de ilegales a los trabajadores. Todo al revés, como cualquiera de los gobiernos que lo precedieron. Los intereses burgueses son más importantes que el respeto a las leyes que ellos mimos promueven y no cumplen. Sin embargo, cuando se trata de leyes restrictivas sí las hacen cumplir celosamente con ayuda de su justicia injusta para el pueblo y de las fuerzas de seguridad que cuidan sus ganancias. ¡Bonita democracia la de los gobiernos pro monopolistas que sostienen este sistema!
Queda claro que “aunque la mona se vista de seda, mona queda”.
Pero, este primer conflicto con trabajadores, prevemos que es apenas la punta de un iceberg que irá asomando más o menos rápido de acuerdo a la intensidad de las demandas del resto de trabajadores que hace tiempo vemos postergadas nuestras aspiraciones y necesidades cuando del lado de las empresas (sobre todo las monopolistas, bancos y sectores financieros incluidos sus funcionarios políticos y sindicales al servicio de los mismos), no sólo no hay restricciones sino estudiada complicidad con el aumento permanente de sus ganancias a través del proceso inflacionario que descaradamente impulsan y del peso de la deuda que nos enrostran como justificativo del saqueo a nuestros bolsillos.
La inflación no es una peste que viene del cielo sino el aumento generalizado de precios, dado lo cual, el gobierno y el Estado tienen los mecanismos para frenarla abruptamente. Y lo de la deuda es una mentira atroz ya que fue el mecanismo de superenriquecimiento de sectores financieros transnacionales que operan en el mundo y en nuestro país a quienes el Estado ha entregado miles de millones de dólares que no vimos ni siquiera pasar por delante de nuestras narices. También el Estado, si quisiera, tiene los recursos para detener la sangría. Pero el Estado, administrado por los gobiernos de turno, no está para servir al pueblo sino a los monopolios y los reyes de las finanzas. Ni la inflación ni la deuda cesarán de ejercer peso sobre nuestras espaldas si no los hacemos retroceder con luchas y movilizaciones nacionales sostenidas que robustezcan la organización de trabajadores y pueblo en forma creciente de lo más pequeño y local hacia lo más masivo y nacional.
Enfrentar estas políticas promonopolistas y las mentiras que las avalan con nuestras fuerzas y organización de trabajadores, siguiendo el ejemplo de los trabajadores colectiveros y los múltiples ejemplos de los distintos sectores populares que vienen luchando desde hace años, nos permitirá avanzar en la conquista de nuestros derechos políticos, económicos y sociales. Es la única garantía de frenarlos y hacerlos retroceder. Es, además, un deber irrenunciable de los revolucionarios en el que estamos trabajando junto a otras iniciativas del proletariado y el pueblo.