En las instalaciones del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto Para Operaciones de Paz, (campo de mayo), el pasado 21 de febrero el Presidente Alberto Fernández, acompañado por el Ministro de Defensa Agustín Rossi, encabezó la ceremonia de despedida de un contingente de Cascos Azules, que parte hacia Chipre, para cumplir funciones de paz en la fuerza de las Naciones Unidas. De paso, despidió oficialmente a la cúpula saliente de las Fuerzas Armadas (Estado Mayor Conjunto y las tres armas), que serán reemplazados, en unos días, por nuevos jefes. Su discurso, aparentemente acorde a la ceremonia y de tono conciliador y reflexivo, deja un amplio margen para el análisis. Llama, sin tapujos, a que “Toda la Argentina debe dar vuelta una página” en el distanciamiento entre la sociedad civil y las Fuerzas Armadas, sosteniendo que hubieron “inconductas” de algunos militares durante la última dictadura militar. Esta “inconducta”, según el Presidente Fernández, es la que “nos distanció mucho tiempo” con las Fuerzas Armadas. Parece que el Presidente propone un “borrón y cuenta nueva”, como si de manera mágica las heridas que dejan su marca en la historia del pueblo pudieran “curarse” con palabras de conciliación. Es como si “olvidara” que hasta no hace mucho tiempo tuvimos que salir a las calles para enfrentar la impunidad del intento de aplicar el “dos por uno” a los delitos de lesa humanidad cometidos por los genocidas del Proceso. Lo que está haciendo el Presidente es aseverar el rol de las Fuerzas Armadas como aparato represivo del Estado controlado por la clase dominante, siempre dispuesto a reprimir al pueblo si la lucha de clases se tensa y no alcanzan, para sofrenarla, los mecanismos “legales” y “democráticos”. ¿Qué propone este parásito empleado de las grandes corporaciones? ¿Qué olvidemos, perdonemos y nos reconciliemos en abrazo fraterno con una institución asesina del pueblo? ¿Qué legitimemos, en un acto de entereza espiritual, al Estado gendarme que, si es necesario, sale a reprimir y a matar cuando la protesta social pone en jaque los intereses de la burguesía?
No señor Presidente, el pueblo sigue luchando por sostener la memoria, buscar la verdad e impartir la necesaria justicia. No hay olvido, porque, sino, la historia se repite. No hay perdón, porque lo que hizo la dictadura genocida es imperdonable. Jamás nos vamos a reconciliar con los asesinos del pueblo. Así que entiéndalo, acá nadie tiene nada que celebrar, como usted dijo graciosamente en su discurso, y nadie está dispuesto a dar vuelta la página de un capítulo siniestro de nuestra historia, porque se trata de nuestras muertas y nuestros muertos, se trata de las y los 30.000 desaparecidas y desaparecidos.
SUS DISCULPAS NO SIRVEN
NO HUBO INCONDUCTA DE ALGUNOS
NO DAMOS VUELTA LA PÁGINA
NI PERDÓN, NI OLVIDO
COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DESAPARECIDOS PRESENTES!
AHORA Y SIEMPRE!