«Honrar» la deuda es saquear al pueblo

 

El  gobierno intenta mostrar una imagen distendida y hasta cierto punto con aire triunfalista, por las palmadas dadas al ministro de economía Guzmán en el G20, por el FMI y por el secretario del tesoro de EE.UU. en relación a que el pago de la deuda ya está encausado porque, gracias a estos apoyos, la misma será “honrada”. No se trata aquí de más quitas o menos quitas o de que algunas facciones de la oligarquía financiera mundial, tensan la cuerda para obtener más ventajas en los pagos o de que el FMI reconozca de palabra qué porcentaje de intereses serán devengados en las negociaciones. O de que se pagará en tal fecha y en determinados plazos, o que los bancos y fondos de inversión que están detrás de todos estos negocios globales tengan intereses cruzados en cuanto a las formas de cobro de las mismas. Tampoco de lo simpáticos que son unos o lo duros que son otros, ni de las supuestas habilidades negociadoras de los chupamedias del capital monopolista que son los funcionarios de los gobiernos de turno. Todas estas noticias que los medios publican con más o menos análisis intentan aparentar sesudez, pero, no dejan de ser confusas y retorcidas y solo tratan de minimizar y hasta disimular que las políticas en torno a los mecanismos de apropiación de más ganancias, como es la deuda externa, tiene un carácter de clase bien definido.

De lo que se trata es que la deuda es totalmente ajena a la amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo.  “Honrarla” significa ni más ni menos que congelamiento de salarios, jubilaciones, seguidos de políticas de subsidios a los grandes monopolios, inflación y ajustes y, por si nos quedamos cortos, también planteos de austeridad en la reducción de presupuestos para educación, salud, etc… tal como fueron las medidas iniciales de este gobierno. Como en las alturas del gran capital está legitimado que el pueblo es un pagador serial de deudas contraídas por esta casta de parásitos que viven a expensas del trabajo y el sufrimiento de millones, el gran capital monopolista y los medios a su servicio dan por hecho y lo apuntalan día tras día desde lo ideológico que hay una aceptación de nuestro pueblo frente a semejantes afrenta y saqueo.

Nada tan pueril,cínico y mentiroso -tan propio del capital monopolista y sus representantes- que afirmar que el “esfuerzo lo tenemos que hacer entre todos” a sabiendas que es una deuda ajena y contraída por la clase dominante al cual este gobierno representa sin disimulo. Nada ratifica más el carácter de clase del estado y el gobierno de A. Fernández a su servicio que “honrar” tal condición de clase, haciendo bien los deberes con sus patrones, -la oligarquía financiera- tal es el único plan que sostiene un gobierno que se llena la boca hablando de los pobres y el pueblo, pero los somete a más penurias.

Mientras tanto, la inflación y la remarcación de precios no pueden disimular el descenso de los salarios -ni aun con porcentajes inflacionarios disfrazados- y mucho menos con los llamados “aumentos solidarios”. La “honradez” del gobierno se desnuda día tras día al compás del deterioro de la vida de millones y el descontento crece. El rechazo se hace sentir incluso silenciosamente, en las propias encuestas que sus aparatos políticos se encargan de realizar en las barriadas populares. Las mismas no pueden esconder que “el estamos peor” sea el casillero más llenado por trabajadoras y trabajadores, por madres y ancianos que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, por más que los medios muestren otra cosa.  “Debemos revisar las tarifas”, dijo A. Fernández: “hoy no está en carpeta aumentarlas”, frase sintomática desmintiendo a Cafiero, que tiene mucha relación con todo este cuadro de situación, sin embargo, aumentar los subsidios millonarios del Estado a los monopolios -cosa que también está en carpeta- tampoco disimula el saqueo.

También en los marcos de resistencia de nuestro pueblo se da la lucha de clases. Sin embargo, ello no quiere decir que la resistencia implique pasividad frente a las condiciones que son rechazadas y repudiadas por las masas. Por el contrario, lo que aúna y transforma y hace avanzar la lucha de clases a nuevos niveles de enfrentamiento es precisamente el rol activo de las ideas revolucionarias en el seno de nuestro pueblo, en las bases obreras y en las barriadas. Resistencia no implica pasividad, ni esperar soluciones que no vendrán desde arriba, por el contrario, implica avanzar activamente

promoviendo la organización y unidad política por abajo frente a este descomunal plan de saqueo buscando avanzar en la movilización para enfrentar todos estos planes de los monopolios desde las reivindicaciones salariales y laborales más sentidas hasta reclamos de los más diversos aspectos de la vida social, unificando todos estos eslabones de necesidades comunes en luchas cada día más extendidas, avanzaremos en la construcción política de un proyecto revolucionario con vistas al poder en manos la clase obrera y el pueblo. No al pago de la deuda, basta de saqueos, unidad, organización y lucha de las bases para frenar a los monopolios y su gobierno. Basta de ellos. hagamos la nuestra.

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