Hace apenas unos días el lamentable sindicalista Hugo Yasky se pronunció a favor de las discusiones paritarias, con la salvedad “que primero era necesaria la emergencia económica por 6 meses”: eso y decir que se opone a las paritarias no es lo mismo, es peor, porque carece de la valentía de pronunciarse abiertamente a favor del ajuste que está aplicando el actual gobierno sumándose al coro de la pesada herencia. Una muletilla utilizada por la burguesía monopólica sistemáticamente como pretexto para seguir avanzando con medidas que favorezcan la tasa de ganancia de los monopolios a costa de mayor súper explotación a los trabajadores.
Pero no es nuestra intención en esta nota hablar de este personaje puntualmente, sino que nos sirve como un claro ejemplo y síntesis del papel que juegan los sindicatos en casi su totalidad estratégicamente, y que en tal coyuntura se manifiesta tan claramente y que a su vez reafirma el carácter dictatorial no sólo ya de la democracia de los monopolios, sino que revela también el diciplinamiento absoluto de toda la corporación sindical. Que, por supuesto, por el solo hecho de ser corporativa denuncia su carácter de clase burgués, aunque se denominen organización de los trabajadores.
Seguramente más de un lector dirá que no estamos diciendo algo que no se sepa, lo cual no significa ni de cerc que los sindicatos al ser serviles al marco jurídico y legal de esta democracia, no hagan de tal legalidad, su fundamentación sagrada recurriendo al terrorismo ideológico: desde la famosa muletilla “de dentro de la ley todo fuera de la ley nada”, donde esto va a tener su génesis y origen en la mentada cruzada de Perón de la “asociación del capital y el trabajo”, cuando la realidad de los hechos históricos, presentes y futuros nos enseñan y demuestran que el capital y el trabajo son una contradicción antagónica e irresoluble en los marcos del sistema capitalist. Donde la única resolución de tal contradicción es la destrucción del Estado burgués y la instauración de un estado proletario. Es por eso que los revolucionarios afirmamos que, mientras existan explotadores y explotados, la historia de la humanidad es la lucha de clases y el sindicalismo actual justificando la conciliación de clases, recurre a todo tipo de maniobras y fundamentaciones posibilistas con múltiples frases desde el “por lo menos tenes trabajo”, “la mano está dura no se puede hacer nada” o “mira el país que nos dejaron”. Se escudan en pactos sociales que acuerdan de ante mano con los gobiernos y en el mientras tanto hacen de anti cuerpo intentando frenar la justa lucha de los trabajadores.
Todo trabajador inquieto y que aspira a ver cómo se rebela con sus compañeros ante tantas injusticias, irremediablemente debe partir de estos principios y tomar conciencia que las conquistas que alguna vez se lograron en este país, partieron desde estos conceptos, donde la historia puso a los trabajadores más de una trampa que había que sortear, unas por engaños que dividían, otras en durísimas represiones o la baja demanda de mano de obra. Pero así y todo más cercano en el tiempo o más lejano, la lucha de diversas formas acorde a cada momento histórico, se le fue encontrando la vuelta, con un sello distintivo; inteligencia, audacia, decisión y organización independiente, sabiendo cuándo golpear y cómo, sabiendo cómo retroceder pegando, incluso por la misma disposición de las amplias mayorías, saber interpretar cuándo pasar a la ofensiva. Todo un arte de la lucha que la única forma de adquirirlo es haciendo y corrigiendo o reafirmando sobre lo actuado. Así está escrita la historia de nuestra clase obrera.
“El Movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión delegada ni es un secretariado. El Movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo y como tal no se puede clausurar o intervenir. Perfeccionando esa voluntad, pero sobre todo esa organización debemos combatir con más fuerza que nunca por la libertad…” Raimundo Ongaro 1968. Esta es una cita de la declaración de la C.G.T. de los argentinos del primero de mayo de 1968, que rompió con toda la legalidad impuesta por el régimen y donde también abundaban los traidores como ahora; tal legalidad paralizaba la lucha de los trabajadores, los dirigentes que fueron surgiendo en esa época tenían dos caminos, la sumisión y resignación o la ruptura con un sistema imperante que solo traía más pesares y sufrimientos a los trabajadores , la sumisión se traducía en pérdida de conquistas, el atropello y más súper explotación. Pero la rebeldía hizo caer la dictadura de Ongania.
Hoy los trabajadores vivimos una situación laboral y de explotación mucho más grave que aquella y con un sindicalismo que es la retaguardia de los monopolios y los gobiernos de turno. Es cierto que estamos en una situación de resistencia, pero tal resistencia hoy debe ser activa, organizada aunque sea en el sector, combinando las más diversas formas de lucha, donde la actitud debe ser conspirativa pero que afecte los planes productivos de los patrones, donde a las acciones más pequeñas les demos el mismo valor que las grandes huelgas, acciones que van desde el trabajo a reglamento, trabajo a desgano, interrumpir el funcionamiento de una maquina por un desperfecto intrascendente, pequeñas asambleas, sabotajes, y lo que el ingenio popular sea capaz de inventar y con ello ir afianzando y ampliando la organización y participación, con una propaganda de denuncia sistemática que generalice y aliente la bronca, lo cual nos irá permitiendo ir avanzando en los derechos políticos contra la empresa y el sindicato. Como decimos siempre al principio seremos unas pocos, pero con la lucha iremos ganando la simpatía de la mayor cantidad de compañeros posibles, y así se generarán las mejores condiciones para llegar a las huelgas masivas que minarán el poder de la burguesía y todas sus herramientas, como los sindicatos. Y lo más importante: esto, en innumerables lugares y sin grandes prensas y coberturas televisivas, ya se está haciendo.