Varios son los artículos que venimos publicando en dónde hacemos una caracterización de la situación actual de la lucha de clases en nuestro país y particularmente la situación de la clase obrera de la gran industria. Nos ocupa fundamentalmente el grado de conciencia política y su disposición a la lucha, en donde se destaca un importante rechazo a las instituciones de la burguesía y la búsqueda para encontrar caminos independientes que nos permitan enfrentar a la clase en el poder.
Hay que entender que venimos de años en donde la iniciativa está fundamentalmente en manos de las patronales y las corporaciones sindicales. Pero a pesar de los enormes negocios realizados, la burguesía se encuentra actualmente bajo el fuego de una severa crisis política para poder imponer un proyecto de la magnitud que se plantea. La clase en el poder necesita del proletariado una mayor productividad y disciplinar al conjunto de los trabajadores para que aceptemos estos salarios miserables. De hecho, más allá de las maniobras para imponer techos salariales impulsados por la alianza gobierno / empresas /sindicatos, la disputa por el salario está presionando a las gerencias de varias multinacionales.
Lo que existe hoy por hoy una tensa calma. Desde el proletariado, las acciones que se están desplegando siguen siendo aisladas y aún no logramos romper el cerco al que estamos sometidos luego de décadas de dominación, en donde se impuso la división, con falsas y múltiples tretas que el sistema desarrolló.
Lo que se expresa son variadas organizaciones de obreros y trabajadores que están dispuestos a cambiar las cosas porque sienten que esto así no va más. Y la política revolucionaria, que se propone materializar desde la clase obrera y otros sectores del pueblo, acciones políticas capaces de ir construyendo una alternativa de cambio necesaria a este sistema caduco.
En este marco general, una constante (como la ha sido en nuestra historia) debe ser probar fuerzas en disputa con la burguesía, basados en la experiencia de cada lugar de trabajo, en la intuición de la clase, en conocer al enemigo, en detectar sus debilidades…
La clase obrera y el pueblo tienen que conocer todo, decidir y ser protagonistas genuinos a la hora de desatar ese nudo vital de la revolución en nuestro país.
La organización y la ideología se expresan con acciones políticas capaces de revertir situaciones que parecen irreversibles en el corto plazo. Se trata de un momento en donde hay que cambiar revolucionariamente las cosas, en donde lo actuado hasta hoy ha servido de preparación y fogueo en la lucha de las clases, pero transitamos una época en donde hay que jugar un papel catalizador: ser capaces de tomar las iniciativas políticas que vayan generando la movilización y el estado deliberativo en forma permanente.
Sobran propuestas en el movimiento de masas contra cualquier tipo de injusticias, pero hace falta que los revolucionarios entendamos que se hace necesario accionar políticamente para elevar la calidad de la organización política de las masas y la conciencia revolucionaria. Confianza en la política.
La burguesía ejerce la dominación de clase con políticas que tienden a adecuar la centralización política a la concentración económica, desde donde toda la superestructura del sistema responde a los intereses entrecruzados de los monopolios.
Es en esta complejidad que debemos movernos sin dudar. Podemos avanzar en destapar todas las fuerzas que hoy se hallan contenidas en el pueblo y acumularlas de otra forma, en un nuevo escalón. Eso sí, aunque transitemos una etapa de resistencia no se trata de pasividad. Se trata de enfrentarlos, sobre todo a partir que hay sectores de masas en donde existe la disposición a no dejarlos avanzar sobre nuestras conquistas y derechos.