Miles de personas salieron a la calle en la ciudad de Santa Fe, reclamando seguridad mediante un cacerolazo que se llevó a cabo en distintas esquinas de decenas de barriadas.
En lo que va del año, hubo más de veinte crímenes, además de violaciones y abusos, incontables robos a locales comerciales y viviendas, arrebatos en las calles, y cientos de otros hechos que no se denuncian, no se difunden, se desconocen o se tapan.
La situación es insostenible e insoportable manifestaban varios vecinos movilizados, “antes salíamos a la vereda y ahora ya no podemos hacerlo”, “vivimos enrejados en nuestras propias casas”, “el gobierno actual durante la campaña electoral prometió seguridad y no sólo no cumple lo prometido, sino que ahora es peor”.
Lo que ocurre en Santa Fe, no es ni más ni menos que lo que ocurre en todo el país, sobre todo en los centros urbanos de mayor concentración de población, como por ejemplo el gran Buenos Aires y Rosario que superan grandemente esas cifras.
El tema de la seguridad da escozor a algunos sectores “progresistas” y de la llamada izquierda debido a que el reflejo más a mano de gran cantidad de personas es pedir más policías y fuerzas de seguridad en las calles, y penas más duras para los delincuentes.
Toman el reclamo como un foco de tentación para el gobierno y el poder de la burguesía que aprovecharía para llenar las calles de policías y advierten, con razón, sobre el peligro del control y disciplinamiento social. Entonces tienen miedo y desconfían de las masas, dan vuelta la cara y acusan con el dedo tildando a la movilización de reaccionaria. Entienden que los derechos humanos se oponen a dichos reclamos, y sostienen que el problema de seguridad se resuelve con más educación para el pueblo y mejores ingresos para los trabajadores y pueblo en general. Nada más falso y reaccionario.
Los revolucionarios entendemos que el reclamo de seguridad es otro de los grandes campos de batalla política, social e ideológica contra el sistema que produce delincuencia desde las más altas esferas. El sistema capitalista devenido en capitalismo monopolista de Estado está en descomposición y su podredumbre colma de pus a toda la sociedad. La educación del Estado burgués no dará solución, como tampoco lo harán penas más duras para los delincuentes más pobres, ni habrá justicia para el pueblo mientras el sistema reproduzca jueces corruptos y leyes que amparen a los dueños del poder.
El problema de la seguridad no se resuelve con más policías en las calles, al contrario, se multiplica, porque da impunidad a la delincuencia que es controlada y ejecutada por dicha institución que tiene sus mandantes en las instituciones del Estado y despachos de los monopolios y bancos. Pero la única forma de poner en evidencia masiva que los mayores crímenes son llevados a cabo por las fuerzas de seguridad, el gobierno, sus patotas sindicales, barras bravas, etc., en suma, desde el Estado mismo, es mediante el reclamo y la movilización. Sabemos que las luchas y movilizaciones generan debate, protagonismo de masas, cuestionamientos sociales y políticos. Éstas constituyen el escenario necesario y vital para la lucha y la inserción de las ideas revolucionarias contra todo el sistema y no sólo contra los efectos que genera la pudrición del mismo.
Como ocurre con otro tipo de reclamos de índole económica, política o social, el tema de la seguridad puede lograr conquistas más o menos duraderas, pero, al igual que cualquier lucha protagonizada por el pueblo movilizado con las ideas revolucionarias en su seno, va marcando el camino hacia la revolución, porque las masas van experimentando, probando fuerzas y organizándose para la solución de sus necesidades.
La autodefensa de masas contra todas las agresiones del sistema (policías y fuerzas de seguridad, injusticias varias, corrupción y saqueo de medios de vida) o generadas por éste, (delincuencia, violencia de género, racial, etc.), es decir contra la inseguridad en un sentido amplio, no sólo hay que impulsarla en las marchas callejeras sino también en las barriadas y centros laborales. El reclamo por seguridad, transitando el camino independiente del Estado puede constituir seguramente el germen de la organización de autodefensa popular en las barriadas y poblaciones, gran herramienta para el proyecto revolucionario.