Para el sistema capitalista el lunes negro y el jueves negro se fueron gestando año tras año. La necesidad de ganancia de la burguesía monopolista es insaciable y con ello se llevaron puesta -entre otras cosas- la salud para miles de millones de seres humanos.
Años de privatizaciones dirigidas desde los propios Estados, procesos de concentración en la investigación, producción y comercialización de los medicamentos en favor de unos pocos laboratorios transnacionales, condiciones de trabajo inaceptables (muchas veces esclava) presionan sobre la gran mayoría explotada y oprimida. Castigo a la naturaleza para responder a la guerra intermonopolista cada vez más ardua y en varios terrenos, que trasciende a las guerras convencionales.
Esto -y mucho peor- es el capitalismo. Días negros para una buena parte de la oligarquía financiera. Una época histórica en donde se expresan y seguirán expresando una gigantesca destrucción de fuerzas productivas, de concentración económica, de centralización de capitales; y con ello, las consecuencias del deterioro de los ya empobrecidos y miserables pueblos del planeta.
En el día de ayer miles de trabajadores y trabajadoras de líneas aéreas de mundo fueron despedidos de sus trabajos. Una ola expansiva que se irá desplegando por todas las áreas productivas y comerciales del sistema. Como siempre, quienes lideren el proceso de concentración en las diversas ramas liderarán el hacer pagar los desquicios del sistema a más de siete mil millones de almas.
Esta crisis estructural es la expresión de un sistema que padece una larga etapa de superproducción, en donde las grandes mayorías que lo producen todo no pueden acceder a las más elementales mercancías para sobrevivir. Una crisis de superproducción que ha volado por los aires y es la causante central de los padecimientos que por estos días se centra en el coronavirus.
Llevamos décadas en que el sistema capitalista no invierte en salud, no invierte en educación. Han sido los propios Estados, sus parlamentos quienes han estado bien presentes para transferir riquezas a los monopolios. Mienten descaradamente con la frase “ausencia del Estado”, tomada y desplegada a los cuatro vientos por las fuerzas burguesas de cuño populista y reformista.
Los monopolios desde el Estado han facilitado todos los mecanismos institucionales para dar rienda suelta al capital más concentrado. Neo liberalismo, populismo o como se los quiera llamar en esta época de agudización en los procesos de concentración económica y centralización de capitales, son Capitalismo a secas. Es preservar el sistema que causa todo tipo de pandemias y atrocidades que van en contra de la sociedad humana.
Hay corona virus, hay dengue, hay aparición de viejas enfermedades, hay destrucción de fuerzas productivas humanas que trascienden las guerras “tradicionales”. Miles de millones mueren por causas evitables. La transferencia de riquezas a pocas manos no se detiene en estas etapas de gran confusión. Las consecuencias de estos mecanismos serán: atacar el salario, masificar la pobreza y la miserabilidad argumentando la “crisis”.
Entendemos que más allá de ciertas medidas que adopte el gobierno en este contexto de crisis capitalista y que una de sus consecuencias es el Corona Virus, la burguesía monopolista (se disfrace de lo que se disfrace) intentará en primera instancia desmovilizar al pueblo por sus reivindicaciones políticas y económicas. Ellos subestiman la inteligencia de nuestro pueblo y pretenderán (con una verdad a medias sobre la gravedad de la pandemia) frenar el descontento que se va gestando desde lo más profundo de nuestra sociedad.
La plata está, eso lo que sobra en el planeta. Este gobierno no lo desmiente y ya propone la negociación de la deuda externa con un piso de 70 mil millones de dólares.
Pero para abajo el discurso es que no hay recursos. La pandemia que la pague el pueblo y -con ello- destrucción de fuerzas productivas humanas con salarios cada vez más bajos, despidos, quiebres de empresas. Entrega de riquezas naturales y patrimonio que pertenecen al pueblo.
En estos marcos de ocultamiento sistemático, en donde crean confusión y miedo, es donde los revolucionarios deberemos persistir una y otra vez respecto a que la mejor forma de frenar las decadentes consecuencias de este sistema es ejerciendo el poder de la movilización por los reclamos políticos y económicos con las características que cada momento exija.
Deberemos redoblar los esfuerzos por exigir más recursos para la salud, más recursos para la educación, mejores condiciones de trabajo, a la vez de ir preparando las fuerzas independientes capaces de fortalecer la movilización en todos los planos. Atacar la causa del dolor reinante.
No será tarea fácil. La burguesía monopolista despliega sus fuerzas de todo orden, para frenar y poner en caja la movilización. Utiliza las instituciones represivas y utiliza a las mal llamadas fuerzas progresistas para poner un paño frío a las consecuencias del despojo de décadas llevado a cabo por la clase dominante.
Hay que resistir activamente, romper con el engaño y avanzar paso a paso en la organización independiente a todo lo institucional. Movilizar con unidad desde abajo, golpear en el abajo, barrio por barrio, escuela por escuela, fábrica por fabrica, unir y entrelazar los puntos reivindicativos comunes. Lo esencial es la movilización y la acción directa entendiendo que -en estas circunstancias- las mismas se irán desplegando de lo pequeño a lo grande.