Han estallado todas las contradicciones del sistema capitalista.
No es ni más ni menos que una crisis de superproducción que se viene expresando con consecuencias como: guerras comerciales intermonopolistas, incontables focos de guerras estrictamente militares y se le agrega la pandemia.
Las empresas cierran sus puertas o reducen su producción, desciende el nivel de vida de los pueblos, anarquía total en la comercialización de los productos, anarquía en todo el sistema financiero, caída abrupta de las bolsas, caída de las acciones (lo que provoca quiebra de industrias, comercios y bancos) entre otras cosas.
Hoy más que nunca la socialización de la producción ha colisionado frontalmente con la apropiación de riqueza individual. La anarquía de la producción llegó a un punto de crisis.
La clase dominante viene lanzando al mercado mercancías con el solo fin de la ganancia. Para ello han necesitado elevar el grado de explotación del obrero a nivel planetario reduciendo el nivel de vida de las grandes mayorías asalariadas. Necesariamente las mercancías producidas cada vez se alejan más de los consumidores. Las empresas necesariamente salvan su pellejo arrojando a millones a la pobreza y miserabilidad.
El sistema capitalista sale de sus crisis destruyendo buena parte de las fuerzas productivas, quiebre de empresas, destrucción de mercancías, guerras, acentúa la explotación al obrero. Las crisis son permanentes en la época del Capitalismo Monopolista de Estado y por ello los días, semanas, meses y años negros perdurarán irremediablemente en el tiempo.
Hablar de guerras comerciales, de guerras estrictamente militares y hablar del coronavirus por fuera de la crisis de superproducción del sistema capitalista sería un error. Desclasa el análisis y alienta la posición de la burguesía monopolista de adjudicar este virus a la crisis del sistema. Con ello intentará hacer recaer los resultados de la crisis social a la clase obrera y al resto de asalariados, destruyendo la principal fuerza productiva que es el ser humano.
Por estos momentos los procesos de concentración y centralización de capitales adquieren una velocidad única. Sus consecuencias hacia la clase obrera y los pueblos ya se están presentando con la cruda muerte y decenas de miles de afectados. Pero detrás de este terrible escenario se expresarán las consecuencias de la crisis de superproducción en la misma sociedad. Despidos, salarios a la baja, agudización en el empobrecimiento y miserabilidad. El sistema intentará esconder la verdad.
En definitiva, las actuales relaciones de producción frenan el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta crisis elevará un peldaño superior esta situación tensando todas las fuerzas de clase antagónicas.
Época histórica de transición de un sistema sostenido por crisis crónicas, estructurales y -a la vez- de un reverdecer de luchas por la dignidad humana. Época de cambios que viene de muy adentro de la sociedad, de sus entrañas que -de una u otra manera- expresan necesidades de cambios a nivel universal. Y en ello se hace trascendental el ir por las causas que generan tanto dolor.
Los medios de producción en pocas manos generan cada vez menos ricos pero más concentrados. Y por otro lado, el tendal de la humanidad poseedora de la fuerza de trabajo, generadora de riqueza pero con horizontes llenos de nubarrones.
Son momentos de reflexión y son momentos de acción. Cuando planteamos que la crisis la paguen los que generaron las permanentes crisis estamos diciendo que desde lo más pequeño a lo más grande deberemos extremar las fuerzas movilizadoras para detener cualquier intento de hacer recaer la nueva crisis sobre nuestras espaldas.
Dramáticamente, mientras se expande la pandemia en nuestro país, el gobierno negocia el pago de la deuda en vez de tomar la decisión de desplegar todos los recursos financieros en favor de los intereses de la gran mayoría del pueblo trabajador.
La clase dominante quiere seguir produciendo mercancías a pesar de la superproducción. En primera instancia hay que golpearlos allí. No exponer las vidas de nuestro pueblo y parar la producción. Que toda medida que se tome contra la pandemia abarque a la clase obrera y el resto de asalariados y que el Estado de los monopolios se haga cargo.
La plata está, hay que encaminar la lucha que se viene para que la misma vaya dirigida al pueblo trabajador y a los pobres e indigentes.