En la nota publicada el día de ayer hacíamos mención a diferentes conflictos que se están dando en las fábricas a raíz de la crisis que estamos atravesando. Como venimos recalcando en varias notas esta semana, el mundo está atravesando una crisis de superproducción que ya estaba siendo avizorada desde finales del 2019 cuando los organismos internacionales anunciaban que estábamos entrando en una nueva recesión mundial. Si las guerras comerciales fueron la manifestación de esta crisis durante el 2019, el coronavirus ha venido a profundizar esta situación.
Por un lado, tenemos una caída masiva de las acciones en la bolsa, donde hay grandes perdedores. Pero sin lugar a dudas grandes vencedores también; grandes vencedores que han salido a comprar acciones baratas a mansalva, como lo expresara Rick Reider (director gerente y jefe global de Black-Rock uno de los fondos de inversiones más grandes del mundo) al decir que el mercado aún no ha tocado fondo y que “esta es una oportunidad única en la vida” para salir a comprar activos baratos. La lucha intermonopolista se intensifica, lo que dará lugar a una mayor concentración de capitales a nivel mundial.
Dentro de la oligarquía financiera hay ganadores y perdedores, pero donde mayor profundidad tendrá la crisis es sin lugar a dudas dentro de las clases laboriosas. Las pequeñas empresas y los pequeños comerciantes en nuestro país verán la quiebra con una profundidad inmensamente más grande a la que ya se venía desarrollando, producto de este parate total de la economía. Los trabajadores autónomos, precarizados o en negro, que no sabían hasta ahora como llegar a fin de mes, caminan hacia un abismo de pauperización tremenda en sus condiciones de vida. Pero lo que queremos resaltar en esta nota es el papel del Estado.
Si por un lado se instala la cuarentena obligatoria por la crisis del coronavirus, y miles de empleados precarios no encuentran ingresos, por otra parte el Estado brinda garantías a las grandes empresas monopólicas para continuar su producción: empresas que producen plástico, aluminio, farmacéuticas de productos no indispensables, alimenticias tampoco indispensables (como ser snakcs, chicles, caramelos, etc.), continúan su producción buscando amparo en alguno de los amplios puntos publicados en el decreto presidencial como producción “indispensable” para el país. Y el Estado, como buen garante de sus intereses, no hace más que darles amparo legal.
Aquí se ve bien clara la naturaleza de clase del Estado Argentino: garantizar la continuidad productiva de las grandes empresas, ahogar a la pequeña burguesía –que pasará rápidamente a ocupar las filas del proletariado- y descargar el costo de la cuarentena sobre los trabajadores precarizados y autónomos, aumentando su pauperización.
Por otro lado en estas grandes fábricas la crisis del coronavirus está forzando una conflictividad laboral que no vivíamos hacía décadas en nuestro país, los obreros ven en forma explícita como la salud no está dentro de las prioridades de los grandes capitales, se los hace ir a trabajar igual, sin garantizar siquiera las condiciones mínimas de higiene: desde el transporte hacia las plantas productivas hasta la presencia de abundante jabón y alcohol en gel para los trabajadores; alta concentración de personal en los comedores y en los vestuarios, etc. Tenemos casos paradigmáticos como la farmacéutica Soubeiran Chobet donde tienen estoqueado alcohol en gel en sus depósitos, pero no le entregan ni un pote a sus trabajadores para el aseo dentro de la empresa.
Los medios de comunicación, como parte del sistema, permanentemente muestran imágenes de la irresponsabilidad de quienes se van de vacaciones aprovechando la oportunidad, pero nada dicen ni de la población en situación de calle que la policía detiene –vaya excusa para implementar control social- ni mucho menos de la actitud de estos grandes capitales que son verdaderos violadores seriales y masivos de la cuarententa al obligar a sus trabajadores a asistir en semejantes condiciones.
Esta irrupción del proletariado industrial en centenares de fábricas al unísono es un signo que requiere de muchísima atención, y es justamente lo que el sistema con sus medios de comunicación y los partidos políticos de izquierda a derecha ocultan o menosprecian. Pero es en estos conflictos donde se van preparando las fuerzas para lo que se viene, que será un tremendo ajuste para continuar disminuyendo salarios y aumentar ritmos de producción. Como un botón de muestra de lo que se viene tenemos el caso de la aerolínea LAN, quien a nivel mundial decidió disminuir el salario de sus trabajadores en un 50%.
Crisis económica profunda, disputa intermonopólica con ganadores y perdedores, quiebra masiva de pequeños comerciantes, profundización del ya acelerado empobrecimiento de trabajadores en negro y autónomos, disminución salarial y aumento de la productividad en el sector formal de la economía, garantías del Estado hacia los capitales más concentrados para que sigan produciendo, y rebelión obrera en las grandes fábricas de nuestro país. El desenlace de esta crisis depende sin lugar a dudas de que este último factor se imponga por sobre los demás.