Los medios masivos nacionales e internacionales, así como las redes sociales dan cuenta de los siniestros daños de la pandemia COVID19, Coronavirus. Italia y España en estos momentos se han convertido en tierra arrasada, de a centenares por día se cuentan los muertos en los centros de salud privados o estatales. Como en una guerra, las propaladoras anuncian no sólo que corramos hacia los refugios, sino que los construyamos mientras las esquirlas del bombardeo bacteriológico se cobra sus bajas.
El gobierno argentino cerró filas previendo o sabiendo que nuestro precario sistema de salud no cuenta ni para una mínima línea de defensa. En Europa («Primer Mundo») el Coronavirus colapsó en tiempo récord los sistemas de Salud y preocupa cuáles serán las consecuencias sobre el nuestro.
Malas noticias: nuestro sistema de salud ya sufre un colapso crónico. No por ninguna pandemia o -mejor dicho- por las pandemias autóctonas, las constantes políticas de ajuste, los recortes presupuestarios gobierno tras gobierno, los negociados de las clínicas con el PAMI y las obras sociales con los sindicatos.
El cuadro de situación es el de una guerra contra una superpotencia bélica con un ejército de macheteros. Irónicamente, las medidas de ajuste del último gobierno dejaron en la calle a centenares de profesionales de la salud, como fue el caso del Hospital Posadas, por ejemplo. No hace tanto, el gobierno de Rodríguez Larreta pretendió avanzar contra el reconocimiento profesional de los enfermeros. Y hoy, desesperados, solicitan con anuncios por todos lados la incorporación de personal profesional de enfermería para los centros de salud de CABA.
Así y todo, nuestro pueblo consciente de nuestras debilidades y de esta realidad, hace los deberes en función de la cuarentena preventiva, en un acto heroico, moral y de instinto de supervivencia. No va a ser la primera vez que el pueblo se destacará por su solidaridad.
En su patético papel, la institucionalidad burguesa y las fuerzas de seguridad lanzaron un plan totalmente a contrapelo de la necesidad de contención y salieron compulsivamente al choque contra la ciudadanía y el pueblo.
No contempla el plan del Poder Ejecutivo el incalculable porcentaje de la población que está desde hace décadas en la informalidad total en el conurbano bonaerense como en las barriadas de muchas otras provincias. Amplios sectores que -sumidos en esa informalidad total- encuentran como modo de subsistencia distintas actividades que en este contexto se han paralizado abruptamente. Tal es el caso de las ferias callejeras el cartoneo, el acarreo, los trueques, las changas, los trabajitos en negro, etc.
Lejos de pensar en una real contención, el gobierno de la burguesía utiliza a las fuerzas de seguridad para salir al choque contra las barriadas, y lejos de hacerse “presente” para resolver los problemas reales, el Estado de los monopolios ahuyenta como perros a la cucha a los que deambulan en busca de un pesito cotidiano para llenar las ollas. El panorama se presenta demoledor: esta grave crisis ya terminó antes de empezar para los que caerán, o muertos de hambre, o por el Corona virus, o por las fuerzas represivas que ya discuten el Estado de sitio.
Medidas económicas como el “corralito” del 2001 salvaron a la oligarquía financiera. Que sean ellos los que paguen los respiradores que harán falta en lo inmediato en nuestros centros de salud. Nuestras vidas valen más que sus ganancias.