En los terciarios de la ciudad de Bs. As., la educación la sostiene la clase trabajadora

El ministerio de educación del Gobierno de la Ciudad, que se la pasó a lo largo de todo el año pasado y comenzado este hablando de inclusión, de apoyo a la función docente y de trabajo en equipo, que ha organizado unas vergonzosas jornadas de capacitación teñidas de paternalismo, subestimación y adoctrinamiento, completamente inútiles a los fines prácticos del proceso de enseñanza-aprendizaje, hoy brilla por su ausencia.

Frente a la tremenda dificultad que supone la suspensión de las clases presenciales en virtud del virus que se extiende a lo largo de todo el planeta, el ministerio desaparece. Claro dato de la realidad material, irrefutable: la educación en la Ciudad, y digamos con claridad en todo el país, la sostenemos las y los docentes y la comunidad de alumnos, alumnas y familias que se organizan para ordenar un sistema que se viene desmoronando desde hace mucho y que, frente a la actual crisis del sistema, desnuda aún más sus falencias.

Los Institutos de Formación Técnica Superior estamos, por así decir, en el ojo de la tormenta: la ausencia de acompañamiento, la precariedad de la oferta de recursos para sostener la educación a distancia, el retraso que se va a producir en el cobro de los salarios de los docentes que toman materias nuevas o materias cuatrimestrales ya que no se han podido realizar las altas correspondientes debido a la cuarentena que rige desde el 20 de marzo. Todo ello habla de la falta de interés y del abandono liso y llano que se hace de la comunidad educativa.

Docentes de muchos de nuestros terciarios nos hemos organizado para implementar recursos educativos con nuestro esfuerzo y con nuestra vocación: pusimos en marcha plataformas virtuales de enseñanza y que permiten la interacción a toda hora con las y los estudiantes, subimos materiales y explicaciones, videos, audios, y lo hacemos porque es la tarea que elegimos. Lo cual no significa que toleremos que sea bastardeada, menospreciada y “ninguneada” por las autoridades de la Dirección y la flamante Subsecretaría de la cual depende. Los docentes de los Institutos de Formación Técnica Superior exigimos:

  • Que las altas de las materias cuatrimestrales y anuales que correspondan darse, que se lo haga de manera automática, para que las y los docentes cobren sus haberes en tiempo y forma.
  • Que se nos pague un bono de compensación mensual en virtud del enorme esfuerzo que venimos realizando para sostener esta modalidad de enseñanza virtual, bono acorde a nuestras necesidades y que no puede ser menor a 10.000 pesos.
  • Que nos podamos manejar con absoluta libertad en lo que hace a las calificaciones de las y los estudiantes.
  • Que la Dirección de Formación Técnica Superior facilite las tareas administrativas necesarias.

La pandemia no es la causante de la crisis actual. La misma tiene su origen en las propias contradicciones del sistema capitalista que, como tiende permanentemente a la concentración de capital en cada vez menos manos, frena el desarrollo de las fuerzas productivas de nuestros pueblos. En el caso de la educación, quizá podríamos decir que no producimos nada, pero nuestra tarea es absolutamente necesaria. Ahora bien, volviendo a la cuestión del coronavirus, queda muy a las claras el hecho flagrante de que el sistema no tiene respuestas para las necesidades del pueblo. Estados del primer mundo, lejos de hacerse cargo de la situación y de plantar su presencia para respetar el “contrato social”, desaparece: miles de muertos en Italia, Francia, España, Estados Unidos va rumbo a eso. Sistemas de salud colapsados. Desocupación creciente. Hambre. Lo único que les interesa a esos Estados es que la clase dominante a la cual sirven sostenga su ganancia. Por eso, (y ahí sí, de manera bien presente) militariza la sociedad para proteger los intereses de los poderosos, no para “cuidar” al pueblo.

Si observamos nuestra realidad, volviendo a la cuestión que aquí nos ocupa, podemos decir que el Estado ha desaparecido en materia educativa; pero no es que antes de la pandemia esto era diferente. Veamos: muchos Institutos terciarios siguen hoy sin autoridades de conducción, y en algunos casos han pasado dos años. Pero eso sí, la dirección exige llenar encuestas, trámites administrativos inútiles, solicita información sobre matrículas. ¿Llamado a concurso? Mañana, dentro de poco, les prometemos que en breve. Mentiras. Sostienen: respeten las medidas de prevención para evitar la propagación de la pandemia (eso decían antes de la cuarentena obligatoria).

Pero no hemos recibido del Gobierno de la Ciudad ni siquiera jabones de mano para los baños, que encima, cada dos por tres están clausurados. De haber comenzado las clases presenciales, contra toda lógica, hubiéramos estado dictando clases para aulas con 80 alumnos, pero con capacidad para 30 sentados. Varios terciarios hemos pedido desde hace años comisiones extra por crecimiento vegetativo. Mañana, pronto, en breve. O sea, nunca. Ese es el Ministerio de educación que tenemos. Un montón de funcionarios inútiles que ahora se refugiaron en un edificio de avanzada en el barrio Carlos Mugica (en la villa 31 de Retiro).

No nos referimos, claro está, a aquellos que en virtud de las decisiones del Ministerio deben cumplir funciones en el flamante edificio y que no tienen elección a sabiendas de que van a su nuevo lugar de trabajo con malestar y preocupación, debido a la distancia y la inseguridad en el barrio. Nos referimos a aquellos que deberían dar la cara para ayudarnos a enfrentar los problemas cotidianos en los Institutos. Muchos de nosotros, sin autoridades, tenemos que ir hasta el nuevo edificio, perdiendo tiempo. Entonces, seamos claros: al gobierno no le importa la educación pública, y no nos vamos a extender aquí a lo señalado en varias notas referidas al tema y que tocan la cuestión de la UniCaba, la secundaria del futuro, las pasantías para precarizar a las futuras y futuros trabajadores. La pandemia, que aparece en el contexto de una nueva crisis de un sistema decadente, desnuda esta situación de manera brutal.

Docentes terciarios de la Ciudad seguimos enseñando, optimizamos los recursos que generamos, trabajamos llevando adelante nuestra vocación, y lo hacemos en conjunto con la comunidad estudiantil que también le pone alma y corazón para sostener esta modalidad.

La respuesta la tenemos nosotros como clase trabajadora y como pueblo. No esperemos nada de un Estado que sólo se preocupa por preservar las ganancias de unos pocos y cuidar sus prebendas, administrado por una manga de impresentables que se llevan su tajada como funcionarios y administradores.

Recordemos, para tomar un solo ejemplo, que la Ministra de Educación de la Ciudad, Soledad  Acuña, se preguntó alguna vez: “¿Por qué el Estado debe hacerse cargo de la gente que fracasó en sus vidas?” Se refería al fracasado intento de cerrar las escuelas secundarias nocturnas, a fines de 2018. La misma ministra que mira para otro lado cuando hay ratas en las escuelas, o cuando se deterioran las ya de por sí miserables viandas que otorga el Gobierno de la Ciudad.

El ejemplo que hoy estamos exponiendo sobre la organización de la comunidad educativa en pos de sostener la actividad para nuestros Institutos terciarios, demuestra que, tal y como está ocurriendo en muchos lugares de trabajo y barrios a lo largo y ancho del país, el pueblo trabajador tiene las respuestas y las herramientas para resolver los problemas que nos aquejan, y que se resumen en la explotación y la opresión que la clase dominante ejerce con la fuerza del Estado de los monopolios. Debemos profundizar estas experiencias, que son experiencias de lucha, en unidad y con organización. Esa es nuestra tarea como pueblo, si deseamos construir nuestro propio destino.

 

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