Y veníamos escuchando que la vida había cambiado para varios miles de millones de personas. Que había acceso a mercancías que antes no existían. Son casi cinco décadas de mentiras continuas, muchas mercancías, pero poca vida.
Y la vida siguió su curso, no se detuvo y las mercancías se fueron alejando de las sociedades, “mágicamente” mi salario no me permitió acceder a lo que la sociedad de consumo me llevó. No accedemos a lo que producimos con nuestras propias manos.
Más de 50 años con varias generaciones acostumbradas al dolor. 50 años y lo decimos casi caprichosamente para poner un “falso” inicio de un camino en pendiente de las condiciones de vida de un sistema caduco y putrefacto.
Hoy en nuestras cuarentenas en donde todavía los asalariados y asalariadas van a producir mercancías innecesarias en medio de una cruel y grave situación, la pregunta que recorre nuestro más profundo sentimiento es: ¿hasta cuándo se tolerará esa pendiente?
Décadas que escuchamos una frase muy común: “cada día vivimos peor”… La clase dominante nos quiso acostumbrar al dolor y en esa batalla ideológica nos sacó cierta ventaja. El “así es la vida” con un peso cultural casi feudal influyó en la vida cotidiana.
En la historia de la humanidad 50 años no son nada, pero para la vida de un ser humano es mucho. En esas circunstancias contradictorias siempre hubo que dar saltos, y la humanidad los dio con atrevimiento, rompiendo lazos con lo opresivo. Lo hizo con revoluciones sociales. Supo atacar y a la vez romper las cadenas que los sometían en cada etapa histórica.
Procesos históricos que empujaron la historia para adelante, fueron revoluciones que desataron a la humanidad desplegando todos sus valores hasta allí alcanzados por la propia humanidad.
El capitalismo se hizo un lugar en la historia de la humanidad –por ejemplo- con revoluciones como la Francesa; en lo inmediato posterior hubo un reverdecer de las sociedades a la vez que se iban instalando las bases para el dolor. Una clase social victoriosa, la burguesa, iba a dar cuenta en centenares de años que la génesis del proceso histórico no se había tocado.
La explotación de las grandes mayorías rápidamente iba a tomar el papel que debía tomar la historia de la humanidad. El rápido empuje de la revolución burguesa iba a trastabillar al poco tiempo histórico cuando grandes masas de proletarios y asalariados iban a sufrir el castigo de darlo todo, hacerlo todo y recibir por ello migajas.
Cuando volvemos a esta cuarentena, la historia nos cae con todo su peso y el murmullo generalizado en nuestras mentes y en nuestros corazones que así no se puede seguir viviendo, pasa que la época de revoluciones sociales nos pone el aliento en la nuca, nos pisa los talones.
La burguesía tendrá su experiencia histórica de dominación, tiene el poder, mantiene sus resortes institucionales con el Estado a su servicio. Pero va en contra de la historia, la frena, la obstaculiza, hace muy difícil la vida de las grandes mayorías.
Es donde adquiere una dimensión histórica la frase del Che, donde plantea que la humanidad atraviesa una época extraordinaria de revoluciones sociales, de diferente calidad a las otras ya mencionadas porque de lo que se trata es que las revoluciones socialistas son el inicio de procesos históricos en donde aparece una clase interesada en romper la explotación del hombre por el hombre.
El capitalismo engendra estas crisis, y la clase obrera y los pueblos oprimidos deberemos abarcar tamaño desafío histórico para destapar todas las fuerzas frenadas por un sistema injusto.
Las revoluciones no vinieron solas, la humanidad no destapó fuerzas sin revoluciones ni heroísmos. Las revoluciones fueron impulsadas por las avanzadas de la sociedad hasta allí constituidas.
Las revoluciones fueron violentas porque las clases en el poder no quisieron dejar de lado sus privilegios pacíficamente. La burguesía no será una excepción. Pero asimilemos que el dolor que provoca este sistema injusto siempre es sinónimo de muerte, y que no se circunscribe ya a la pandemia que padece el mundo de hoy.