La cuarentena y la parálisis generalizada en el planeta apenas son la punta de iceberg que asoma frente a las asintonías políticas y económicas que ya desbordan sus marcos de contención social. Puesto que la contención social ya no puede disimular la agudeza de la crisis estructural que se ha desencadenado producto de un sistema social putrefacto. La pandemia ha servido como velo para confundir y contener, pero no para dejar de descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo.
En las rebajas salariales, en el ataque a sus condiciones de trabajo, en la disparada inflacionaria, en las expuestas condiciones de insalubridad, en la hambruna generalizada y en la extensión de las variadas carencias de condiciones dignas de vida se descarga la crisis. Inclusive con las ayudas sociales implementadas por el gobierno. Sin embargo, intentar teñir todo esto con la cuarentena no hace más que tensar la cuerda.
Recordemos que este gobierno proponía eliminar las paritarias y congelar los aumentos de salarios. Recordemos los acuerdos miserables que se han establecido en algunos gremios. Recordemos también que ninguna medida económica de congelamiento de precios tenía efectividad, medidas todas que apuntaban a la reducción de salarios. No olvidemos que el pago de una deuda fraudulenta no contraída por el pueblo se disfrazaba con que “hay que honrar las deudas”. Recordemos a su vez, que todo ello, aun antes de la cuarentena, eran los principales ejes de la acción de los monopolios y de un gobierno totalmente subordinado a sus intereses. Hoy en plena cuarentena, ni los regaños y los retos presidenciales pueden disimular el escenario real en que se desenvuelve esta situación, porque lejos de haberse difuminado está impregnado de estas condiciones.
A expensas de la conciliación de clases utilizada como arma de engaño, las políticas de extorsión y superexplotación se siguen profundizando en medio de la cuarentena. CEOS y burócratas se han unido para implementarlas. A decir verdad, frente a todo ello los discursos presidenciales respecto de la preocupación por la salud general, son una burla dantesca.
La cuarentena les calza como un guante para intentar lanzar estos y otros ataques en contra de los trabajadores y el pueblo que no son otra cosa que profundizar sus políticas previas a la parálisis del Covid 19, pero profundizadas por la crisis. Todo ello tiene un reconocimiento concreto por los mismos obreros, que sostienen sus conquistas en sus lugares de trabajo y que aun a pesar de las burocracias traidoras, se enfrentan a ellas y a los ataques de las patronales.
Aun con las limitaciones del momento, con las preocupaciones sobre la salud y las condiciones económicas y laborales que están obligados a sobrellevar, los obreros deben lidiar contra un enemigo que no da tregua ni un solo instante. Los ataques que los monopolios desencadenan contra las verdaderas fuerzas laborales que sostienen el país, representan toda la inmundicia de la que es capaz la clase dominante. Y al mismo tiempo que patalean por la crisis que ellos han causado descargan toda su furia de clase contra quienes producen las riquezas de las que ellos se apropian. Todo ello es una muestra del grado de descomposición, de parasitismo e inhumanidad del capital monopolista. ¡¡¡Estos señores son los que gobiernan en nuestro suelo y en el mundo!!! Esta lacra podrida e infame es la que nos ha llevado a esta situación terminal y es la que está en estos momentos y con estas medidas descargan la crisis sobre nuestras espaldas.
Las supuestas soluciones que por estos días ocupan los medios locales e internacionales sin ninguna duda tienen esta base de sustentación. Por más que intenten menguarla ocultando que es el propio capitalismo la causa de la crisis, y por más que desde el diversionismo ideológico imperante se busque generar expectativas respecto de que dentro de este sistema pueden encontrarse soluciones a la crisis, no pueden ocultar que dichas soluciones son más de lo mismo. O sea, que no están en condiciones de resolver nada. En su conjunto no son más que vulgaridades e intentos de engaño que buscan disimular el fondo de la cuestión. Ni neoliberales, ni neo keynesianos, ni populistas, ni nacionalismos, ni reformismo de ninguna índole, en fin, ninguna expresión oficial de las diversas fracciones del capital monopolista pierde de vista, ni por un instante, que la única fuente de sostenimiento de sus ganancias es la dominación del capital sobre el trabajo.
El énfasis puesto en las cacareadas salidas a la crisis no solo intenta disimular su descarga en las espaldas de los pueblos sino, una contradicción insalvable que en estos momentos y en el corto tiempo se pondrá de manifiesto de forma más tajante.
Es el hecho ineludible que las mismas fuerzas que han sido utilizadas como la palanca para la concentración y las monumentales ganancias apropiadas por el capital se han convertido en un obstáculo para el sostenimiento de sus ganancias.
Frente a esta contradicción el capital pone de manifiesto la necesidad de la destrucción de fuerzas productivas que implican no solo el cercenamiento de las conquistas laborales y el ataque a las libertades políticas, sino la reducción del plantel de trabajadores, aumentando los ritmos de trabajo, extendiendo la jornada laboral, aumentando la productividad y reduciendo los salarios. Además del cierre de empresas y comercios, además de la paralización y restricción del consumo productivo para una determinada gama de productos y una determinada gama de consumo.
La principal fuerza productiva que son los trabajadores y las fuerzas laborales del pueblo deben encajarse nuevamente en el estrecho marco de las demandas del capital monopolista, esa es su intención. Por otra parte, aun sin haber roto todavía los marcos de su dominación y sin que ello signifique que no lo están haciendo, los efectos de la destrucción masiva de fuerzas productivas difícilmente se asimilarán sin lucha. Montados sobre la cuarentena se está implementando ya la destrucción de fuerzas productivas en nuestro país y al mismo tiempo se está enfrentando este ataque.
El pinchazo de una burbuja financiera no es lo mismo que pretender reproducir condiciones de explotación acotando el grado de socialización logrado por las fuerzas productivas. El problema es que la tensión crece a medida que estas reaccionarias políticas se tratan de implementar.
Puesto que la lucha de clases no puede mantenerse en los estrechos marcos de un sistema de dominación que entra de lleno en una crisis terminal y que solo ofrece reproducir estas condiciones de oprobio en grados más extremos. En un nuevo marco de lucha de clases a nivel mundial, la situación puede desbordar las relaciones de producción generando procesos de revoluciones sociales, para los cuales los revolucionarios debemos y actuar con el objetivo que esa posibilidad que se convierta en una salida concreta para las masas.