“A río revuelto, ganancia de pescadores”, sentencia el dicho popular.
El capitalismo (léase la clase social que detenta el capital: la burguesía), se comporta exactamente de ese modo, totalmente a la inversa del comportamiento del proletariado y todos los sectores populares.
Varios son los hechos que confirman lo dicho anteriormente, entre los que podemos citar, por ejemplo, la famosa compra de mercaderías que realizó el gobierno para proveer a los sectores más empobrecidos y miserables de la sociedad en medio de la cuarentena.
Los “descargos” que intentó realizar el ministro Arroyo no hacen más que corroborar el chanchullo cometido, pero, además, dejó en evidencia la hipocresía de la que viene haciendo gala el gobierno al servicio de los monopolios. Decir que cuando vieron que los precios de las mercaderías eran superiores a los precios máximos que fijó el gobierno les dijeron a los oferentes de las mercaderías que los bajaran y éstos no lo hicieron, ante lo cual, dada la urgencia de la situación, compraron igual para satisfacer las necesidades de esa población, confirmó claramente que la política de “precios máximos” es sólo para los almacenes y no para los grandes monopolios que licitan con el Estado y dejan sus pingües comisiones a los funcionarios.
También se ratifica que las medidas que toma el gobierno y que afectan a los monopolios, estos las cumplen solamente si les conviene y, en respuesta, el gobierno no los castiga a pesar de todo el discurso que el presidente Fernández pueda vociferar en la televisión. Pero, a no confundirse, ¡esto no es impotencia sino complicidad!
Otro caso, es el del último fin de semana, con la jornada “solidaria” que se hizo en la televisión, impulsada por la esposa del presidente, en la que, según se publicó, se juntó una cifra que ronda el millón de dólares. Es imposible no asociar la misma con la recordada jornada conducida por Pinky y Cacho Fontana durante la guerra de Malvinas. Todos los sectores populares y la gente de buena voluntad, aportando hasta “lo que no tiene”, mientras que los grandes monopolios de la burguesía financiera, no aportan absolutamente nada, por el contrario, suspenden obreros y empleados, presionan al gobierno para que les otorgue “Repros” y los exima de los aportes patronales, fogonean aumentos generalizados de precios ocasionando mayor inflación que corroe el poder adquisitivo del salario, cabildean con la CGT y el gobierno para aplastar salarios e ingresos en general, pretenden préstamos blandos financiados con el esfuerzo de los trabajadores y la población empobrecida, etc.
Las preguntas sobre lo recaudado en esta jornada televisiva son: ¿a quiénes va a beneficiar este recurso? ¿Quién va a controlar que el barco llegue a buen puerto? ¿Acaso el mismo elenco que regaló a los monopolios más del 35% del precio de las mercaderías que superaban los precios máximos? ¿Tal vez las mismas instituciones estatales que contribuyeron a que los 50.000 millones de dólares que se pidieron al FMI se fugaran impunemente (impunidad del gobierno anterior que permitió la fuga e impunidad del gobierno actual que convalida el desfalco) a través de los grandes grupos financieros entre los que se contaban aquellos que califican el riesgo país como la Banca Morgan? Y otras preguntas más que nos haremos y que, lógicamente, quedarán sin respuesta porque la mentira es su conducta permanente.
Mientras desde el discurso oficial propalado por el gobierno, los medios masivos, las instituciones empresarias y sindicales en su gran mayoría, nos hablan de solidaridad, tejen acuerdos para disminuir los ingresos populares y crear nuevas y peores condiciones de trabajo y de vida restando recursos estatales para beneficio social, a fin de sostener las ganancias de los monopolios y aprovechan la situación de crisis para estrujar aún más a los trabajadores y sectores populares.
Pero “el que con fuego juega termina quemándose”, reza otro dicho popular. Y éste no encierra menor verdad que el anterior.
Así, como la voracidad burguesa se excita y crece en tiempos de crisis, también en tiempos de crisis es cuando más expuesta queda la mentira del discurso respecto de la realidad.
Es por eso, que el estado deliberativo en fábricas, empresas, barrios, etc., se incrementa colaborando en que todas las contradicciones insalvables que no pueden tapar vayan quedando expuestas como dañinas para el pueblo, sumando un torrente de cuestionamientos que también irá creciendo y que, al finalizar la cuarentena (escudo que hoy utilizan para justificar la crisis y destruir fuerzas productivas), se erigirá como un enorme escollo político que la burguesía monopolista, su Estado y el gobierno de turno, tendrán que enfrentar.
La crisis política de la burguesía monopolista y las instituciones estatales irán profundizando su decadencia y pudrición, al tiempo que la conciencia política de la clase obrera y el pueblo sobre el perjuicio del poder de los monopolios y sus gobiernos, irá creciendo conjuntamente con su voluntad para enfrentarlos.
En conclusión: como hemos afirmado en reiteradas ocasiones, apelando a una frase de Mario Roberto Santucho que cada vez va ganando más terreno, “la burguesía en el poder propone y la lucha de clases dispone”.