La situación social es desesperante. Esta es la realidad inequívoca, palpable y tangible de la cual debemos partir. Sabemos que la crisis estructural del sistema capitalista no ha sido causada por la pandemia del Covid-19, sino que es anterior. Crisis de súper producción que no es nueva en la historia del capitalismo y que han conducido siempre a la misma respuesta por parte de la clase dominante: la destrucción de fuerzas productivas por medio de guerras, hambrunas generalizadas, sometimiento de pueblos y saqueo de recursos naturales, mecanismo que hemos venido describiendo, explicando y analizando en diversidad de notas que fueron apareciendo en esta página.
Hoy, la tremenda pandemia que azota a los pueblos del mundo le viene a la burguesía como anillo al dedo: le permite “quemar” esas fuerzas productivas que sobran, no sólo a través de la desaparición, concreta y real, de seres humanos, sino también por medio de despidos masivos, reducción abrumadora de salarios en todas las ramas de la producción, destrucción del trabajo de cuentapropistas, expulsión de cantidades ingentes de personas a la pobreza y a la indigencia lisa y llana, en todas partes del mundo.
Incluido por ejemplo Estados Unidos, con 30 millones de desocupados, casi 50 millones de pobres y cantidad incontable de personas sin acceso al sistema de salud, con filas interminables de familias enteras esperando con sus envases plásticos en la mano para recibir una ración diaria de alimento. Por supuesto, los barrios más pobres resultan los más castigados, en un país con más de un millón de infectados por el Covid-19 y 66.000 muertes a la fecha. Pero Estados Unidos es sólo un ejemplo, llamativo por cierto, y que deja a la luz la situación de un país que es considerado la primera potencia del mundo. Lo cual nos ayuda a entender que, en todo el planeta, quienes más sufren el azote de la pandemia son los trabajadores y los pueblos empobrecidos. No es un problema de países ricos o países pobres, es un problema de clases.
La clase obrera y el pueblo vienen padeciendo las consecuencias gravosas de una crisis estructural ya que la burguesía, como lo ha hecho a lo largo de la historia, le echa el fardo a los explotados y oprimidos para que paguen el costo de las crisis.
Hoy, el gran problema que deja a la burguesía en una posición de debilidad, es la enorme resistencia activa que se viene generando desde que la crisis estructural, anterior a la pandemia repetimos, viene empobreciendo a la población y deteriorando cada vez más las condiciones más elementales de la vida. Y así como la pandemia del Covid-19 acelera los ritmos de esa crisis y la expone con crudeza, también genera en la clase obrera acciones de solidaridad, resistencia y respuesta que se están haciendo sentir a lo largo y a lo ancho del orbe.
En nuestro país contamos con recientes ejemplos de esa lucha que enarbolan los trabajadores y el pueblo. Solidaridad de clase, organización autoconvocada en alza, espíritu de lucha reforzado por una situación económica y social que se agrava a cada momento.
La burguesía explotadora pretende hacernos creer, tal es su discurso, que la crisis supuestamente producida por el coronavirus nos afecta a todos y, por lo tanto, todos debemos “hacer el esfuerzo”, hacernos cargo y “ser solidarios” para salir adelante, sosteniendo de manera descarada y lastimosa que, después de la pandemia, vendrán los tiempos de reflexión que “seguramente” transformarán al capitalismo en un sistema que considere mejor la situación de las personas, un capitalismo “humano”, al que denominan “capitalismo social”, como si la pandemia viniera a dejar una especie de enseñanza para que en el futuro, de la mano de un mercado más humanitario, podamos vivir en la armonía de la conciliación de las clases. No somos tan ingenuos para siquiera considerar esa posición, pero tampoco lo necesariamente blandos como para no darle a ese discurso una respuesta contundente.
Que lo tengan claro: la clase obrera y el pueblo, como ha ocurrido a lo largo de la historia del sistema capitalista de producción, va a resistir y va a responder con contundencia. Y en todo caso la pandemia debe ponernos sobre aviso que, lejos de mejorar un sistema en descomposición, nuestra tarea como clase será, más bien, la de construir un sistema nuevo, una nueva sociedad. Tomando las palabras de Carlos Marx, que se aplican a cualquier momento de la historia de este modo de producción capitalista, y que tienen plena actualidad: “Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva”, brillantes palabras extraídas de Circular del Comité Central a la Liga de los Comunistas, marzo de 1850.
UN EJEMPLO EN UN BARRIO EN EL CONURBANO BONAERENSE
Hoy, la situación en los barrios es desesperante. Tomemos el ejemplo de un típico barrio del conurbano bonaerense, Caseros. Como tantos otros lugares del Gran Buenos Aires, cuenta con barrios de gente de ingresos medios y lugares más pobres. En los comedores comunitarios de la zona hay el triple de personas que concurren a buscar raciones de alimentos. Muchos de ellos son trabajadores en negro, que ya no pueden vivir de sus oficios (plomeros, electricistas, techistas, albañiles) que hacen de vez en cuando alguna changa (porque mucha gente sale a trabajar, más allá de la cuarentena obligatoria, cuando se presenta la ocasión), y otros desocupados, siendo los nuevos desocupados aquellos que hasta hace dos meses trabajaban en algún pequeño comercio o taller.
En los barrios pobres (Barrio Derqui, Villa de los Paraguayos) la situación es calamitosa: la gente sale a buscar lo que sea para sobrevivir. No hay alimentos, la ayuda municipal es escasa, faltan remedios para enfermedades de riesgo. Hay muchos ancianos viviendo solos y sus familiares no pueden ayudarlos. Esta situación social se replica en todo el Gran Buenos Aires, en toda la Provincia y en todo el país. Repetimos: la pandemia ha agravado la situación económica y social que se venía manifestando con crudeza desde hace muchos años. Y Caseros no es, digamos, de los barrios más pobres en términos generales. Pero tomamos este ejemplo ya que la información que tenemos proviene del diálogo con sus vecinos, de la palabra de la gente.
Es claro que la cuarentena es la mejor defensa contra los estragos que produce el coronavirus. Pero también es claro que la gente no puede vivir encerrada en la desesperación de la falta de alimentos, de remedios, de trabajo. Por ello, sostenemos que la burguesía debe hacerse cargo de pagar por las consecuencias de la crisis que ella ha generado. No se puede tolerar el despido, la rebaja salarial, la indigencia, la destrucción de seres humanos impiadosa. Organización en los barrios para enfrentarlos, ese es el camino. Porque nuestras vidas valen más que sus ganancias, y el pueblo está dispuesto a tomar las riendas de la situación.