El CEO de Volkswagen Argentina (Thomas Owsianski) consideró en la red social Twitter que «ya falta menos» y expresó: «En varios países de Europa, las plantas de Volkswagen vuelven a la producción en los próximos días ¡Una excelente noticia! En Argentina nos estamos preparando también para regresar pronto a la normalidad».
En estos momentos de profunda crisis del capitalismo, los procesos de concentración se dan con una aceleración inusitada, y qué mejor ejemplo que analizar (a pesar de los insuficientes datos con que se cuentan) a una de las empresas automotrices más grandes del planeta.
Los más grandes se comen a los más chicos y los más rápidos a los más lentos
32 de 33 plantas que el grupo VW tiene en territorio chino comenzaron a funcionar hace ya varias semanas. Ese eslabón fuerte de la cadena automotriz comenzó a definir una parte del juego. Y ni cortos ni perezosos anunciaron la puesta en marcha de la planta en Zwickau (Alemania) y la de Bratislava (Eslovaquia). Esto de manera progresiva luego de un cierre total de casi de un mes por la pandemia del coronavirus.
Esta empresa multinacional radicada en nuestro país comenzó a pisar fuerte en las decisiones del gobierno, acompañando las iniciativas políticas universales en otros Estados, en donde la relajación de los controles se disfraza con el “cuidado” de los trabajadores para producir. Esta empresa prepara sus fuerzas para iniciar también en la localidad de Pacheco una producción dirigida fundamentalmente a los nichos de exportación ya garantizados.
Recordemos que hace poquitos días el gobierno reculó (después de una bravuconada) con la amenaza de retirarse del Mercosur. En menos de 48 hs. las automotrices al igual que el conglomerado agro-industrial entre otros monopolios, obligaron a las autoridades a dejar a un lado esas acciones histéricas.
La planta de VW en Córdoba es la segunda automotriz a ponerse a producir en el país. Para ello se ha establecido un cronograma progresivo de turnos de producción. La primera semana se producirán un total de 3.573 cajas de transmisión y componentes; durante la segunda semana se producirían 7.082, en la tercera semana 7.790, y en la cuarta semana se alcanzará una producción de 8.040. De esta manera se podrían cumplir con las órdenes de producción comprometidas y contratos internacionales, dado que el 100% de la producción es con destino de exportación.
Una decisión política universal que cayó como “un rayo” en nuestro país y comenzó a condicionar y a la vez a correr el velo de la hipocresía del gobierno: insiste en cada discurso que primero está la salud y después la “platita”. Y esto no es así.
Negocios en marcha y muy rentables
Resulta que el salario se redujo un 25%, en una decisión tomada por los monopolios y aceptada completamente por el Gobierno y los sindicatos empresariales (aunque la realidad de nuestros bolsillos indica bastante más). A la vez, el Estado pagará el 50% de los mismos en empresas en “crisis”. Volkswagen es una más de ellas, aunque el salario de bolsillo se redujo en un 11,4%, ahora solo desembolsa un 35% de lo que antes desembolsaba (le exige al Estado que pague la mitad de los salarios reducidos y además dejó de hacer aportes/cargas patronales). Esto desnuda el ridículo discurso que “de esta salimos todos juntos” y muestran su verdadera cara ajustando solo a los trabajadores.
Entre mayo y junio varias plantas automotrices se pondrán en marcha y el argumento es que el cuidado de cada trabajador estará “controlado”. Estos “señores” se “olvidan” que las plantas en nuestro país son abastecidas por un sinnúmero de empresas proveedoras y que en su mayoría no están preparadas para “cuidar” del trabajador. Sin mencionar el traslado, la aglomeración y la falta de un sistema de salud arraigado. Y como si esto fuese poco, una avanzada de la clase dominante para precarizar el trabajo y lograr una reforma laboral de hecho.
Además, mienten. Las condiciones de trabajo en una planta de este tipo son muy difíciles de controlar. ¿Cómo hace un compañero de montaje o de final de línea para controlar su lugar de trabajo cuando el vehículo ya pasó por entre 300 y 500 personas? ¿O acaso se incorporarán operadores a desinfectar herramientas y productos en forma permanente? Además, las plantas estarían recibiendo personal de distintas partes del conurbano bonaerense, de CABA y otras provincias y serían un lugar en donde (si se da el contagio) rápidamente se puede propagar a distintas regiones del país.
Preveíamos claramente esta situación cuando el 29 de marzo pasado publicábamos nuestra propuesta frente a la pandemia, en donde en el primer punto señalábamos que en momentos como este hay que “Producir lo necesario para cubrir las necesidades de nuestro pueblo. Trabajadoras y trabajadores sabemos bien lo que es esencial o indispensable. Basta de producir para exportar”. Está claro que los trabajadores automotrices están siendo extorsionados para volver al trabajo y por ende los están exponiendo a una situación sanitaria inadmisible. No hay ningún justificativo para que esto ocurra más allá de la voracidad de ganancias de las empresas. Lo único que les importa es seguir exportando y no la salud de los trabajadores.
La rapidez de los negocios globalizados se lleva puesto a los diferentes Estados y sus respectivos gobiernos. Las empresas -encaramadas en las decisiones políticas- decidieron como en el caso de VW retomar la producción con un ajuste de cuentas contra la clase obrera. Y en ello el SMATA jugó el papel que tenía que jugar: como una parte de la trilogía del poder, una vez más fue un facilitador de decisiones anti obreras.
En la industria automotriz del país nada volverá a la “nueva normalidad”. El Estado de los monopolios intentará profundizar el ajuste aprovechando en su discurso que el coronavirus fue el causante de la actual crisis y “todos” tenemos que ayudar.
Mienten descaradamente. Caerán grandes empresas. Y es verdad, también grandes bancos. Y la tendencia es a la concentración económica y a una mayor centralización de capitales. Pero lo que no dicen es que las que queden en pie tendrán en sus arcas riquezas generadas por nuestro pueblo en cifras inimaginables. Pero insistirán en su argumento central que “todo” está en crisis.
El objetivo de la oligarquía financiera es achatar el salario de las más variadas formas y en ello están golpeando como un puño cerrado.
La vuelta al trabajo, la tan mentada “nueva normalidad” que nos quieren imponer, la tenemos que resistir como se está haciendo en varias trincheras de nuestro pueblo. Golpear una y otra vez con actos ofensivos a veces, resistiendo en otros, pero desenmascarando en cada acción a la clase dominante.
Las condiciones de vida de la gran mayoría del pueblo laborioso empeoraron notablemente.
A esta parte de la verdad es a la que debemos rebelarnos de las más variadas formas, basados en la experiencia que nuestra clase obrera y nuestro pueblo alcanzaron en años de lucha y movilización. La clase dominante tiene que saber que tiene el aliento en la nuca y no debemos sacarle pisada.
Profundizar el actual comportamiento de clase, solidaridad, unidad por abajo, democracia directa, son las herramientas para preparar una resistencia activa que nos ponga en un camino de plena rebeldía.