Romper la dispersión de fuerzas para avanzar hacia un proceso revolucionario que se proponga decididamente la lucha por el poder político, donde la clase obrera y el pueblo destruyan el viejo Estado burgués y comencemos a construir una nueva sociedad es una aspiración y una necesidad.
Es una necesidad política que empujará a que rápidamente las innumerables expresiones de lucha de nuestro pueblo encuentren en dicha unidad la materialización de sus aspiraciones, porque cuando eso no sucede ocurre terminan constituyéndose en un techo para la lucha. Miles de destacamentos revolucionarios, algunos de dimensiones regionales, otros locales: sectoriales de alcance regional o local, ya sea en un barrio, pequeña localidad, fábrica, universidad o escuela, se organizan hoy y están dando extraordinarias batallas.
Su conducta se destaca cuando se implementan nuevas metodologías. El descrédito a la institucionalidad burguesa, el desprecio al oportunismo electoralista e “izquierdoso” donde todo gira en el engaño y/o en la utilización de las luchas genuinas, tratando de desviarlas, de desvirtuarlas y destruyendo las experiencias, está dando lugar a verdaderas vanguardias que recurren a la autoconvocatoria con democracia directa, donde muchas de esas experiencias perduran en el tiempo organizadamente dejando verdaderos destacamentos en la búsqueda de algo superior que permita el avance y el desarrollo de la lucha.
La lucha de clases, lejos de serenarse, cada día se tensa aún más. Los reclamos se generalizan e incrementan y la brecha entre el capitalismo monopolista de Estado y la rebeldía de nuestro pueblo, se profundiza. Necesitamos dar pasos concretos y cada día más sólidos para poder llegar rápidamente a esos miles de organizaciones populares para que confluyan en una propuesta de unidad.
La columna vertebral de nuestra estrategia es la lucha por el poder y para ello debemos avanzar en el desarrollo del poder local. Pero éste no se podrá dar sólidamente si no encontramos constantes avances en la construcción de una unidad que sea motorizadora de la organización del poder local, como lo planteara Mario Roberto Santucho en Poder Burgués, Poder Revolucionario.
Las bases materiales en la sociedad de hoy en lo social se traducen en más horizontalidad, y por ello en más democracia directa. La burguesía perfeccionó su tumba. A diferencia de otras experiencias históricas donde nuestro Partido incluso fue protagonista (como el FAS, Frente Antimperialista por el Socialismo), la construcción de la unidad atravesará hoy un período en donde el esfuerzo no estará centrado fundamentalmente en una expresión superestructural. Esa gran unidad orgánica que se irá construyendo y por la que estamos trabajando deberá ir cristalizándose desde lo local a lo nacional, y aunque esto se exprese como contradictorio, potenciará lo local.
La unidad como la concebimos debe echar raíces en la construcción en el seno de las masas allí donde éstas están, para motorizar y organizar el afianzamiento del poder local en el corazón de la clase obrera y el pueblo, para poder ir generando así una disputa de doble poder a la burguesía.
Una expresión de unidad que en los hechos vaya ganando la autoridad desde la confrontación y la democracia directa. Es precisamente en el recorrer de ese camino donde auténticamente alcanzaran dichas experiencias la visualización y el reconocimiento como una autoridad política nacional, a partir que su esfuerzo lo centra y concentra en fortalecer el desarrollo de poder que van generando las masas.
No se trata de determinar aquí qué es lo primero, sino de la complementación de ambos: lo nacional lo impulsa; lo local lo plasma, lo desarrolla, lo materializa, pero fundamentalmente es lo que, en definitiva, le da contenido. Es ahí donde se construyen los cimientos de la nueva sociedad, del poder y del protagonismo político.
Son momentos de abrazar con total confianza a las masas y a sus vanguardias, tener firmeza en los principios de que la revolución es obra de las masas y que las organizaciones políticas somos producto de lo que la lucha de clases y las masas van generando.
La unidad y la movilización de todo el pueblo requerirá de la construcción de una herramienta política que la centralice y organice, impulse y oriente. La unidad es inherente a la práctica de lucha que hoy está realizando nuestro pueblo.