Por estas épocas de grandes dificultades para nuestra clase obrera, el Cordobazo no solo ha sido sino que es una gran enseñanza para las nuevas avanzadas que le están haciendo frente a iniciativas de una oligarquía financiera responsable de este presente.
Este hito del proletariado argentino fue la consecuencia de un largo proceso de acumulación de fuerzas de la clase, entendiendo que la misma tuvo raíces muy profundas, entre otras como la propia resistencia peronista inmediatamente posterior al golpe militar de Aramburu y Rojas. Sendas luchas obreras contra gobiernos que de una u otra manera intensificaron y facilitaron la presencia e injerencia directa de los monopolios en las instituciones del Estado. Basta recordar la política petrolera de Frondizi y su estrecha vinculación con el plan Conintes para reprimir cualquier intento de rebeldía, luchas obreras generalizadas en el gobierno de Ilía o las políticas que llevó adelante Onganía contra la clase obrera, en particular contra los obreros azucareros.
Fueron idas y vueltas para que la clase obrera diera su impronta en la sociedad que se estaba tambaleando. Allí se formaron y se forjaron «los Agustin Tosco», para sintetizar en un hombre todo el pensamiento clasista que comenzaba a pesar desde las misma entrañas de la lucha de clases. Los silenciosos aparecían con gritos liberadores a pesar de la persecución y castigo a muchos de ellos por luchar por sus derechos.
Fueron años de luchas económicas y luchas por derechos políticos. Y es desde esa experiencia en donde las fuerzas revolucionarias introducen la necesidad histórica de avanzar hacia una revolución de carácter socialista.
Ese Cordobazo que hoy recordamos fue expresión de lo acumulado en el sentido eminentemente político, de lo que no aparecía a ojos desprevenidos pero se sentía en las venas de la lucha de clases.
Ese salto cualitativo de la sociedad dejó su impronta, se puso en discusión el sistema capitalista y con ello se profundizó y se extendió el debate y la acción de la lucha por el poder.
Hoy recordamos este acontecimiento porque empezamos a sentir que la clase obrera comienza un proceso de comportamiento de clase. Y con ello queremos decir que a pesar de un montón de vicisitudes del hoy se ha comenzado a romper el aislamiento entre la clase obrera entre sí y la clase obrera con el pueblo.
¿Como lo viene haciendo?
Al igual que ayer y recogiendo esa memoria transmitida por millones de poros lo hace por un lado con ollas populares, muy lejos de almas caritativas pero muy cerca de la solidaridad activa y de clase. Y con movilizaciones que van ascendiendo con signos visibles de unidad. Basta recordar acontecimientos como los de los trabajadores y trabajadoras de Chubut, de Santa Cruz, que unificaron fuerzas para expresarse, adhesiones de trabajadoras y trabajadores de multiples fábricas, vecinos cercanos y no tanto. O como ocurre en el frigorífico Penta, La Nirva y el triunfo de los mineros en el sur de nuestro país.
Poblaciones apoyando luchas activas, preparando fuerzas, acumulando experiencias y fogueando a «los Toscos» del Cordobazo. Es en ese camino que una nueva calidad del proceso revolucionario se está amasando y en donde las ideas de revolución socialista tienen que hacer pie desde la misma rebeldía que recorre el actual espíritu de protesta reinante en la sociedad.