La clase dominante ha decidido avanzar en todos los frentes contra la clase obrera y el pueblo. Desde la necesidad de llevar adelante los negocios, la irracionalidad de la quema de fuerzas productivas no se detiene.
En sus filas la guerra se ha exacerbado y la trituradora de quiebras, fusiones y absorciones es un hecho, a pesar que esto que se expone está en los mismísimos inicios.
Las contradicciones políticas aún no se expresan con la virulencia que se están expresando en sus negocios. La guerra abierta por quienes se quedan con Vicentín, la puja por la presidencia de la Sociedad Rural, o por el negocio petrolero que enfrenta a monopolios que se ven favorecidos por la política de gobierno (la propia YPF con un barril criollo subsidiado y como contrapartida la empresa SHELL) puja que precipita enfrentamientos entre gobernadores y entre sindicalistas empresariales como son los casos de Pereyra-Milla.
La industria automotriz no le va en zaga. Le ha impuesto al gobierno celeridad y con ello la puesta en marcha de las necesidades que pujan para producir. Mandatos que vienen directamente de las centrales monopólicas que operan en el mundo globalizado. Podríamos hablar de otras guerras políticas que no salen a la superficie pero que de una u otra manera se expresan en el mundo del Capitalismo Monopolista que estamos viviendo. La socialización de la producción no tiene vuelta atrás y la oligarquía financiera en Argentina está expuesta también a guerras comerciales.
Del otro lado de la barricada la clase obrera y el pueblo resisten estas embestidas. De una u otra manera las aguas comienzan a dividirse también en el plano de la conciencia. En las grandes industrias la clase obrera asimila la responsabilidad cómo producir en cada empresa. Se ha comenzado a controlar los protocolos desde abajo y en ello el debate en ese mismo abajo está abierto. Si la salud está primero hay que llevar a cabo con hechos esa realidad. Entre medio comienzan a pesar las condiciones económicas, la plata no alcanza, la inflación no se detiene, el deterioro de las condiciones de trabajo es constante…
Los asalariados en general, esenciales y no esenciales padecen similares situaciones. Comienza a pesar la incertidumbre, el descontento en el que está atrapado y nada calma ese dolor y malestar. La necesidad de expresarse por los derechos políticos va tomando color. El Estado con su carácter represivo de la clase que lo sustenta ha hecho demostraciones bochornosas de su poder de fuego contra la población. Pero la reacción no se hace esperar y tenderá a agudizarse. La proletarización de millones que solo tienen la fuerza de trabajo para vender se ha acrecentado.
El cierre de pequeños y medianos negocios, pequeñas y medianas empresas además se expresar la quema de fuerzas productivas expresa la crudeza con que el sistema capitalista intenta avasallar, pisotear todos los derechos políticos de la sociedad.
De este lado se están velando las armas, la resistencia es la llama encendida para lo que se viene. La burguesía monopolista con su gobierno seguirá por el camino ya definido, el negocio se hará e intentarán el camino de la reforma laboral, la reforma jubilatoria y la reforma fiscal. Querrán afianzar el camino que iniciaron de hecho.
Pero por abajo el horno no está para bollos.
La lucha de resistencia tiene que quebrar el aislamiento, tanto dentro de cada empresa como fuera de ellas. Estamos hablando de caminar la unidad amplia y robusta para lo que se viene, para dar rienda suelta a más lucha y más enfrentamiento. Hay que caminar y fortalecer la organización por abajo, a cada hecho de lucha, de resistencia, hay que dejar organización, dar cuerpo para lo que se viene.
La lucha por los derechos políticos y las conquistas económicas requieren de la solidaridad de clase. Los actos solidarios rompen barreras infranqueables, ollas populares, presencia en puertas de establecimientos en lucha, solidaridad expresa con trabajadores de la salud, el ocupar los espacios que la clase dominante deja al abandono sometiendo a la sociedad humana a ningún tipo de cuidado.
A cada paso hay que preparar rebeliones, preparar los caminos con más organización. La democracia directa llevada en asambleas debe ayudar a quebrar la inercia cultural que subestima a las mayorías en la lucha y movilización concreta de fuerzas.
Estas fuerzas con un carácter electoral, de sostener el sistema, por estos días aparecen en los conflictos para servir de colchón de la lucha de clases. Militan para coartar toda iniciativa de democracia directa y acción independiente. Retrasan y a la vez le tienen temor a una ampliación de metodologías revolucionarias que de hecho ya han hecho pié.
Sabemos que este camino de democracia directa es muy duro por todo lo que está en juego, por todo lo que hay que enfrentar. Pero hay que persistir una y otra vez, buscarle la vuelta en el camino de la lucha, acumular en esa dirección. Y en ello hay que aferrarse al terreno local para ir nacionalizando la resistencia y pasar a otro peldaño de la lucha.