En estos últimos días hemos publicado dos artículos en donde nos referimos al tan promocionado por los medios “tema Vicentín”. En el primero se hace eje fundamentalmente en que bajo la populosa palabra de “expropiación” en realidad lo que se está haciendo es estatizar deuda privada para intentar sembrar tranquilidad y previsibilidad en los mercados e inyectar liquidez. Haciendo política al mejor estilo populista están aumentando el volumen de deuda externa haciendo recaer el fraude financiero de Vicentín sobre las espaldas del pueblo argentino. Dejando claro que la medida que impulsa el gobierno de la burguesía nada tiene que ver con una expropiación, sino que es el rescate de un monopolio en el marco de una transición hacia una nueva agudización en el proceso de concentración económica mundial.
En el segundo artículo, y tomando como ejemplo la “famosa” estatización de YPF en el año 2012, queda demostrado que –lejos de habernos beneficiado con la “soberanía energética”- lo que siguió a ese proceso ratificó lo que denunciábamos por aquellos años. Que el Estado argentino intervenga en la economía en épocas del capitalismo monopolista de Estado no hace más que confirmar el papel de los monopolios en las decisiones estatales. Papel que toma una dimensión mayor cuando esas intervenciones se dan en el marco de la trasnacionalización de la economía. Basta ver la entrada de capitales a YPF con el “acuerdo” con Chevrón, que aún hoy sigue siendo secreto y continúa vigente.
Metiéndonos en el rescate de la empresa Vicentín se hace necesario también establecer una posición de clase desde la óptica de los trabajadores.
Los obreros aceiteros, los trabajadores de todos los rubros y el pueblo en general sabemos la importancia de la actividad cerealera y aceitera de Vicentín. Tenemos en nuestras manos las herramientas para cubrir una necesidad básica del pueblo como es la alimentación: la nuestra es una verdadera producción esencial.
Por años asistimos a un proceso de vaciamiento de la empresa, que para nosotros significó pérdida de puestos de trabajo y reducciones salariales. Ahora vienen con el cuento de una intervención estatal salvadora, que significará “la solución” a nuestros problemas.
Los políticos, los empresarios y todos los voceros de los medios de información tratan el tema como un problema de negocios. Hablan de miles de millones de pesos y dólares, de toneladas de granos y aceite, pero nunca nombran a un solo laburante.
Esto se trata simplemente de responder: ¿Al servicio de quién se pondrá la capacidad productiva de las plantas de Vicentín? Nosotros reclamamos que se prioricen las necesidades del pueblo y de los trabajadores. Los chupasangre de los bancos ya ganaron demasiado.
Los que allí trabajamos somos el corazón de las cerealeras y las aceiteras, somos indispensables para que todo funcione. Una vez más afirmamos que si todo lo producimos, todo lo decidimos.
Frente a esta situación los trabajadores de Vicentín exigimos:
– Reactivación de la capacidad productiva completa de las plantas de Vicentín, que fueron reduciendo su funcionamiento durante los últimos años.
– Garantía de estabilidad para todos los trabajadores de la firma.
– Reincorporación inmediata de los despedidos a lo largo de la “crisis” de la empresa.
– Reapertura de las discusiones paritarias, para actualizar nuestro salario y ponerlo de acuerdo al trabajo que realizamos.