– La profunda confianza en las masas, la profunda desconfianza en el poder del capital y sus representantes.
– La necesidad de constituirse a partir de la organización propia e independiente de las bases con sus formas de autodefensa, en formas de poder local, que partiendo de los intereses comunes integren las luchas obreras con las luchas zonales y barriales unificando sus intereses comunes para enfrentar y disputar el poder de la burguesía y sus políticas de opresión.
– La constitución de un partido revolucionario profundamente arraigado en el seno del proletariado y en el pueblo para la dirección de la lucha de clases a partir del desarrollo insurreccional del poder local que culmine con el derrocamiento de la burguesía y su Estado parásito para avanzar al socialismo.
Tales son en grandes rasgos los legados de todo ese extraordinario colectivo de revolucionarios, con Mario Roberto Santucho a la cabeza, que no solo dieron su vida al PRT sino a una visión estratégica y revolucionaria que hoy tiene más vigencia que nunca en nuestro país y que se corresponde con las fundamentales premisas del marxismo leninismo. Es decir, con la teoría revolucionaria.
Mario Roberto Santucho, de quién hoy se cumplen 44 años de su desaparición física producto del secuestro y asesinato junto con otros compañeros históricos de la dirección del PRT, no elaboraron todo ese bagaje de fundamentos al margen de la acción.
Los mismos fueron producto de la acción política en la que estaban inmersos. En un profundo proceso de lucha de clases en los años 60 y 70, en la que millones de compatriotas fueron protagonistas y en la que nuestros dirigentes y militantes interactuaban enérgica e incansablemente.
De todo ello no solo derivan premisas teóricas fundamentales para el desarrollo del proceso revolucionario en nuestro país sino infinidad de aportes en cuanto a la multiplicación de herramientas de propaganda política, aportes en cuanto al desarrollo de la formación ideológica de cuadros y militantes, aportes en cuanto al desarrollo de experiencias de dirección política de grandes procesos de luchas obreras, aportes teóricos y políticos, métodos de análisis dialécticos, etc.
Todos ellos -sin dudas- aportes extraordinarios que pintan de cuerpo entero a hombres y mujeres que dieron su vida por la concreción de una revolución socialista y la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores. Pero que al mismo tiempo nos han legado todo ese arsenal de experiencias y de síntesis históricas a las generaciones presentes.
La militancia revolucionaria consecuente no puede sentir más que orgullo de que la propia lucha de clases ha dado hombres y mujeres que expresen verdaderamente los intereses de los trabajadores y el pueblo. Dirigentes revolucionarios que supieron encarnar esas batallas históricas que protagonizaron, no claudicaron ni por un instante frente al oportunismo ni a la puerilidad de la ideología burguesa.
Por ello el enemigo no los perdona, los oculta o los deforma. Porque con su acción han demostrado que desde la lucha revolucionaria adoptadas por las masas se puede enfrentar el poder.
Por ello el oportunismo de todo cuño disfraza su historia con análisis revisionistas que reproducen concepciones propias del reformismo, tergiversando los hechos y dando a entender que los revolucionarios y sus ideas científicas de trasformación social son algo del pasado, encarnado por algunos individuos y no por las propias masas.
Hoy en medio de la crisis cada vez más pronunciada que expone al sistema capitalista como nunca antes, donde la promesa de un capitalismo más bueno por venir resulta un insulto a la inteligencia de los pueblos, donde la propia burguesía advierte por el creciente interés de las masas por la ideas revolucionarias y donde cobran vigor conceptos como revolución y socialismo, que aparentemente estaban desarticulados y habían desaparecido del lenguaje político de los pueblos, el mejor homenaje que los revolucionarios debemos a las generaciones de revolucionarios que nos precedieron y a sus dirigentes más destacados como el Robi Santucho es desarrollar y ampliar toda la labor revolucionaria en el seno de la clase obrera y el pueblo que ellos iniciaron.
Construyendo poder local, los comités de base en las fábricas, las organizaciones sindicales independientes, unificando la suma de esas expresiones que conjugadas desde una estrategia insurreccional constituirán el ejército político de masas que ponga su mira en la toma del poder para derrocar a la burguesía y encare la construcción del socialismo.