Farmacity es una empresa que pertenece al grupo Pegasus que estuvo presidida desde su fundación (en el año 1997) por Mario Quintana estrecho colaborador del impresentable presidente Mauricio Macri. Además, fue uno de los “protegidos” y apañado por Elisa «Lilita» Carrió. Desde diciembre de 2015 a la fecha, Farmacity está presidida por Alejandro Gorodisch. Con su máster en economía en Nueva York Gorodischi maneja desde el año 2000 un portfolio de inversiones en varias empresas que incluye al sector agropecuario y a la industria láctea. En la década del 90 formó parte del directorio del Banco de Crédito Argentino hasta que fue absorbido por el Banco Bilbao Vizcaya (BBV) casi a la par del Banco Francés, dando origen a lo que hoy se conoce como BBVA.
Farmacity emplea a más de 6.000 personas de forma directa y tiene más de 250 puntos de venta en todo el país.
En esta enorme cadena de “farmacias” (difícil definirla de esa manera debido a la diversificación de productos que pone a la venta, desde golosinas y alimentos hasta artículos de limpieza y electrónicos) hace varios días se viene registrando un aumento de contagios en los trabajadores.
La actitud de la empresa es inadmisible. Viene poniendo en práctica una serie de impedimentos a través de gerentes o encargados de locales para que el resto de los trabajadores no se enteren. Solo se comunican con el contacto directo evitando con esto que se propague la noticia dentro de los locales.
Los gerentes o encargados son presionados desde la dirección de la empresa para que los trabajadores sigan trabajando hasta el último minuto sin aislarse con el consabido peligro que ello genera. Argumetan que si aumentan los gastos o “costos” en personal los hacen responsables a ellos los responsables por lo que presionan al personal profundizando la enajenación de los trabajadores.
Pero esto no ocurre en vano. Los trabajadores, viendo cómo aumenta el peligro de contagio no sólo para ellos sino también para sus familias, rompen la barrera del miedo a perder su puesto de trabajo, son conscientes de la situación y van dando los detalles de las infecciones de sus compañeros. Por abajo se va sabiendo todo, así como nos vamos enterando de otras mentiras de Farmacity.
Con el único afán de obtener más ganancias, la empresa incumple las normativas. No cubre todos los turnos con el responsable de la farmacia (es decir, un profesional farmacéutico). Todos los locales quedan sin el profesional a partir de las 22 horas. Ocurre lo mismo los días sábados por la tarde, los domingos y los feriados.
Este importantísimo incumplimiento de la normativa vigente lo realizan bajo el amparo de los gerentes o encargados del local, quienes ante la eventual presencia de inspectores del ministerio de salud escriben en el libro de actas que “el profesional farmacéutico se ausentó para ir al médico” y que “ya está viniendo el reemplazo”. Obligan a los demás trabajadores a mentir con la amenaza de que si no lo hacen van a perder su trabajo.
Frente a estos y otros graves problemas, el sindicato juega a las escondidas mientras los trabajadores se enferman. Quedando en claro que el camino que tenemos que recorrer en defensa de nuestra salud y nuestra calidad de vida está en nuestras manos, organizándonos de forma independiente por fuera de toda institucionalidad de la burguesía, plantándonos para pararles la mano a los patrones.