El conjunto de multitudinarias movilizaciones que se desarrollan en Bolivia sigue sumando sectores y diversas expresiones populares, con bloqueos de rutas en toda la geografía del país.
La prensa burguesa, en los pocos medios oficiales que han bajado esta noticia, atribuye este grado de movilización al hecho de haberse prorrogado una vez más, por parte del gobierno de Yáñez, la fecha de las próximas elecciones definidas para el 6 de setiembre y pasarlas para mediados de octubre.
Con el argumento que la pandemia y la cuarentena ponían en riesgo la salud de la población, la negativa del gobierno a acceder a las demandas posteriores que exigían el cumplimiento del 6 de setiembre fue el desencadenante de este grado de movilización que hoy surca toda la geografía del país.
Sin embargo, las aspiraciones democráticas de los pueblos están asociados directamente a las necesidades de vida digna no al acto electoral. Ello es lo que oculta la prensa burguesa que abona la idea de cambio de gobierno y reduce la formidable movilización del pueblo boliviano a las expectativas de una negociación entre bambalinas, resuelta por arriba entre figuritas del propio poder burgués. Por el contrario, la democracia que los pueblos demandan es lo opuesto a todo ello, puesto que la vida digna no puede materializarse sino a condición de transformar el sistema de dominación donde se asienta la democracia burguesa, que no es otro que el propio sistema capitalista y sus condiciones de explotación y miseria.
La Confederación Obrera Boliviana (COB), más las organizaciones indígenas, las organizaciones campesinas y obreras nucleadas en el “Pacto de Unidad”, más la diversidad de organizaciones políticas populares, que van desde organizaciones de género hasta agrupaciones sociales de variadas expresiones del pueblo se han venido pronunciando a lo largo de este año contra el régimen reaccionario de Jeanine Añez y toda la cúpula empresarial que gobierna el país en beneficio de determinadas facciones del poder monopolista. Mencionando de pasada que la crisis política del gobierno de Morales también estaba abonada por una incesante la lucha de clases que pretende atenuar Yáñez y que sin embargo contrariamente se ha acentuado pase al marco dictatorial que impone su régimen draconiano.
La acentuación de la crisis económica, la proscripción de las libertades políticas interpuestas por el carácter represivo y racista que ha instaurado este régimen, más la proscripción política y social, más las angustiantes y degradadas condiciones de trabajo y de vida que en medio de la pandemia y la cuarentena han provocado una situación sofocante para millones, sumado al hecho de la postergación constante de las elecciones que por ley correspondían ser realizadas a los 120 días de la caída del gobierno de Evo Morales, han llegado a un punto de inflexión.
Si bien es cierto que el conjunto de todas estas organizaciones mencionadas no dejaban de expresarse y posicionarse contra este conjunto de condiciones según sus propias definiciones políticas particulares, no es menos cierto que la sumatoria de políticas abiertamente antipopulares y reaccionarias de un régimen enteramente repudiado que ha pretendido sofocar las demandas de los trabajadores y el pueblo con más dictadura han promovido como consecuencia la más amplia reacción y permitido avanzar a iniciativas de movilización conjuntas y unitarias que ponen la lucha de sus necesidades en otro plano de la acción política de un pueblo dispuesto a decir basta.
“Se han juntado varias cosas, no salimos sólo para pedir elecciones”, aclara Adriana Guzmán integrante del feminismo comunitario anti patriarcal.
El conjunto de multitudinarias movilizaciones que se desarrollan a partir de la decisión del 28 de julio en una asamblea en La Paz sigue sumando sectores y diversas expresiones populares, que con bloqueos de rutas en toda la geografía del país y abonados por las recientes decisiones del movimiento obrero boliviano de prolongar las huelgas que habían definido la semana pasada y sostenerlas por tiempo indeterminado hacen ver un escenario donde la lucha de clases hace tambalear las propias condiciones políticas de un régimen que hace agua por los cuatro costados.
Lejos de dejarse amedrentar por las políticas reaccionarias del poder, la movilización de la clase obrera y el pueblo unificadas tienen un peso determinante a la hora de enfrentar condiciones totalmente ajenas a sus necesidades. Más que un veredicto es una condena expresada en las calles, en las rutas, en las minas, en las fábricas, en los campos, en las poblaciones y barriadas.
Aun con el hecho que el régimen de Yáñez y sus esbirros han pretendido sofocar los bloqueos y las movilizaciones con sus aparatos represivos, y que ante la imposibilidad de ello no han dejado de lado las amenazas de matanzas con decenas de granadas, como afirmó un funcionario, que ni siquiera las provocaciones y detenciones ni las falsas acusaciones, esas que los acusan de atentar contra la salud, aun aguantando las declaraciones de los funcionarios de la ONU condenando su lucha, aun a pesar de todo ello, la clase obrera y el pueblo boliviano se movilizan masivamente poniendo en alto las divisas de DEMOCRACIA, PAN, TRABAJO Y SALUD, y SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO.