En Reconquista, Santa Fe, se está produciendo un inmenso choque entre los intereses de la clase obrera y los de la burguesía. Como un terremoto, sus consecuencias se expanden a todos los niveles y abarcan cada vez más espacios. El abajo se mueve y todo lo que está arriba se ve afectado y tiembla.
El fallecimiento de Sergio “Mono” Nardelli dejó a sus socios y parientes, y a sus familiares-asociados, con una pesada herencia. El espacio de poder del grupo Vicentin pretendía configurarse como una “nueva Forestal”, con añoranzas al señorío que construyó el emporio de origen británico a lo largo de décadas en la zona del norte santafesino y el Chaco austral, y ahora todo está en disputa. Los proyectos de negocios y el dominio monopolista de Vicentin están resquebrajados por sus propios errores, por la competencia con otros sectores burgueses, y por supuesto por acción de la resistencia de los sectores populares y obreros en especial. La burguesía propone y la lucha de clases dispone…
Vicentin fue creciendo en los últimos años hasta convertirse en un grupo diversificado que incorporó diferentes sectores productivos. En general aplicaron un principio de concentración económica que integró la producción primaria de alimentos con distintos procesos de elaboración, con una producción principalmente destinada a la exportación. Para ello cuentan con una red de distribución propia y administran una terminal portuaria.
En el último tiempo se encontraron con una serie de obstáculos que complicaron sus planes. Luego de gozar del apoyo de los gobiernos de Cristina Fernández y Mauricio Macri, traducido en préstamos astronómicos y en el respaldo a su concentración de capitales, de repente “se les cerró el grifo”. Los gobiernos locales (Reconquista, Avellaneda ) responden directamente a sus mandatos, pero al negociar con las autoridades provinciales o nacionales su voz tiene un peso menor, porque entran a jugar monopolios aun mayores. Firmas como Glencore, Cargill, Chevron o los bancos internacionales tienen una llegada más directa a las oficinas de Perotti o Fernández, y a Vicentin le cuesta articular sus intereses con los de los demás. Pero todo se volvió peor con el reclamo de los trabajadores de Algodonera Avellaneda, que pusieron en cuestión las raíces de su poder y denunciaron su carácter de explotadores. Ya llevan dos meses enfrentando a los patrones, y su posición se sostiene y fortalece.
La burguesía intenta dar un cierre al conflicto sin dar respuestas a los reclamos de los trabajadores. Como siempre que su poder entra en discusión, su salida es la violencia. Para ello recurren a todas las herramientas a su alcance: la policía o las patotas sindicales amedrentan a los obreros, presentan denuncias a la justicia y los funcionarios amenazan con juicios a los manifestantes, hablan en los medios de cerrar la empresa, desconocen la representación elegida por los trabajadores. Se nota que están desorientados, pero igual tiran manotazos de ahogado.
Por su parte, los trabajadores desmotadores-textiles se mantienen firmes en sus demandas y dan pasos para profundizar el conflicto. Consolidaron la experiencia democrática con asambleas en la puerta de la fábrica, lo que dio lugar a medidas de fuerza más contundentes y masivas y reforzó la posición de los delegados y los voceros de la base. Con movilización en las calles de Reconquista y Avellaneda cosecharon el apoyo de los vecinos de ambas localidades y de trabajadores de otros sectores. Además, llevaron su protesta a las oficinas del grupo Vicentin en Avellaneda y a los domicilios de los empresarios y los dirigentes sindicales burocráticos. Con eso pusieron claro quiénes son los verdaderos responsables de su situación. En estos recorridos, se acercaron hasta las plantas del frigorífico Friar en Reconquista y del complejo industrial Vicentin en Avellaneda (donde están ubicadas la aceitera, la empaquetadora y otra algodonera, todas del mismo grupo). Con su actitud consiguieron romper el aislamiento de su lucha y unificar la identidad de todos los trabajadores, más allá del gremio al que pertenezcan. Hoy queda claro que una victoria de los textiles será un avance para toda la clase.
Queda claro que este es un escenario de clase contra clase. En cada episodio, obreros y burgueses acuden a sus propias armas y plantean sus posiciones y el resto de la sociedad pasa de simple espectador a tomar partido y alinearse con uno de los grupos en disputa.
La solución inmediata es que los empresarios otorguen los aumentos salariales que demandan los trabajadores, pero ya no alcanzará con eso para frenar las luchas obreras. El ejemplo de democracia en las bases, de unidad entre sectores, de movilización permanente, dio inicio a un nuevo ciclo de luchas que puede extenderse en el tiempo y expandirse a otros lugares del país. Los obreros conscientes y los revolucionarios sabemos que ese es el camino a transitar para conseguir la vida digna que nos merecemos.
#ClaseContraClase
#GolpearComoUnSoloPuño