Hasta el miércoles pasado se habían registrado en lo que va del año 369 conflictos laborales en China. En su mayoría reclamos salariales y por mejores condiciones de trabajo. A la vez se produjeron 252 accidentes provocados fundamentalmente por instalaciones no preparadas o utilizadas al extremo en la producción, lo que provocaron la muerte inmediata de trabajadores, amén de deterioro permanente de la naturaleza. Ayer mismo el primer ministro chino, LI Keqiang, después del Congreso Nacional del Pueblo reconoció que hay 600 millones de trabajadores chinos que reciben un salario de 145 dólares por mes. Salario que no alcanza ni para pagar un alquiler en las grandes urbes de ese país. «Contradictoriamente» este país asiático se transformó en el segundo a nivel mundial en “producir” nuevos multimillonarios: 373 solamente en 2020.
Mientras tanto en EEUU los maestros del área de Phoenix detuvieron ayer el primer día de clases alentando cada vez más una huelga nacional. Luchas de docentes de estudiantes y padres que devienen de cifras de huelgas y paros en la industria que baten récords en más de 35 años de relativa calma social. 425 000 trabajadoras y trabajadores participaron en paros en el 2019 y en todo el 2018 fueron 485.000. A la cabeza estuvieron los obreros de GM con 40 días de paro abarcando a 46.000 obreros en el orden nacional. No fue menor la huelga en las tiendas Stop and Shop con más de 30.000 trabajadores parados.
En fin, podríamos agobiar a nuestros lectores con cifras y más cifras, pero en alguna medida la tendencia a la agudización de la lucha de la clase obrera y del pueblo en estos dos países nos están poniendo sobre la mesa que la mal llamada guerra comercial entre ambas potencias es producto de disputas intermonopolistas por un lado, mientras que por el otro lo que no se pone sobre la mesa es la lucha de clases en estos grandes episodios de la historia reciente y presente.
Empresas radicadas en EEUU se han instalado en China y con salarios miserables no dejarán de producir en esas tierras. Han entrado a participar activamente en el mercado asiático considerando que la clase dominante en aquel gigante país ha levantado restricciones que imposibilitaban poseer empresas con el 100% de capital extranjero. Medidas que en la pandemia se vienen profundizando con el reconocimiento explícito de un salario de 145 dólares mensuales.
Esta breve introducción nos ayuda a reflexionar e investigar el devenir inmediato y el por qué poner en un justo análisis la lucha de clases y su ascendente presencia en todo el planeta; lo que ha debilitado la necesaria centralización política de la burguesía monopolista para encarar con cierta certeza los pasos post pandemia.
El mundo está en un limbo. La lucha por los derechos políticos, económicos y sociales van creciendo y nadie escapa a esta realidad planetaria. Por el contrario, la andrajosa democracia “representativa” va necesitando mostrarse el tal cual es aplicando su cruel autoritarismo, con o sin sus Constituciones.
Frente a sus pueblos, qué mejor que esos autoritarismos se llenen de una verborragia populista y nacionalista cuando de lo que se trata -en la época del Capitalismo Monopolista de Estado- es de romper todas las barreras “nacionales” para garantizar la ganancia de los monopolios.
“Nacionalismos” para los pueblos, pero más institucionalización que facilite los procesos de concentración económica y centralización de capitales.
Las guerras interimperialistas ya desatadas no hacen más que afirmar la necesidad imperiosa de posicionarse en los mercados y para ello las guerras son un hecho.
La existencia real de una conflagración mundial se ha profundizado más allá de ciertos gestos que se expresen en la variedad de contendientes. Alemania “democrática”, “defensora” de los derechos humanos permitió en el encuentro reciente en Europa y que Polonia y Austria reciban una ayuda “europea” sin tocar los basamentos autoritarios en esos países. A los pocos días se supo que 50 tanques de última generación pasaban a formar parte del ahora ejército “democrático” de Austria.
Focos de tensión en el Mediterráneo, entre Arabia Saudita-Emiratos Árabes contra Qatar, China-India, Europa, EEUU, por nombrar una ínfima parte de conflictos. Pero lo cierto es que en ellos priman las pesadas luchas obreras y populares que precedieron la pandemia y que se presentaron luego de la última gran crisis capitalista del 2008. Como ejemplo sirve la huelga más grande de la historia de la India.
Levantamientos populares de todo tipo y orden. El pueblo chileno a la cabeza en América Latina. Cobra vigor entonces el inicio de este artículo, en donde planteamos que las clases comienzan a presentarse como clases enfrentadas y no es menor que las mismas surjan en las entrañas de los países capitalistas más poderosos.
Hasta marzo del 2020 hubo un sostenido crecimiento de las aspiraciones democráticas de los pueblos. Las mismas cobrarán vigor post pandemia. Las injusticias sociales se han agravado y la clase dominante está descentralizada en lo político afirmando su tendencia a mayor crisis política.
La clase obrera está dando su presente en puntos ríspidos de disputas y con ella la calidad de los futuros procesos irá adquiriendo una nueva calidad.
El sistema capitalista tiende a que la burguesía monopolista ejerza el autoritarismo más desgarrador. Pero a diferencia de los últimos 40 años, los pueblos del mundo no están dispuestos a seguir tolerando la soberbia impuesta a fuerza de engaño y represión.
La moneda está en aire y la preparación de fuerzas obreras y populares continuará su ascendente marcha.