Sin dudas durante estos tiempos de pandemia salieron a la luz muchas miserias y desigualdades, y el gremio aeronáutico no es la excepción. Así quedaron al descubierto falencias, crueldad, cinismo y prepotencia con los que continúan manejándose empresarios y políticos de turno, con el único objetivo de destruir salarios y precarizar condiciones laborales.
Otra vez los sindicatos, con su accionar, demuestran avalar las medidas empresariales.
Sin ir muy lejos, varias empresas privadas que al poco tiempo de festejar la obtención de rutas y pavonearse de sus logros por operar en cielos argentinos, en la primera de cambio dejaron tirados a miles de empleados sin salarios y en muchos casos sin sus puestos de trabajo. Aeronáuticos en lucha, desde Avian hasta LATAM y Austral reclamando en las calles a pesar de las restricciones, decidieron autoconvocarse porque si no se mueven lo pierden todo.
Los meses de confinamiento son el medio para modificar convenios, bajar salarios y reestructurar las operaciones. Todo lo que durante años han intentado implementar con diferentes excusas, hoy pretenden imponerlo a la fuerza amparándose en la «crisis aerocomercial más grave de la historia».
Insistir en que los trabajadores somos los que tenemos que apoyar a la empresa para salir adelante, arremangarnos, comprender, callar, aguantar y ceder, no es un recurso nuevo. De hecho, los trabajadores somos, sin dudas, los que sostuvimos y pusimos el cuerpo cada vez que fue necesario. Si esta es realmente la crisis más grave de la historia ¿por qué los sindicatos no toman medidas concretas, convocan a asambleas, planifican estrategias colectivas y explican la verdad de lo que está ocurriendo?
Los comunicados que envían defienden más las posturas empresariales que a sus propios afiliados. Pretenden arriarnos como ganado e intentan convencernos que es para «conservar nuestra fuente de trabajo». Esta postura debería estar totalmente fuera de discusión, ya que un sindicato jamás debería partir de esa premisa, sino más bien todo lo contrario.
La cúpula de Aerolíneas Argentinas y la ANAC, que no son más que dos caras de la misma moneda, tienen como objetivo degradar los convenios colectivos de trabajo, modificar decretos que regulan tiempos de vuelo y de descanso, reestructurar los 10 días opuestos a las vacaciones, cambiar la edad jubilatoria y sus beneficios… y la lista sigue afectando a todos los sectores por igual.
Por otro lado, debemos recordar que nuestros salarios se han visto fuertemente afectados ya que desde hace tres años no hemos tenido paritarias compensatorias, al no estar volando hay muchos ítems no remunerativos que tampoco estamos cobrando, incluyendo el ingreso de viáticos. Sin dudas ya estamos poniendo mucho más que el hombro… pero parece que nunca alcanza.
Ceder condiciones laborales que no son ni privilegios ni beneficios como quieren hacerle creer a la opinión pública a través de los medios, degradar nuestros salarios, amenazarnos con el planteo de «salvar el mercado aeronáutico» a través de despidos y retiros masivos, son recursos que ya escuchamos y conocemos. Y así, todo el mercado aeronáutico argentino siguió funcionando y siguió siendo indispensable para el desarrollo del país.
Año tras año en cada paritaria y sin pandemia de por medio, escuchamos los mismos argumentos. Siempre tienen una excusa para presionar y desalentar las reivindicaciones laborales.
Y ni hablar de las libertades políticas, la persecución existe incluso a través de las redes sociales donde explícitamente pretenden amedrentar para que no difundamos ni opinemos sobre esta situación.
El negocio aerocomercial ha generado durante décadas en todo el mundo ganancias multimillonarias –por más que tergiversen sus balances contables para obtener beneficios impositivos, subsidios, etc.-; se trata de un sector esencial para la propia producción capitalista: el mercado mundial no puede prescindir de la aviación para transportar tanto personas, como mercancías.
Año tras año sufrimos lo mismo: baja salarial, avance en la flexibilización de nuestras condiciones laborales, desregulación de las normativas de seguridad, etc. Con la crisis económica actual este ajuste se ha acrecentado tremendamente, y una vez más los sindicatos arreglan por abajo con las empresas.
Si no nos organizamos de manera independiente por fuera de estas burocracias que arreglan todo por arriba, las empresas van a seguir avanzando sobre nuestras condiciones de vida.
A los acuerdos por arriba debemos oponerle organización por abajo.