Mientras los discursos ruedan hipócritamente en los salones de la ONU, el planeta está sometido a serios riesgos de extinción.
La sociedad humana, la gran mayoría de la población mundial atraviesa una época histórica de inflexión y de supervivencia. Serios riesgos acechan a los pueblos del mundo (la pandemia es solo una de ellos) consecuencia de un sistema capitalista injusto que hace agua por todos lados.
Amén del COVID 19 se destacan serios riesgos de guerras de carácter nuclear que, aunque focalizadas, aún podrían derivar en la desaparición de la vida en el planeta.
Lo mismo sucede con la naturaleza castigada por el cambio climático advirtiendo en una de sus “mil batallas” cotidianas que el castigo que sufre requiere rápidas soluciones.
Podemos mencionar muchas consecuencias que produce el sistema capitalista, pero ¿acaso existe en la historia de la humanidad la aspiración suicida? ¿Es ella parte de la condición humana?
No hay un solo antecedente de ello, pero sí sobran antecedentes en donde los sistemas que hicieron agua, que no pudieron dar respuesta a las necesidades que empujaban desde muy debajo de las sociedades establecidas lucharon por sostenerse creando grandes zozobras a masas explotadas y empobrecidas. Un sistema injusto desapareció cuando hubo una voluntad humana de hacerlo desaparecer y así ocurrió a lo largo de la historia. Las fuerzas productivas de las sociedades en cada momento se sintieron ahogadas y emergieron a un nuevo escalón de su desarrollo a través de revoluciones sociales.
Hoy en día el sistema capitalista está frenando la historia y para continuar con preponderancia y dominación a contramano de los intereses de la humanidad necesita avanzar en un fuerte proceso de concentración de fuerzas políticas y militares que posibiliten su preservación en el tiempo.
En la cúspide de ese dominio se encuentra la oligarquía financiera y ella se presenta en todo el planeta disputando mercados. Distintos sectores monopolistas disputan palmo a palmo cada centímetro de negocios y para ello concentran más fuerzas militares de exterminio abriendo focos de tensión en varios puntos del planeta. Países con poder de fuego nuclear focalizado y cuyos mandos inferiores están en condiciones de desatar un desquicio mundial. Hablamos de puntos en disputa como Medio y Lejano Oriente, la cuestión de Irán- Israel, China- India, varias regiones de Europa y Asia, el actual conflicto Egipto-Turquía, Rusia-Siria-EEUU-Turquía, una zona con años de enfrentamientos. Solo mencionamos algunos conflictos abiertos en el plano militar y específicamente del riesgo de confrontación nuclear.
También en América Latina las fuerzas oscuras de la reacción contrarrevolucionarias han desembarcado poniendo en peligro la paz del continente. La actual amenaza de intervención militar sobre Venezuela es un claro ejemplo de la voracidad y de hasta dónde están dispuestos a llegar contra la autodeterminación de los pueblos.
Si nos paramos por un segundo a analizar el planeta y los países confrontados, podremos ver en ellos las disputas de los monopolios que han trasvasado fronteras. Los mismos se han apoderado de los Estados y en uno y otro encuentran la necesaria apoyatura institucional para afirmar su poderío en el mercado. En las Naciones Unidas de los discursos de hoy son guerreristas pero todos tienden a diluir el debate sobre el sistema capitalista porque es el sistema que los cobija y poner en serias dificultades la vida humana y la naturaleza con cambios climáticos acelerados.
Nadie habla del horror que los une cuando el salario en el mundo ha descendido a situaciones límite de supervivencia.
Sin embargo, decíamos más arriba que no hay antecedentes en las sociedades humanas de aspiraciones suicidas y a pesar de la ceguera de la clase dominante a nivel planetario y de su sistema anárquico, la existencia de la lucha de clases subordina y establece otra visión del mundo. El imperialismo no es la única condición para la vida humana. Ellos imponen que es lo único posible negando cualquier posibilidad de transformación, pero esta etapa del capitalismo es transitoria y puede ser derrotada.
Las guerras que hemos nombrado sean calientes o frías, sean comerciales o militares están sujetas a las luchas de los pueblos en cada uno de esos lugares y a la vez a nivel mundial. Los señores de las Naciones Unidas están sometidos a las luchas de sus propios pueblos y sino habría que preguntarles a los “señores de la Paz” de cómo EEUU, Israel, Emiratos Árabes y Barein acuerdan un tratado para disputar un recorrido entremezclado de diversidad de intereses, pero a la vez sometidos en sus propias fronteras a guerras de clases que se expresan con huelgas históricas y movilizaciones por derechos políticos que no se vivían en décadas. En el mientras tanto, el negocio de la guerra delata que EEUU abastecerá de F35 a los países árabes de la “Paz” con Israel.
No es menor la lucha de clases en países enfrentados por los nuevos negocios. En India se viene de la huelga más grande de su historia y en China el ascenso huelguístico no se detiene. Tampoco es casual que escuchemos discursos “nacionalistas” en las sesiones actuales de la ONU para ocultar el verdadero entramado de la oligarquía financiera y confundir a un a parte de la población mundial y desviar la atención sobre la verdadera causa: es el sistema capitalista el responsable de los males de la población mundial.
La humanidad y su relación con la naturaleza pueden desarrollarse con una paz duradera. La oligarquía financiera y sus negocios necesitan de la guerra para frenar la historia. Es en esa línea de pensamiento que Lenin nos hablaba de la guerra de clases para desmitificar el contenido de que significa paz.
Hoy, la diversidad de guerras por las ganancias, de sus consecuencias hacia los pueblos del mundo es cada vez más visible y por ello se resiste. Pero la guerra de clases sigue abierta y ella trasciende las fronteras. Los pueblos del mundo y la clase obrera en los últimos diez años han dado avances importantes en asimilar que a un sistema injusto no se llora, sino que se lo combate.
Miles de millones de seres en el mundo expresan aspiraciones democráticas de todo tipo, están incorporándose a la búsqueda de nuevas salidas para la humanidad y el hecho de que la clase obrera comience una etapa en donde su presencia como clase le aporta un contenido de otra calidad, esa guerra de clases expresada en mil formas es la que hoy está sacudiendo el desconcierto generalizado de una oligarquía financiera que expone en las Naciones Unidas lo peor de sus entrañas.