Desde que se declaró pandemia mundial la enfermedad provocada por el virus Covid-19, afirmamos que la burguesía monopolista, a nivel planetario, utilizaría la misma para atravesar la crisis de superproducción del sistema que se venía gestando y manifestando de diversas formas.
Como en las anteriores crisis de este carácter la única vía que tiene la clase dominante para superar la misma y volver a un ciclo de reproducción y acumulación del capital, es la destrucción masiva de fuerzas productivas y, en este período en particular, la ratificación de una política impulsada en las últimas décadas para reducir al máximo la masa salarial como vía para amortiguar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, proceso objetivo del modo de producción capitalista que se viene agudizando también desde hace algunas décadas y al que hemos desarrollado en otros artículos de esta misma página.
Los mismos voceros del sistema no pueden ocultar que la actual crisis es de una envergadura igual o superior a la de otras etapas del sistema capitalista. Muchas veces estas afirmaciones suelen ser tomadas como una descripción simplista, en el sentido de decir algo así como “luego de la tempestad, viene la calma”. Por lo que la opinión de estos sectores termina resultando un llamado a esperar que la crisis se resuelva; a que la misma podrá capearse y se podrá volver a otros tiempos mejores.
Pero en realidad lo que se oculta es que cada crisis del nivel que se está atravesando en la actualidad significa una nueva vuelta de tuerca en el proceso de concentración y centralización de capitales que deja en el camino no sólo empresas que quiebran o son absorbidas por capitales más grandes sino, y fundamentalmente, a millones de trabajadores que o pierden sus empleos o ven reducidos sus ingresos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de publicar un informe el 23 de septiembre pasado (https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_755883/lang–es/index.htm) en el que detalla las consecuencias de la crisis, aprovechadas al máximo por la oligarquía financiera mundial con el pretexto de la pandemia.
Allí se informa que durante los tres primeros trimestres de 2020 se han destruido 1.000 millones de puestos de trabajo. La previsión para el cuarto trimestre es de 245 millones de puestos más que se perderían.
En lo que se refiere a la pérdida de ingresos por parte de los trabajadores a nivel mundial, los tres primeros trimestres arrojan un cálculo de 3,5 billones de dólares; ello representa el 5,5 % del PBI mundial.
Una cosa es decir que la crisis golpea fuerte en los sectores trabajadores, otra es verlo en números que representan pérdidas de ingresos que, con o sin pandemia, no podrán recuperarse. Ello implica un deterioro fenomenal del nivel de vida de los trabajadores y de los pueblos a nivel planetario que no son ninguna causalidad sino que, como decíamos más arriba, es parte de la “solución” que el sistema capitalista tiene para superar esta crisis. Y las que vengan.
Al mismo tiempo que esto sucede los gobiernos no han dejado de realizar rescates y salvatajes a empresas monopolistas, mientras por otro lado se han practicado ayudas totalmente miserables e irrisorias a los sectores populares.
En nuestro país, en el mes de agosto de 2020, sólo de intereses de la deuda se pagaron 57.544 millones de pesos; sumados a los subsidios económicos a las empresas, 62.879 millones de pesos, y los subsidios para el pago de salarios (ATP), de 26.176 millones, arroja un gasto de 146.599 millones de pesos contra los 81.193 millones que se gastaron en el mismo período por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que, recordemos, es de 10.000 pesos que se hacen efectivos, de hecho, cada dos meses. (https://www.opc.gob.ar/informes/analisis-de-la-ejecucion-presupuestaria-de-la-administracion-nacional-agosto-2020-2/)
La conclusión a la que nos lleva todas estas cifras es que el monumental ajuste que está llevando a cabo la oligarquía financiera mundial es la aplicación sistemática de una política. Una definida política de la clase dominante contra las clases explotadas y oprimidas que ya se venía aplicando y que se agudizó fenomenalmente este año.