El gobierno de la provincia del Chaco está mostrando un rostro cada vez más autoritario. Con indicadores socioeconómicos y sanitarios de terror, la única salida que ofrece es la represión a la protesta.
Mal puede justificar este presente Jorge Milton Capitanich. Luego de tres mandatos al frente del poder ejecutivo, el peronismo y sus aliados ocasionales sólo pueden mostrar retrocesos y fracasos en la atención de los principales problemas de la sociedad. La epidemia mostró que el sistema de salud estaba en el abandono, falto de recursos humanos e insumos para cumplir con su tarea. Algo similar ocurre con el área de educación, que arrastra una crisis cada vez más profunda.
Esta semana el Indec dio a conocer que el 48,7% de la población del Gran Resistencia está por debajo de la línea de pobreza. Y entre ellos, 18,2% quedaron en niveles de indigencia. Algo similar ocurre en el interior de la provincia.
En un territorio inmenso y pleno de riquezas, casi la mitad del pueblo chaqueño se enfrenta a la imposibilidad de asegurar la comida y los bienes mínimos para vivir. Y esto incluye a los trabajadores estatales y privados, que están incorporados a la economía formal pero tienen ingresos insuficientes. Como ejemplo: un maestro de grado al final de su carrera, con bonificaciones por antigüedad y por todo concepto, recibe un salario que no alcanza el 70% de la canasta familiar.
El malestar general que venía arrastrando la clase trabajadora se vio opacado por los primeros meses de la cuarentena. Pero el bolsillo aprieta y no hay coronavirus que valga. En todos los sectores comienza a aflorar el reclamo de mejoras salariales y de condiciones de trabajo.
A lo que se presenta como una ola creciente de movilizaciones, la respuesta de Capitanich fue contundente: «no hay plata para ustedes. Y si siguen la protesta, habrá represión para todos».
Convocaron a un experto en violación de DDHH, el sargento Gustavo Olivello, para que aplique mano dura en las calles. En pocos días de gestión, ya cuenta detenciones arbitrarias de dirigentes sociales, agresión a trabajadores de prensa, y el colmo de haber maltratado a la propia secretaria de DDHH de la provincia, que quiso mediar en un operativo policial desplegado en el centro de Resistencia.
La alternativa a estas políticas sale de abajo. En los lugares de trabajo, por redes, a distancia, como haga falta, los chaqueños volvemos a organizarnos para luchar por lo que nos corresponde. El estado deliberativo se extiende cada vez más, y hace temblar a las estructuras sindicales que son cómplices del gobierno. Estamos preparando nuevas jornadas de lucha, porque sabemos que es la única forma de conseguir las soluciones a nuestros problemas.