Mientras tanto, el festival de deuda y bonos continúa…
La sanción del presupuesto 2021, la nueva fórmula de movilidad jubilatoria, confirmaron el descomunal ajuste que sigue impulsando el gobierno de los monopolios.
No el de Macri; el de Fernández-Fernández.
Con el presupuesto votado el gobierno nacional intenta llevar el actual déficit fiscal de 11,5% del PBI al 4,5%. O menos, tal cual promete el ministro Guzmán a sus mandantes monopolistas. La nueva fórmula para “actualizar” jubilaciones hace un mix entre aumentos salariales y recaudación, en este último caso poniéndole un techo de 3% al máximo pero ningún tope al mínimo. Es decir que si la recaudación aumenta el cálculo tendrá un límite de hasta un 3% de lo recaudado, en cambio si baja no hay piso alguno.
Ajuste tras ajuste contra el pueblo trabajador. Esa es la proa que ha confirmado la nave del gobierno para el año próximo.
Pero mientras todo esto sucede, poco se habla de la enorme masa de nuevo endeudamiento que el gobierno ha generado y que representa un fenomenal negocio para los bancos, tal cual viene sucediendo hace décadas.
De nuevo, no hablamos del gobierno de Macri. Es el de Fernández-Fernández.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) en octubre se registraron colocaciones de títulos y desembolsos de préstamos por el equivalente a USD6.757 millones, de los cuales $148.236 millones (USD2.087 millones) correspondieron a licitaciones de títulos de mercado en pesos. Además, se licitaron bonos vinculados al dólar (dollar-linked) que resultaron en la colocación de nuevos instrumentos por USD3.426 millones. Este nuevo bono es denominado en pesos pero sus tenedores tienen garantizado que estará atado a la evolución del dólar, lo que significa lisa y llanamente un seguro de cambio para los prestamistas. Así Argentina es un país que tiene salario mínimo apenas por encima de los USD100 y tasas de retorno garantizadas para los que le prestan al gobierno. De allí que le ministro Kulfas afirmó “Argentina es un país barato”. Por otro lado, en octubre se canceló el equivalente a USD4.874 millones de capital. Para noviembre y diciembre las cosas seguirán de para bienes a la oligarquía financiera; se estima que en los dos últimos meses del año los vencimientos a pagar son de USD 13210 millones.
Todo este enjambre de cifras multimillonarias significa una apropiación por parte de la oligarquía financiera del esfuerzo y el trabajo de millones de argentinos. La contrapartida son los sueldos y jubilaciones a la baja, el aumento de la inflación constante, la eliminación de subsidios a los sectores populares, etc. Una inmensa masa de plusvalía social que va a parar directo a los bolsillos de la burguesía monopolista. Lo que los técnicos denominan “transferencia de ingresos”.
Este panorama que implica, cual cuenta matemática común, que lo que se apropia la burguesía es lo que se le quita al pueblo trabajador, necesita que éste último acepte las condiciones de la partida que la burguesía presenta. Allí mete la cola no el diablo sino la lucha de clases. La resistencia que se viene acrecentando hace meses comienza a mostrar atisbos de que la lucha salarial se pondrá sobre la mesa por parte del proletariado. Las condiciones de vida empeoran cada día y los niveles salariales han quedado por el piso, lo que reforzará esa tendencia de lucha salarial.
En ese camino comienza a destacarse una vanguardia proletaria que, aun en medio de las dificultades que se presentan a la hora de la organización independiente, muestra una firme decisión por seguir impulsando la misma que ayude a materializar la independencia de clase que es necesaria para avanzar en el actual y futuros enfrentamientos contra las políticas de los monopolios.
Como lo afirmamos en el artículo publicado en este medio el pasado miércoles 11 de noviembre: “Es sobre esas avanzadas en donde hay que insistir y persistir para que ese empuje lo contagien para más abajo, para que del espíritu de resistencia y de bronca vaya cada vez más abajo y se masifique permanentemente… Se necesitan obreros revolucionarios que rompan decididamente con las metodologías impuestas por la clase dominante y organicen en diferentes planos políticos esa independencia de clase que debe enfrentar al poder burgués a cada momento”.
Esa es una de las tareas primordiales en esta etapa donde los revolucionarios aspiramos a aportar en la elevación del proceso de lucha de clases.