Cuando muere un trabajador, el titular es “accidente laboral”. Pero cuando muere un burgués, la placa dice “tragedia”.
Así nos presentaron durante la tarde noche de ayer la noticia del fallecimiento de Jorge Brito, capo del Banco Macro, que murió mientras volvía de hacer negocios con el gobernador de Salta. Cuando una mujer es violada, lo primero que hacen los medios de comunicación es indagar sobre cómo iba vestida, por donde caminaba, a qué hora, de donde venía. Sin embargo, cuando un hombre de la burguesía como Jorge Brito se desvía de la ruta de su helicóptero para hacer turismo aventura entre los cañadones salteños con total impunidad, lo que termina en su muerte y la de quien venía como copiloto –el pobre tipo aparentemente no tiene nombre para los medios de comunicación- nadie se pregunta nada. A lamentar la tragedia…
Si escribimos esta nota no es porque nos interese en absoluto el destino de estos burgueses, sino porque todos los medios de comunicación salieron al unísono a reivindicar su figura, empezando por los medios del oficialismo, siendo Brito uno de los principales financistas de Sergio Massa.
LA HISTORIA DEL EMPRESARIO PROGRE
En 1976 funda Macro Compañía financiera y a partir de entonces pegó un salto en la acumulación de capital con los negocios financieros que se dieron durante la dictadura militar. Cabe destacar que trabajaba junto con la consultora “Econométrica”, propiedad de José María Dagnino Pastore, quien luego pasó a ser Ministro de Economía de la dictadura en 1982.[1] O sea que de entrada la fortuna de Brito viene de hacer negocios especulativos con la dictadura militar más feroz que tuvo nuestro país. Ya en el gobierno de Alfonsín, el grupo que dirigía adquiere el Banco Macro (1985), que entonces estaba en manos de tres personajes: uno era el entonces Ministro de Hacienda de Alfonsín, Mario Brodersohn; otro el ya mencionado Dagnino Pastore, Ministro de Economía de los milicos; por último, Alieto Aldo Guadagni, quien ocupó diversos puestos de gobierno entre 1970 y 2002[2]. Como se ve, Jorge Brito no solo contaba con lazos e información privilegiada durante la dictadura militar, sino también con el gobierno de Alfonsín. De hecho, el Banco Macro amaso grandes fortunas con el acaparamiento de dólares en los días previos a la hiperinflación, maniobra investigada luego por la justicia –que término como siempre, con impunidad-.
Pero Jorge Brito no se andaba con chiquitas, a los nuevos cambios de gobierno los recibió de brazos abiertos: durante la década del 90’ el grupo adquirió numerosos bancos provinciales que fueron privatizados (Banco de Salta, de Misiones, de Jujuy, y otros bancos privados). De más está decir que se utilizaron las cajas de estos bancos estatales para financiar créditos blandos a las propias compañías asociadas al Banco Macro. Desarrollar todo eso nos llevaría más tiempo del que pretendemos dedicarle hoy a este nefasto personaje. Como gran parte de las empresas de origen nacional, para sobrevivir en la década del 90’ era necesario mezclarse con el capital trasnacional. El Banco Macro lo hiso asociado al CitiBank. Esa Sociedad tenía estrechas relaciones con el gobierno de Fernando de la Rúa, por lo que también amasaron fortunas con el corralito del 2001.[3]Muestra de ello es que entre 2001 y 2002 el Macro adquirió dos bancos más: Bansud y Scotiabank.
Sus vínculos con el poder de turno siguieron adelante. Al poco tiempo de asumido Néstor Kirchner, las partes iniciaron el acercamiento con un préstamo de ADEBA (asociación de bancos nacionales, presidida por Jorge Brito entre 2003 y 2016) al gobierno nacional de $500 millones para obra pública. El favor fue devuelto con cuantiosas ganancias (según Clarín, entre 2003 y 2012 amasaron ganancias anuales del 380% en dólares).
Ya si nos remitimos a la historia reciente, Jorge Brito financiaba la carrera política de Sergio Massa y, a pesar de autodenominarse un “banquero peronista”, salió a criticar el impuesto a las grandes fortunas votado hace unos días. Esto del “banquero peronista” tampoco le impidió ser aportante para la campaña de Mauricio Macri en 2015 a través de la fundación SUMA, dirigida por Michetti.
Brito integraba el ranking de los 50 empresarios argentinos de mayor patrimonio elaborado por la revista Forbes, ocupando el puesto 21 en 2018. Ese mismo año, el Banco Macro ocupó el puesto 21 en el ranking de las 1.000 empresas que más venden elaborado por la revista Prensa Económica. El Banco Macro controla además el Banco de Tucumán, la empresa inmobiliariaVizora y Genneia (una de las grandes energéticas del país). Mención aparte merece Inversora Juramento SA, su empresa agropecuaria, con posesión directa de casi 90.000 ha, la cadena de carnicerías Cabaña Juramento y el Frigorífico Bermejo, donde recientemente despidieron a 10 obreros por persecución política, que además padecían coronavirus.
Además de esta diversificación “visible”, el Banco Macro cuenta con empresas en paraísos fiscales (tanto Jorge Brito, sus socios y la entidad bancaria, están involucrados en el escándalo de los Panamá Papers) por lo que, a ciencia cierta, tampoco se puede determinar el alcance que tengan sobre otras empresas y, sobre todo, el nivel de entrecruzamiento con capitales trasnacionales. De más está decir que también tiene numerosas causas por lavado de dinero, sobre las cuales tampoco nos vamos a detener.
Si nos detuvimos a describir, de manera muy superficial, el prontuario de este enemigo del pueblo, es para graficar dos cuestiones. Primero resaltar cómo las grandes empresas, en este caso de origen nacional, han amasado fortunas con los fondos estatales. Jorge Brito inició su actividad financiera con tan solo 10.00 US$ pero creció rápidamente por estar ligado a los distintos gobiernos de turno: primero al gobierno de facto de 1976, luego al de Alfonsín, luego al de Menem donde compró y quebró bancos provinciales, luego de la Rúa, Kirchner, y así. Cuando decimos que el Estado es una herramienta de dominación de clase, y que es utilizado y disputado por las distintas facciones de la burguesía para obtener ganancias extraordinarias, nos referimos exactamente a estos mecanismos de enriquecimiento. Lejos de ser condenados por llevar a la pobreza a millones de argentinos con sus medidas especulativas, de haber amasado sus ganancias con la sangrienta dictadura militar de 1976, de someter a sus trabajadores a salarios de hambre y despedirlos por enfermedades como el COVID19 o persecución política, estos hombres de la burguesía son adulados en los medios de comunicación, porque el poder del Estado está en sus manos. Y acá no importan los gobiernos de turno, el Estado como órgano de dominación defiende los intereses de una clase, de su clase: la burguesía monopolista.
Lo segundo que queríamos recalcar es que el progresismo ha salido con fuerza inusitada a “lamentar la tragedia” porque este burgués formaba parte de una de las facciones del capital que apoya al gobierno actual. Pero ojo, cuando decimos apoya no nos referimos a que adhieren a los discursos o candidaturas: con su financiamiento son ellos quienes efectivamente determinan las candidaturas, para luego disputarse la adjudicación de obras públicas, políticas financieras, subsidios, etc. El progresismo llora que se le murió un burgués de su bando ¡Esa es la “conciliación” del capital y el trabajo! ¡Acá no importa que seas un especulador, explotador y cómplice de la dictadura! ¡Acá lo que importa son los negocios papá!
[1] Ya en la democracia pasó a ocupar cargos en Loma Negra, Pirelli, Air Liquide.
[2] Secretario de Energía con Duhalde; Secretario de Industria, Comercio y Minería, Embajador de Brasil y Secretario de Relaciones Económicas Internacionales durante los gobiernos de Menem; Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Provincia de Buenos Aires con Cafiero en 1987; y Secretario de Recursos Hídricos con el gobierno de facto de Levingston (1970).
[3]https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/19-741-2003-05-18.html