El viernes 4 de diciembre Alberto Fernández visitó la planta que Volkswagen tiene en Gral. Pacheco, para la inauguración de una planta de pintura de última tecnología. Ese día estuvo presente con otros funcionarios de su gobierno y también con los anfitriones, Pablo Di Si (responsable de la región), Thomas Owsianski (presidente de VW Argentina) y Mario “Paco” Manrrique (secretario general adjunto de SMATA). La conferencia no fue larga pero sí interesante para el análisis desde el punto de vista de los intereses de clase que nos quieren vender como conciliables pero que muy lejos de eso están.
Fernández tomó una postura de intermediario de los intereses entre la empresa y el sindicato y en eso hicieron hincapié, evidenciando en ese punto una de sus mayores preocupaciones. Claro, lo que este señor no dice es que, en realidad en esta época de la historia, empresas de este calibre son las que imponen condiciones y las que, a través de las instituciones a su servicio, hacen y deshacen en función de sus negocios.
Es así como han logrado poner a sus órdenes a los popes sindicales y a esa herramienta que hoy juega un papel fundamental en el sostenimiento de esas millonarias ganancias. Sindicatos empresariales que fundamentalmente garantizan la paz social profundizando metodologías en donde en nombre de la representatividad se toman decisiones que nada tienen que ver con los verdaderos intereses de los trabajadores.
Ellos necesitan de esta triple alianza para sostener y profundizar los niveles de explotación, argumentando que nos necesitamos mutuamente han utilizado la inversión para extorsionar al conjunto de los trabajadores.
Se han “optimizado” procesos o aplicado “eficiencia” que no es ni más menos que la tan necesaria flexibilización laboral que no lograron imponer por ley pero que siguen intentando implementarla de hecho. Por eso mienten cuando en medio de toda esta pantomima y por la ventana nos quieren meter que somos todo lo mismo cuando no lo somos.
El conjunto de los trabajadores tenemos que empezar a analizar este tipo de cuestiones para ver qué acciones tomar en función de nuestras necesidades.
Ellos tienen al Estado a su servicio, han puesto a los sindicatos a su servicio y nosotros necesitamos organizarnos entendiendo este fenómeno. No es el camino más fácil pero sí el único camino hacia una verdadera organización que represente los intereses de nuestra clase.
En esto es fundamental el ejercicio de la democracia directa, que tiene sus diferentes niveles, dependiendo de cada una de las experiencias que la clase obrera viene haciendo.
Esto choca con la democracia representativa, choca con sus intereses y con sus mecanismos de dominación. Asambleas de base donde sea posible, pelear por conquistas, aunque parezcan pequeñas, ponerles trabas de manera organizada a los intentos de flexibilización, son formas donde desde este lado de la vereda vamos acumulando fuerzas.