En su discurso de hace cinco días en la localidad de La Plata, la vicepresidenta Cristina Kirchner expresó su preocupación por la situación de alta presión que se va formando en la sociedad al manifestar que “… hay que alinear salarios y jubilaciones, precios -sobre todo los de los alimentos- y tarifas.”
Dijo además que “Argentina es el lugar donde mueren todas las teorías económicas. Acá la actividad económica la mueve la demanda. Y a la demanda no hay otra manera de hacerla que a través de salarios, jubilaciones, y con precios de alimentos accesibles.”
Es cierto que las teorías económicas de la burguesía están históricamente muertas (no sólo en nuestro país) pero resulta que la demanda no se incrementa debido a las políticas que aplica su gobierno porque por imposición de la propia clase burguesa a la que ella pertenece, los salarios y las jubilaciones se bajaron para sostener e incrementar las ganancias. Acordémonos que fue ella quien vetó la Ley del 82% móvil para jubilaciones. De todas maneras, su ignorancia en el funcionamiento del sistema capitalista hace que plantee el problema al revés, pues el incentivo de la producción es la ganancia y no el poder adquisitivo de los ingresos, los cuales son el remanente de esa ganancia.
El cinismo y subestimación la llevan, como si ella fuera ajena al gobierno que viene tomando las medidas que empeoran la situación de la clase trabajadora y de los sectores populares, a advertir a su clase que la presión que genera conflictos obreros en distintos lugares del país con previsible tendencia al incremento, hay que aplacarla.
No dice cómo. Tampoco podría decirlo, salvo mentir, como hacen todos los burgueses recalcitrantes (y de eso sabe mucho el peronismo) haciéndose la que pretende promover justicia social.
Es imposible hoy tan siquiera llegar a la llamada justicia social que no es justicia para los trabajadores, porque el ideal peronista de fifty fifty (50% para trabajadores y 50% para empresarios) es una burla a la inteligencia de nuestro pueblo que tiene mucho recorrido.
Los monopolios en el poder que sostiene el actual gobierno, tal como lo hicieron todos los anteriores, son los que han generado todo el incremento de pobreza, una deuda impagable que recae sobre las espaldas del pueblo, condiciones de trabajo pésimas, jubilaciones de indigencia, y falta de perspectivas para el futuro.
La preocupación que la viuda de Kirchner expresa no se diferencia de la preocupación de cualquier burgués, o político a su servicio. Pero a la hora de resolver el problema de la presión creciente, nadie se pone de acuerdo, porque nadie está dispuesto a pagar el costo económico que significaría elevar salarios, jubilaciones, recursos al llamado gasto social, etc. La crisis política de la burguesía se ahonda frente a este problema y tampoco tiene salida. Ningún monopolio es capaz de subordinar al resto y no logran disciplinar al pueblo oprimido.
Pero ésta es la conducta contradictoria de la casta dueña del capital: al unísono reclaman que hay que resolver, pero sin tocar sus ganancias. Entonces vuelven sobre los ingresos del pueblo, a fin de generar mejores condiciones para invertir capital haciendo rodar la producción, aunque ello signifique echar leña al fuego.
Si no se rompe ese círculo vicioso, no habrá mejoras para el pueblo oprimido y ningún burgués ni gobierno que represente a su clase, lo hará.
Es por eso que lo que viene dándose en las luchas obreras, fundamentalmente, y entre trabajadoras y trabajadores en general y sectores populares que se movilizan por sus reclamos, hay que multiplicarlo, profundizarlo y extenderlo.
La única vía posible para las conquistas es la democracia directa, más precisamente la democracia obrera, en la lucha con la acción independiente de toda tutela estatal institucional, en la que las masas movilizadas deciden por sí mismas los objetivos, las acciones y la forma en que se va a lograr la mejora a la que se aspira.
Todo intento de sectores disfrazados de “populares” de conducir cualquier movimiento de la clase obrera, trabajadora o sector popular oprimido al plano electoral o la confianza en las decisiones que tome la justicia corrupta de un sistema corrupto y en descomposición, está queriendo conducir esa fuerza a estrellarse contra el paredón de la impotencia.
La vía para la conquista de libertades y mejoras económicas para el pueblo, es política porque hace a la cosa pública, no debe encerrarse en el aspecto sectorial o de rama de producción, y debe basarse en la fuerza de la movilización y la organización que se tiene que ir consolidando, de lo pequeño a la grande y de lo local a lo nacional, como expresión del nuevo poder obrero y popular que haremos crecer para las confrontaciones decisivas las cuales no están muy lejos en el tiempo.