Aspectos fundamentales para elevar la lucha por el salario. En primera instancia hay que elevar la lucha salarial al plano político.
El Estado de los monopolios y el gobierno de los Fernández son los responsables directos de la masiva baja salarial, o lo que es lo mismo, el poder de compra de la más amplia mayoría de nuestro pueblo.
Los verdaderos “planeros” (palabra utilizada para denostar al pueblo sufriente) que reciben todas las “ayudas” del Estado son las mismísimas empresas que por una diversidad de maniobras “mafiosas” utilizan las leyes de su Estado para darle un cariz de legitimidad y de ese modo expropiar fundamentalmente al asalariado.
La pandemia fue utilizada por la clase dominante para ocultar la grave crisis del sistema capitalista y con ella emprender un ajuste histórico contra nuestra clase obrera y nuestro pueblo. Como consecuencia directa de ello el salario fue el primer bastión en ceder posiciones del lado de los asalariados en una guerra abierta contra los intereses de las grandes mayorías.
Con la pandemia y con una verdad a medias intentan utilizar permanentemente la vieja consigna de la burguesía (“de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”) bajo un manto inescrupuloso de terror “sanitario”.
Minimizar la lucha política contra la baja de salarios no sería “buena consejera”.
Para achatar el salario, el gobierno de los Fernández ha utilizado la mentira y el engaño a discreción. Han mentido y siguen mintiendo y en el mientras tanto nos han metido en el más oscuro callejón de la pobreza y la miseria.
Para ello han utilizado herramientas del Estado, instituciones del Estado que -de una u otra manera- le han dado bases de sustentación. En primer término, el papel nefasto jugado por las dirigencias gremiales-empresariales. Han actuado desembozadamente como empresarios sindicales avalando una tras otra las medidas de chatura salarial.
Al mismo tiempo, las fuerzas políticas del sistema que respaldan las diversidades de intereses electorales en pugna, han utilizado las metodologías burocráticas para intentar desmovilizar todo intento de poner en marcha una lucha que recupere la dignidad de la clase trabajadora.
En ello, las fuerzas de la izquierda como el FIT le hacen un flaco favor a trabajadoras y trabajadores cuando todas sus expectativas de la lucha salarial desembocan irremediablemente en la conquista de un puesto en el parlamento de la burguesía.
Al igual que toda burocracia le tienen miedo a la organización independiente de la clase obrera que está haciendo sus primeras armas luego de un largo letargo.
El camino de la lucha salarial debe ser acompañado por un intenso trabajo político entre las vanguardias fundamentalmente obreras y del movimiento asalariado.
Varios de los puntos mencionados anteriormente pueden ayudar para desenmascarar no sólo al gobierno de los Fernández y a su Estado monopolista sino -sobre todo- para afianzar las fuerzas políticas independientes de la clase obrera y el pueblo. Y con ello la lucha salarial ya nunca dejará de ser un camino sin salida.
En el sistema capitalista la burguesía se sostiene en el poder porque entre otras cosas ante la lucha salarial han retrocedido en un “bolsillo” para robar “en el otro”. Si esa lucha por el salario -que es justa- no va acompañada de lo anteriormente mencionado, de la lucha política y de su organización independiente, se entra en el viejo desgaste de la misma.
Si por el contrario en esa lucha por el aumento salarial elevamos la mira al carácter del Estado, de los gobiernos de turno, al papel que juega la democracia representativa y como ella se replica en los actuales gremios empresariales, y en ese camino vamos construyendo las fuerzas políticas que sostengan esa dirección hacia la lucha por el poder, la aplicación de la democracia obrera con organización que viene de lo más profundo de la clase, el enfrentamiento seguirá teniendo un interés concreto fundamentalmente entre las masas proletarias.
La clase deberá profundizar su accionar como clase y no ceder ante posiciones de luchas salariales que -de una u otra manera- aíslan a la clase en su lucha en vez de ampliar por la base ese enfrentamiento.
La burguesía actúa como clase cuando se trata de achatar el salario. Ningún conflicto por el salario -por importante que sea- puede tolerar aislamiento. A modo de ejemplo hablamos del actual conflicto en las empresas aceiteras, cerealeras (y ahora portuarias), en donde la burguesía más concentrada tenderá a quebrar el reclamo para quebrar a la clase.
Actúan como clase. De este lado, desde el proletariado, hay que actuar como clase y extender el conflicto, acaudillarlo atacando el papel de alianza estratégica entre el gobierno de los Fernández y los monopolios. Quienes no comprendan esta cuestión objetivamente están frenando el salto cualitativo necesario en la actual lucha de clases.