Finaliza un año en que, a pesar de la jugada mundial de la burguesía monopolista y sus gobiernos de cargar sobre las espaldas de los pueblos la crisis de superproducción capitalista más grande de la historia, aprovechando la pandemia para sacar a las grandes masas de la calle mediante la instrumentación de la cuarentena, la rebeldía de los pueblos avanza a pie firme y constante.
Muchos son los ejemplos en nuestro país que termina con la movilización, fundamentalmente del movimiento de mujeres, por la IVE (interrupción voluntaria del embarazo), de los sectores más pobres reclamando asistencia estatal para la sobrevivencia, y la bronca indigerible por la jugada reaccionaria del establishment que se amasa en el parlamento contra jubiladas y jubilados a través de la representación política de la clase dominante.
Pero lo más significativo es que la clase obrera, locomotora del tren del pueblo oprimido por el capital, destaca como la más activa de los últimos meses asumiendo, de hecho, el papel que le toca jugar en el camino de la disputa contra el poder burgués que no tiene límites para generar el empeoramiento en las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo oprimido.
En medio de una situación de resistencia activa que va animándose paso a paso, las luchas dispersas por sectores y ramas de la producción, van reuniéndose y desembocando en un embudo del que no puede desembarazarse ningún actor, tanto el proletariado como la burguesía. Porque lo que comienza como expresiones aisladas y locales, la misma concentración económica del capital, va juntando en un solo haz. Y esto mismo es lo que la burguesía monopolista no puede controlar.
Así, los conflictos, tal como sucede en la división del trabajo que encuentra su unidad en el armado del producto final, van uniéndose independientemente de la voluntad contraria de la clase dominante, de su Estado y de los aparatos sindicales a su servicio.
Es lo que ocurre con la lucha identificada como de «los aceiteros”. Comienza con el proletariado de esa rama en unidad con el de los recibidores de grano, pero ahora se suma personal marítimo, los patrones[1] y oficiales fluviales, de pesca y cabotaje marítimo.
Cerca de 200 barcos con un costo diario de 25.000 dólares por día, más multas por incumplimiento de contrato, más la pérdida de negocios por venta de productos agroindustriales y granos, más la imposibilidad de mover, vía ríos, las múltiples mercancías con destinos hacia puntos del país y del extranjero, constituyen el golpe que la clase está dando a la burguesía transnacional contra la política central que aplica en nuestro país.
Precisamente el sector de la burguesía transnacional más altamente concentrado tomando en cuenta nuestro aparato productivo ya que el agro industrial es el sector con mayor volumen productivo y exportador. Y, además, es el que ha formado el cartel más grande de las últimas décadas formado por 42 organizaciones e instituciones empresarias entre las que se cuentan fábricas, bancos, frigoríficos y gremios patronales.
Sin poder evitarse, la clase obrera encuentra caminos de unidad de hecho, en pos de los reclamos por mejores salarios y mejores condiciones laborales. Desde posiciones aparentemente dispares y luchando cada sector por reclamos económicos diferentes, con o sin conciencia, la unidad del golpe mueve la lucha desde lo estrictamente gremial al terreno político contra el plan de la oligarquía financiera y su gobierno de turno.
Es este un avance en calidad en el proceso que la clase obrera viene desarrollando pues, precisamente, el plan de la clase dominante no se limita sólo a la baja salarial y la reforma de hecho de las condiciones laborales; la burguesía monopolista sabe que es necesario para ello disciplinar políticamente al proletariado y de allí su intransigencia por ceder al reclamo.
Una vez más, se confirma que los surcos generados por la propia producción capitalista son el camino que la clase obrera debe transitar para su liberación.
Hacer consciente entre la vanguardia obrera y popular esta cuestión fundamental, es una labor indelegable del proyecto revolucionario, principalmente de nuestro partido.
[1] Denominación que se da a los timoneles de barcos de cierto calado.