Habiendo pasado poco más de un año de la asunción del “nuevo” gobierno, la situación de amplísimas capas populares es verdaderamente espantosa. El empeoramiento de las condiciones de vida, la pérdida del poder adquisitivo de nuestros ingresos, el disparatado precio de las cosas indispensables que necesitamos comprar, la desatención absoluta de problemas básicos como lo son la educación y la salud, son apenas algunos ejemplos de lo que decimos. Al presidente Fernández ya se le agotó el caballito de batalla con el que intentó entretenernos durante prácticamente todo el 2020, aquel que señalaba “que en medio de una pandemia había que aguantar y que mucho más no se podía hacer”; mientras que la vicepresidenta Fernández (en quién algunos sectores habían depositado cierta expectativa hace un año atrás) está más preocupada por quedar indemne de varias causas judiciales y por posicionar a su hijo Máximo al frente de su espacio político. Si hasta un “viejo conocido” y ex funcionario de todos estos como lo es Guillermo Moreno salió con los tapones de punta a decir que “Comparado con el vago e ignorante de Macri, estamos mucho peor”.
Es decir, la profunda crisis y la debilidad política del gobierno de los monopolios en nuestro país no encuentra sosiego. Y esto ocurre en un momento de crecimiento del mosaico de la lucha de clases, en donde la bronca ha dado pie al legítimo derecho del movimiento de masas de luchar por sus derechos políticos y reivindicaciones.
Algunos podrán ver en esta lectura un exceso de optimismo. Nosotros no. Sabemos que transitamos una etapa de resistencia frente a los guadañazos de la burguesía, pero la misma viene creciendo en su actividad. Las vanguardias obreras y populares, que “descubren” como metodología la democracia obrera desde las bases, comienzan a pararse de otra manera frente al chantaje y la extorsión de la burguesía y su gobierno.
Esto permite a las masas trabajadoras ir construyendo sus liderazgos en el marco de la democracia directa, combinando en un solo acto la acción resolutiva y ejecutiva y empezar, en la práctica a confiar en sus propias fuerzas. Esto se ha convertido en el principal enemigo de la oligarquía financiera, que descarga sobre cada una de estas expresiones todo su arsenal político e ideológico por medio de las instituciones estatales y sus fuerzas políticas.
Todos los elementos de la realidad económica, social y política, junto a la disposición, combatividad, la necesidad de cambios y el hartazgo de la clase obrera y el pueblo, apuntan a que en los próximos meses vivamos una exacerbación, en todos los planos, del enfrentamiento con la burguesía.
Desde el campo revolucionario debemos ponernos a la cabeza de la vanguardia junto a todos los patriotas, para desarrollar las tareas políticas organizativas que puedan suministrar a las masas movilizadas de un proyecto político revolucionario que permita romper con la impronta corporativa, de sector, y que dote al movimiento de una perspectiva de poder. Y es aquí donde la clase obrera y su partido juegan un papel fundamental: alcanzar la acumulación de fuerzas necesarias, para la lucha por el poder estatal, que debemos arrancar de manos de la burguesía.
El objetivo inmediato es trabajar para que las bases que hoy estamos edificando se conviertan en un lugar de encuentro de la clase obrera con el pueblo todo, que le dé al movimiento un sustento clasista.
Una base que, paso a paso en las acciones cotidianas, conviertan a estas nuevas organizaciones en herramientas de disputa política con el gobierno y el poder monopolista. Que desde la resolución de los problemas políticos y sociales locales, aporten a la solución de los problemas nacionales.
En pocas palabras, que desde la democracia directa se constituyan en verdaderas médulas del poder local. Que, desde allí, acose, cuestione, se plante de igual a igual con el poder, en otra correlación de fuerzas, que imponga las cuestiones fundamentales del país.
En este punto debemos decir que los organismos de poder local desde una perspectiva de poder, que expulsen a la oligarquía financiera de la dominación social y económica, no pueden caer en la tentación vulgar y simplista de la “autogestión”.
Ésta, lleva al aislamiento político del fenómeno local del resto del movimiento, y lo que hoy es un problema para la burguesía se convertirá en una solución. No olvidemos que la clase en el poder ha demostrado en más de 150 años su capacidad en asimilar y cooptar para sus intereses todas las nuevas formas que ha generado la sociedad. Así ha pasado con los sindicatos, las sociedades de fomento, las fábricas tomadas, las ONG, etc.
Es por esto que la clase obrera y su Partido deben pugnar por exacerbar la lucha de clases, dirigir políticamente el enfrentamiento nacional contra la burguesía, jugar el papel de fermento en el movimiento de masas y estar a la cabeza en todas las reivindicaciones populares. Si logramos esto entre todos, el pueblo y la clase obrera potenciarán la felicidad que da la lucha y harán más corto el camino a la revolución.