La pandemia, aunque real, es utilizada por la burguesía como excusa para tapar una nueva crisis de superproducción de capital. Una de las tantas que se han replicado a lo largo de la historia en diferentes formatos (guerras, pandemias, crisis económicas)
Luego de algo más de un año que se desatara el Covid19 y comenzara desde China la vorágine de la expansión del virus alrededor del mundo, con el correr de los meses fueron quedando cada vez más expuestos los mecanismos utilizados, impuestos por la misma burguesía, para intentar paralizarnos como pueblo, comenzando por los miedos y temores y derivando en incertidumbre y nuevas costumbres impuestas.
No negamos la existencia del virus y sus consecuencias en la salud de las personas. No negamos la necesidad de extremar cuidados para frenar el avance. Así como se conquistó la suspensión de actividades en muchas fábricas y la implementación de los pocos protocolos que han sido gracias a la lucha de trabajadores y trabajadoras, y no a a una política de ningún gobierno en el mundo.
Pero el resultado está a la vista: lejos de producirse una catarata de inversiones en salud preventiva en los primeros meses de cuarentena (hospitales, respiradores, insumos médicos, capacitación y contratación de más personal, etc.) el sistema ha aprovechado la situación para bajar los salarios y ajustar las condiciones laborales a nivel mundial de un plumazo, profundizando la miseria y eliminando fuerzas productivas.
Ante el aparente parate del mundo, con la seguidilla y copiosa estrategia de los confinamientos que de una y otra manera también se han replicado, intentaron imponer nuevas formas de vida. Otra vez el contrabando ideológico se ha colado y han intentado a través de todos los medios posibles hacernos cargo y responsabilizarnos de la multiplicación del virus atribuyendo a las poblaciones desidia por no acatar las “ordenes” de los Estados que se convirtieron en persecuciones a los trabajadores en las empresas, porque luego de la primera ola de confinamientos y con la excusa de reactivar la economía, el virus pasó a ser de “incontrolable a controlable” en los ámbitos laborables donde todas las contradicciones del sistema empezaron a desnudarse. Y aprovechando la situación pandémica también se impusieron nuevas formas de vida, trabajo, e intercambio (venta y atención). Casi todo, a lo largo de varios meses se ha transformado en utilización de medios electrónicos. No sólo la atención en bancos, sino en comercios e instituciones públicas tanto privadas como del Estado.
La tecnología en manos del sistema capitalista es utilizada no para resolver los problemas de la humanidad sino para generar una situación de menos atención, más burocracia, más explotación y un total abandono de personas en cuanto a resolución de diversas situaciones cotidianas.
Un claro ejemplo es que ya no se atiende más el teléfono en ningún lado y para hacer una consulta se utilizan robots que en la mayoría de los casos no resuelven cuestiones particulares. Nos han querido imponer el teletrabajo que en la mayoría de los casos tiene a un ser humano prácticamente esclavo las 24 horas preso a través de computadoras o celulares. Y lejos de ser medios eficientes para las grandes mayorías de los usuarios -que deberían contar con equipos cada vez más modernos lo cual es imposible ante la situación económica cada vez más precaria en la que nos encontramos-la autogestión que deviene de estas nuevas formas requiere de un tiempo y un desgaste que resulta agobiante sumado a todos los problemas antes mencionados.
Por otro lado, la digitalización y el trabajo remoto en sectores abandonados como salud y educación profundizan las dificultades para el acceso de enormes sectores de la población. Dicho de otra manera, se agranda la brecha y las dificultades en el acceso a la medicina y la educación para vastos sectores del pueblo. Una vez más nos encontramos inmersos en otra situación desfavorable que también deja en claro quienes se han visto beneficiados con el caos que genera éste sistema inhumano, donde ya no quedan dudas que los negocios y el dinero son la prioridad a costa de la vida de miles de millones de personas.
La tecnología que en manos del pueblo trabajador podría traer innumerables beneficios para la humanidad, disminuir la jornada laboral y simplificar tareas, bajo este capitalismo putrefacto, en plena etapa de descomposición, solo genera más burocracia, más trabajo innecesario que recae sobre el pueblo trabajador, más destrucción de fuerzas productivas. En la actual etapa, el carácter parasitario del sistema capitalista se manifiesta con una crudeza pocas veces vista en la historia.