Úrsula Bahillo: ese nombre no lo podemos olvidar. Tampoco el del policía Matías Martínez, el femicida.
En lo que va del año hubo, según el Observatorio Lucía Pérez, 44 femicidios. Pero ya se viene planteando en estos últimos días que ese dato recrudece a un femicidio cada 22hs. Pero no son “números”: son mujeres violentadas, agredidas, golpeadas, asesinadas. Eso, sumado a las violencias de una Justicia que en sus discursos establece líneas telefónicas y contactos para denunciar, pero que en los hechos profundiza esas violencias.
Úrsula había realizado 18 denuncias contra Martínez que, además, contaba con la complicidad de la policía, siendo él parte de esa institución. Y todo comienza a moverse recién cuando el pueblo de Rojas (Pcia. de Bs. As.) se moviliza, bronca y dolor mediante.
Pueblo que se manifiesta y grita ¡basta! Que denuncia. Que visibiliza. Y que actúa, porque ve que las instituciones a las que Úrsula recurrió la dejaron expuesta a este femicidio, porque su femicida es parte de la misma policía que tantas veces nos vuelve a violentar cuando queremos denunciar.
Una vez más es el pueblo el que reacciona desde las entrañas y descarga toda su bronca, porque no naturaliza una piba menos, no naturaliza la desidia de las instituciones a las recurrió Úrsula. El miedo a ese pueblo movilizado hizo que reprimieran una de las movilizaciones, hiriendo con balas de goma y en la cara a otra piba. ¿Pensarían estos esbirros a sueldo (policías que por estos días están pidiendo aumento salarial) que el pueblo iba o va a retroceder?
Ya no podemos, ni vamos a darles el gusto de quedarnos calladas y callados: ante los hechos de violencias ejercidas sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas, debemos continuar actuando colectivamente.
Ante situaciones como éstas, reaccionar juntas y juntos, como mujeres, como clase, como pueblo. Pero también continuar fortaleciendo esas redes que hace años venimos tejiendo, desde abajo y de conjunto, para prevenir, para acompañar, para sostener, para denunciar, para enfrentar cada situación.
Sabemos que las respuestas de las instituciones de este sistema funcionan sólo como parches que no sirven para nada. Sabemos que no podemos depositar ninguna confianza en ellas.
Les impusimos, con la fuerza de la movilización, leyes que son producto de años de experiencia, de luchas, de organización, que si bien son conquistas políticas nuestras, sabemos que con este Estado y en este sistema no tenemos garantía de ningún derecho.
Debemos sabernos protagonistas de ejercer nuestros derechos. Y hacer esto visible nos da la pauta de que es necesario construir herramientas propias para cuidarnos, para protegernos, para empezar a debatir y poner de pie la necesaria autodefensa organizada.
Nos quieren objeto, pero nos tienen rebeladas y rebelados. Como dice una de las tantas consignas que ha levantado y puesto de pie el movimiento de mujeres: “Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio”.
Desde el PRT abrazamos la lucha y la repuesta masiva y contundente del pueblo de Rojas. Ya no puede haber un golpe de la burguesía y sus instituciones (policial, justicia, gobiernos, etc.) que no tenga repuesta directa del pueblo. Esas repuestas, como lo hizo en estos días el pueblo de Rojas y ha ocurrido en otras puebladas, deben estar cargadas de dignidad y rebeldía.