Esta semana se concertó una alianza estratégica entre Arcor e Ingredion Incorporated, multinacional que produce insumos para la industria alimenticia, con una planta en Baradero y otra en Chacabuco. La alianza se realiza bajo la forma de Joint Venture (51% para Arcor y 49% para su socia) donde Arcor involucraría sus plantas de Tucumán y Córdoba y su socia las de Argentina más sus operaciones en Chile y Uruguay. Este tipo de operaciones son bastante interesantes porque desnudan la verdadera forma que adquiere el capitalismo en esta fase de su desarrollo: la transnacionalización.
Un discurso muy instalado en nuestro país por parte del progresismo, de la izquierda hegemónica y de otras instituciones del sistema como el aparato universitario es la existencia de una burguesía nacional con posibilidad de encarar un proyecto político independiente, burgués nacional. Para estas gentes, Arcor encarna el ejemplo perfecto de una empresa nacional triunfante, independiente, una empresa argentina insignia. Lo que no se entiende, o se oculta deliberadamente, es que tales burguesías nacionales ya no existen como independientes del capital trasnacional, o bien existen como subsumida a éste.
Con la transnacionalización de la economía, que adquiere pasos acelerados en las postrimerías a la segunda guerra mundial y da nuevos saltos cualitativos con la caída de la URSS y la apertura económica de China, ya no podemos hablar de empresas yanquis, inglesas o francesas: los grupos económicos han diversificado sus inversiones en distintas empresas y en distintos países, repartiendo los porotos en todo el mercado único mundial. La época de las burguesías nacionales ha quedado atrás en el tiempo, tanto en Argentina como, en general, en todo el mundo. Pueden existir resabios, desde ya, pero la batuta del mercado está determinada por los grandes grupos trasnacionales.
Y el caso de Arcor es un ejemplo, no de “industria nacional” sino justamente, de transnacionalización de la economía. Arcor es una empresa diversificada a nivel local: no solo posee plantas alimenticias sino también las principales fábricas de cartón que proveen a todo el rubro: Zucamor, Cartocor y Papel Misionero, además de la firma La Campagnola. Un verdadero monopolio local. Por otro lado, su histórica alianza estratégica es con el grupo Danone (de “origen” francés) con quien mantiene un Joint Venture por Bagley. Es decir que los intereses de Danone y de Arcor en definitiva son los mismos al compartir esta empresa. A su vez, a través de Bagley, Arcor posee acciones en Mastellone Hermanos (los originales dueños de La Serenísima, cuya sección de yogures y cremas paso a manos de la multinacional Danone hace ya más de 20 años). La mitad de las acciones de Mastellone Hermanos están repartidas entre Bagley (Arcor-Danone) y Arcor de manera independiente. Con esta adquisición el matrimonio Arcor-Danone se consolida día a día.
Ahora Arcor encara nuevas asociaciones, en este caso con Ingredion, una multinacional de la envergadura de Danone. Además de todo esto, nuestra “insignia nacional” posee plantas productivas en otras partes del mundo como Angola, Brasil, Chile y Perú ¿Podemos decir entonces que Arcor sea una empresa nacional, siendo que sus intereses financieros, sus mercados de destino y sus plantas productivas se encuentran repartidas por todo el mundo?
En general, la idea instalada es que existe una burguesía nacional independiente, y muchos sectores de izquierda llegan a plantear inclusive que el PJ representa los intereses de esa burguesía nacional. Cuando entramos a escarbar encontramos que la realidad es otra, muy distinta, y que estas grandes empresas, de remoto origen nacional (como Vicentin) han sufrido un proceso de transnacionalización en el que han sido absorbidas de manera directa, o indirecta por grupos económicos trasnacionales, o bien ellas mismas se han constituido como tales.
Entendiendo esto, en lugar de ver una disputa entre “empresarios financieros” y “empresarios industriales” lo que queda a la vista es una lucha entre distintos grupos trasnacionales por el control del Estado, mas no distintos proyectos burgueses, sino una rapiña por el erario público.
Debemos mencionar que la concertación de este tipo de acuerdos en medio de la histórica crisis de superproducción mundial que atraviesa el sistema, es una muestra palpable de la continuidad de la crisis, puesto que los procesos de fusiones y absorciones no se han detenido y se incrementan día a día. Estos procesos de fusiones/absorciones/alianzas forman parte del proceso de concentración capitalista: esas palabras significan, para el pueblo trabajador, que cada vez hay menos ricos y cada vez más pobres.
Por último, invitamos al lector a leer nuestro libro “Argentina ¿un país industrial?” publicado recientemente, donde tratamos a fondo estos problemas y demostramos cómo en Argentina la economía está dirigida por un puñado de grandes capitales trasnacionales. En ese libro elaboramos un listado de grandes empresas manufactureras instaladas en Argentina, Arcor ocupa el puesto N°6 e Ingredion Argentina el N° 96, imagínese el lector el proceso de concentración económica que significa la fusión de estos dos pulpos de la industria alimenticia.