El mes de febrero no viene para nada tranquilo en cuanto a la lucha de clases.
Arrancó el día 1° con la movilización de las trabajadoras y los trabajadores vitivinícolas en Mendoza. Autoconvocados desde las bases, se movilizaron poniendo en escena que la provincia del sol y el vino es construida día a día desde los viñedos y las bodegas con manos proletarias. Y después de tantas experiencias de lucha por lo bajo, silenciosas, el “día del trabajador y la trabajadora vitivinícola” salieron a las calles de Mendoza a expresar su bronca por los salarios miserables, entre otras reivindicaciones, y sentando las bases de la organización para lo que se viene.
El día jueves 11 cientos de trabajadoras y trabajadores de la salud del hospital Larcade (San Miguel, Bs As) se movilizaron desde el hospital hasta el municipio. Marcharon por una atención de la salud de calidad para la población, denunciando la precarización laboral y las condiciones edilicias deplorables que no sólo los ponen en riesgo a ellos como clase trabajadora sino también a la población que asiste al Hospital para atender su salud.
La semana pasada en la planta de Toyota (Zarate, Bs. As.) se negaron a ir a trabajar el día martes 16 (feriado) ya que si van, el impuesto a las “ganancias” le arrebata las horas extras. En la planta no es la primera vez que pasa esto de oponerse a ir un día no laborable. La empresa quiere producir sábados y feriados sin poner un peso. Pretenden que obreras y obreros estén a su disposición. Exigen y exigen, pero todo tiene un límite.
Al día de hoy, los trabajadores de Ternium Siderar Canning (Ezeiza, Bs As) están de paro. Reclaman que les paguen como siderúrgicos, la empresa rechazó esto y responde con 20 despidos. El paro recibió el apoyo de trabajadores de otras fábricas de la zona.
Estas son sólo algunas de las experiencias de lucha. Aunque por lo bajo hay mucho movimiento. La comunidad educativa debatiendo inicio de clases, condiciones y salarios. El estado deliberativo también se da en varios hospitales del país.
Todas estas experiencias son parte de la resistencia activa que viene protagonizando la clase obrera y el pueblo.
Hay avances y retrocesos, se gana, se pierde. Pero creemos que la tarea de los revolucionarios es profundizar la autoconvocatoria, elevar los niveles de organización, hacer respetar la democracia directa a rajatabla, profundizar y promover la construcción del poder local, arraigándonos en las zonas de las fábricas, los centros laborales y los barrios.
Este tipo de construcción es indispensable para la lucha por la revolución que termine con el poder de los monopolios, sus políticos de todos colores y las mafias sindicales.
Una forma de lograr una vida digna para la clase trabajadora.