Cuando arrecia una nueva “ola” propagandística sobre el COVID 19 y otras cepas conviene refugiarse en tres o cuatro ideas centrales para evitar y (en todo caso) esquivar esa suprema “ley” que con la mitad de la verdad hago una gran mentira.
No debemos olvidar ¿Qué hay detrás de la pandemia?
En el día de ayer hubo un crecimiento exponencial de casos y se incrementaron las muertes, lo cual indica de la existencia del virus. Cuestión irrefutable.
Pero es a partir de ese dato básico en donde la clase dominante juega su papel determinante. Nuevamente, como lo hizo en marzo del año pasado, intenta esconder la crisis del sistema bajo el manto de la pandemia. Es necesario aferrarse a este concepto general para poder digerir todas las medidas que ya se están gestando.
Lo que existe es una superproducción de mercancías y capitales. Y de lo que se trata esencialmente es de destruir una buena parte de ellas y con ello destruir fuerzas productivas de la sociedad humana. No vacilan en continuar con este proceso devastador para sostener el sistema capitalista.
La pandemia y el tratamiento que hacen de ella está sujeta a esta cuestión. Ello implica ganancia y mercado. Y los resultados necesarios para que ello se concrete implica desocupación, baja de salarios, convertir a cientos de miles en población sobrante, caída de la atención sanitaria, la educación y un agravamiento de la problemática social a extremos jamás vividos.
¡Lo único que no se toca es la producción industrial! Anunciaron esto sumado a ciertas áreas de servicios subordinadas a ésta, lo demás “veremos”… Pero cuando dicen que la industria no parará se olvidan que detrás de ello hay una clase obrera que lo hace todo, y es esa misma clase obrera que hoy por hoy es presionada para obtener una mayor productividad sin importar en absoluto la vida humana.
El poder de compra es miserable, las condiciones para el traslado a los puestos de trabajo han empeorado y los casos de COVID en la producción se han disparado. Sin embargo, la producción no se detiene a pesar de las bajas humanas en cada sector.
En estos días de agudización de la crisis capitalista en nuestro país no es casual que una vez más se la quiera encubrir con crisis de pandemia. Pero lo cierto es que todas las medidas anunciadas y por anunciar expresan la sed de ganancias que hay detrás de ellas.
En estos meses el quiebre de pequeñas y medianas empresas y emprendimientos es solo comparable a un país de pos guerra. Millones de seres humanos de nuestra tierra han perdido todo o están en camino de ello. El deterioro de sus condiciones de vida no podrá volver jamás al estado previo de esta crisis del sistema y su “acompañante” la pandemia. No es ésta la causante de tal situación: es el sistema capitalista en crisis y la necesidad de la clase dominante de sostenerse como tal.
Es desde este pensamiento esencial en donde hay que hacer el acento para entender todo lo que nos viene del Estado y sus gobiernos.
Todo es una gran mentira amparada en la existencia del COVID. Repetimos y no nos cansaremos de repetir que la pandemia está entre nosotros. Pero a la vez decimos que para enfrentarla no hay que creerles una sola palabra de lo que divulgan. Detrás de todo lo que manipulan están los verdaderos negocios de todo tipo, fundamentalmente de laboratorios, bancos, subsidios pagados por el pueblo a empresas monopolistas en crisis y no tanto.
El rescate del que hablan no es para el pueblo que lo va perdiendo todo. Por el contrario, va a las empresas que producen nada esencial como coches de alta gama o producción agro industrial, que lo exportan mientras nos cobran el kilo de asado entre $700 a $1.000 depende de la zona del país que se trate.
Con salarios de $28.000 mientras escuchamos noticias como las de hoy, en donde el gobierno flexibiliza los controles cambiarios facilitando una vez más los enjuagues de negociados, eso sí, con la Constitución en la mano. Una medida a medida de las empresas. A la par anuncia un bono a jubilados de $1.500, un verdadero insulto a la dignidad humana.
Necesitamos actuar como sociedad, con la experiencia y la intuición que nos ha dado la experiencia de vida y siempre pensar que somos oprimidos y explotados por los que hoy no dicen que “nos quieren salvar”. De allí en más, respetar los protocolos, pero ¡los nuestros!, a sabiendas que la pandemia está y con la sensatez de que la aplastante mayoría es la que está sufriendo.
Abramos flancos de lucha en todas partes. No les demos respiro en cada pequeña o gran batalla.
Que no intenten acallar nuestro dolor con medidas antidemocráticas que sólo buscan acallar nuestra bronca.
Cada puesto de trabajo, cada casa, cada escuela, deberán ser los verdaderos focos de resistencia ante esta nueva embestida que pretenden imponer para recortar los derechos políticos de todo el pueblo.
Un único camino: ¡la lucha por nuestra dignidad!