El gobierno del Chaco encabezado por Jorge Capitanich, fiel a los intereses monopolistas que representa, pone nuevamente de manifiesto el cumplimiento de su papel con dichos intereses.
El superministro de economía del Santiago Pérez Pons salió a vender como una gran hazaña a favor del pueblo la refinanciación de una deuda del gobierno del Chaco del año 2016 por 250 millones de dólares.
Como todos los gobiernos de turno en época de elecciones patean para adelante la deuda en dólares del capital, ya que religiosamente se pagaron intereses. En este período vencía el plazo para cancelar, precisamente, el capital. Trasladó los vencimientos del capital y los intereses correspondientes para adelante y extendió el plazo hasta 2028.
Esto que se intenta mostrar como un logro no es más que lo que pasa siempre con las deudas, sean de los municipios, las provincias o la Nación. Pagar deuda sobre deuda, intereses sobre intereses, garantizando la tasa de retorno de los fondos que se dedican a concentrar enormes masas de capitales, “prestarlos” y luego cobrar jugosos dividendos.
Del destino de los 250 millones de dólares otorgados, nadie habla. De lo que estamos seguros es que ese destino no fue para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo; pero sí, a la hora de pagar la deuda, los recursos saldrán de la riqueza que generamos los trabajadores, no de los bolsillos de ningún señor burgués.
A la clase trabajadora la quieren consolar con migajas del banquete que ellos disfrutan. De allí que los “aumentos” salariales otorgados por el gobierno a los sectores estatales, de la docencia, de la salud son paupérrimos. Una cosa tiene estrecha relación con la otra.
Dos mandatos de Capitanich, uno de Peppo, ahora nuevamente Capitanich, siguen la línea de gobernar para los monopolios. De allí que no es para sorprenderse que la provincia tenga el triste récord de alcanzar las peores cifras de pobreza en el país. No nos sorprende, pero nos indigna y nos rebela, como a todo comprovinciano bien nacido le sucede.
Estas políticas son acompañadas por todo el andamiaje institucional de la burguesía. En el mismo espacio está la llamada oposición, los mercachifles que cuentan con una decena de miles de votos y los negocian al mejor postor, la justicia, las fuerzas represivas y los sindicatos consecuentes con una sola cuestión: la traición a las bases. Esos sindicalistas que año tras año firman acuerdos salariales a la baja también son parte del enemigo a combatir.
Los hospitales y las escuelas están en condiciones deplorables; seguimos viviendo en ranchos; los servicios no se garantizan al conjunto de la población. Hasta la leche para nuestros chicos se ha robado esta clase parasitaria que lo único que ofrece es que sigamos haciendo sacrificios para que ellos sigan nadando en la riqueza.
Proponer una alternativa real a este proyecto implica que nos organicemos desde cada empresa, cada escuela, cada hospital y centro de salud, desde las mismas bases trabajadoras.
Con nuestras propias formas de organización, dejando de lado herramientas sindicales y políticas que han demostrado estar en la vereda de enfrente de nuestros intereses. Los trabajadores debemos buscar la unidad en la lucha y en la organización con el resto del pueblo en los barrios y poblaciones para construir nuestro propio poder, el poder del pueblo trabajador. Ese poder que nace de la lucha para conseguir nuestros reclamos inmediatos y, desde allí, ir sentando las bases de un proyecto en el que enfrentemos todas las políticas de estos gobernantes lacayos de sus amos, los monopolios.
Es un poder que iremos construyendo para romper con el poder establecido y conseguir una vida digna.
Con ellos, el bienestar del pueblo es imposible.