El final del mes de marzo y el inicio de abril se vieron sacudidos por una huelga histórica impulsada por trabajadoras y trabajadores vitivinícolas desde las bases, coronada por movilizaciones autoconvocadas en San Rafael, Cafayate y Mendoza, en lucha por una vida digna, por un salario digno.
Estos acontecimientos tan importantes para el devenir de la lucha de clases han sido desarrollados en varios artículos por nuestro Partido, así como en otro tipo de materiales (volantes y podcast) con la voz de sus protagonistas. Pero en este momento es necesario analizar una serie de elementos que impidieron que se alcanzaran totalmente los objetivos.
Una vez más queda demostrado que la burguesía no está dispuesta a ceder a los reclamos de los trabajadores. Lo demostró en Algodonera Avellaneda, lo viene demostrando en el conflicto de la salud en Neuquén, en el cierre paritario de la UOM la semana pasada y ahora con los vitivinícolas.
El costo político si retroceden es muy grande porque deja abierto el espacio a nuevas y mayores confrontaciones. No pueden permitir que se les quiebre el plan de ajuste que están aplicando en el marco de la crisis de superproducción que tiene el capitalismo a nivel mundial. Porque de ceder ante los reclamos que se vienen haciendo, se les cae el plan de ajuste. Esa es la gran batalla política que se juega la burguesía.
Por eso este conflicto vitivinícola fue un conflicto político y por eso fueron varios los actores que terminaron atentando contra la lucha de las y los trabajadores identificados con Vitivinícolas Autoconvocados.
Uno de ellos fue la burocracia de la FOEVA (la Federación sindical), que fue llevando el genuino reclamo que movilizó a la clase obrera vitivinícola de todo el país por un salario inicial igual a la canasta familiar básica (que significaba un 100% de aumento), a un “acuerdo” negociado a favor de la burguesía bodeguera que se puede traducir en un 47% remunerativo en cuatro cómodas cuotas o tramos, sumando sólo un 27% remunerativo para lo que queda del año y otros 20% repartido en enero y febrero del año que viene; con sumas en negro no remunerativas que van variando por tramo y cerrarían en un 10% en febrero 2022 (más un bono a fin de este año por única vez).
La burocracia en cierta medida logró su cometido armando nuevas mentiras a las tantas que nos tiene acostumbrado, bajándo de las aspiraciones de los trabajadores de lograr la canasta familiar básica como reclamo. En una actitud inconsulta firmó un acuerdo que a nadie conforma. A la fuerza independiente de los trabajadores vitivinícolas autoconvocados no le alcanzó para derrotar esta vez a la burocracia, y ésta no ahorró medidas para dividir a las bases. Perdiéndose la iniciativa de la movilización, esto le dejó libre el terreno de la negociación a estos traidores desclasados y “el poder de la lapicera” se terminó imponiendo, como dicen los compañeros.
Otro de estos actores que intervinieron y no podemos dejar de mencionarlo, fue la izquierda electoral oportunista que se fue montano en el conflicto e influenciando sobre algunos elementos de Autoconvocados donde hicieron todo lo posible para favorecer los planteos de la burocracia, aceptando la propuesta de negociar un “piso del 60%” en las negociaciones, llamando a la calma y tranquilidad, o sea, desmovilizando a los trabajadores. Esto queda de manifiesto en las declaraciones del diputado del FIT, Nicolás Del Caño, al reconocer que este servil y mentiroso 57% obtenido, que no fue aprobado por ninguna asamblea, es “un logro y conquista de los trabajadores” utilizando la misma argumentación que la burocracia peronista.
Dejemos en claro algo más allá de todo: el aumento fue conquistado con la lucha, pero nosotros no tenemos nada que festejar como hace el diputado Del Caño.
Indudablemente que la lucha de las y los trabajadores vitivinícolas ha sido una lucha titánica, histórica, rompiendo con moldes y modelos impuestos hasta el presente.
Este es el verdadero logro alcanzado, se ha echado a andar un movimiento que ya no parará más, habrá que profundizar la organización en cada bodega y finca, ir gestando su propio poder bien de abajo y así constituirse como una verdadera organización independiente y fuerza organizada para las luchas por venir.