El INDEC dio a conocer el porcentaje de aumento de la inflación del mes de mayo el cual alcanza a 3,3%. Con esta cifra, se llegó a un aumento del 48,8% en un año a contar desde mayo de 2020.
Cuando hablamos de ajuste, estamos refiriéndonos a que, mes a mes, el poder adquisitivo de los salarios disminuye frente al denominado “costo de vida”.
Pero, a pesar del gran porcentaje descrito, todos sabemos que el aumento inflacionario es mucho mayor ya que los productos alimenticios como la carne, la yerba (sólo por citar algunos) y los que cubren las necesidades básicas son los que más aumentan, incluidos los alquileres de las viviendas, aunque estos no forman parte de lo que el gobierno llama “canasta básica de alimentos” que hoy supera los $ 60.000,00.
Además del salario de bolsillo que se degrada, la política de ajuste también se da en la intensidad del trabajo en donde menos trabajadores y trabajadoras producen igual o mayor cantidad de mercaderías; en las horas de trabajo que se prolongan debido a que hay que llegar a fin de mes, también porque el achique de las frecuencias en el transporte público nos condena a extender la jornada laboral; en el aumento de combustibles; en el incremento de las tarifas de agua, gas y electricidad; en la disminución de los haberes jubilatorios y pensiones; en el retaceo de los recursos destinados a educación, salud y vivienda; en el aumento de costo de los medicamentos, y servicios médicos; y un largo etc., que sería tedioso enumerar, además del recorte en el tiempo que el trabajador destina a enriquecer su espíritu y compartir con sus afectos familiares y sociales. De esto último nadie habla y es lo que constituye el sentido de la vida.
Ante esa situación que nos hace víctimas de una vida miserable dedicada sólo a subsistir, se hace necesario para la clase obrera, asalariadosy asalariadas en general, cuentapropistas y gente sin capital que vive exclusivamente de su trabajo, así como los pequeños empresarios, quebrar la política de ajuste que viene aplicando el gobierno peronista quien se dice nacional y popular.
Y si destacamos esto es por su discurso mentiroso e irritante sobre la defensa del pueblo. Pero todos venimos sufriendo, desde hace décadas, una política basada en el ajuste de las condiciones de vida que han ejecutado gobiernos de distinto signo político tanto en el quehacer nacional como en las provincias: peronistas, radicales, socialistas, liberales, partidos provinciales, etc. Y ésa ha sido y es la denominación común a todos.
Sin excepción, no hay gobierno que no haya justificado el ajuste contra la clase trabajadora y el pueblo aludiendo a la situación mundial, las crisis, la inflación (que pareciera que no fuera provocada por el aumento generalizado de precios, a causa de la especulación empresaria, sino que soplara como el viento zonda a consecuencia de cambios meteorológicos), echándole la culpa a los salarios, o señalando a las siete plagas de Egipto como su causante.
Lo cierto es que el ajuste va y siempre va.
¿Pero qué es quebrar el ajuste?
Para quebrar la política de ajuste hay que dar batalla y enfrentarlo. Nada podemos esperar de las instituciones y de los sindicatos que, por el contrario, lo avalan y lo sustentan defendiendo el interés de quienes ajustan (la burguesía) y de quienes aplican la política (los gobiernos).
Pero esa batalla hay que darla masivamente, con fuerza autoconvocada y organizada desde cada fábrica, barrio o escuela. Nadie la va a dar por nosotros, quienes estamos afectados directamente, nada podemos esperar de la justicia que no existe o mejor dicho existe para fallar en contra de nosotros.
Cuando logramos una conquista (aumento de salarios, rebaja de tarifas, mejoras en nuestras condiciones de trabajo y de vida, libertades políticas, etc.) a nuestro favor, aunque ésta sea sectorial, local, o en una empresa, barrio, etc., quebramos allí el ajuste. Abrimos una grieta por donde pasa el aire de la lucha y la rebeldía, que luego se hace viento y rompe otro pedazo de la membrana que envuelve nuestra fatigosa vida. Y así, a fuerza de agujeros que se multiplican podemos quebrar toda la política de ajuste…
Por eso consideramos que las diferencias de encuadre político (radicales, peronistas, socialistas, demócratas progresistas, etc.) sólo sirven para indicar cómo entre la burguesía y sus seguidores se reparten los cargos y las prebendas para manejar la política de ajuste que van a implementar en contra del pueblo.
Entre quienes trabajamos en una fábrica y los demás sectores laboriosos del pueblo, no hay diferencia de intereses y necesitamos unirnos para enfrentar y quebrar el ajuste, porque a la hora de aplicarlo, ningún gobierno pregunta si Fulano o Mengana lo votaron. Para estos no hay distinción, el ajuste se aplica sin chistar.
Decimos podemos y remarcamos que es necesario. Las experiencias que venimos transitando así lo demuestran. Sólo la acción conjunta de una fuerza masiva ha logrado y logra las conquistas. Y aunque, en situaciones, no se logre lo que nos convocó a luchar, siempre se obtiene, al final de la contienda, una acumulación de fuerzas, una experiencia en la acción, la unidad y la organización capaces de instalar un nuevo piso desde el cual prepararnos para las próximas batallas.
Ése es el camino de salida de la actual crisis y de la posibilidad de transitar hacia los cambios sociales y políticos que este pueblo se merece para alumbrar una vida digna de vivirse.