En un típico día invernal el gobierno autoriza hoy miércoles 14 de julio aumentos de hasta un 5% retroactivo a este mes de servicios de internet, cable, telefonía móvil y por si esto fuese poco, más de un 7% las prepagas. Recordando que el kilo de tomates está en $ 200.
Para no ser menos y mostrar su grado de impunidad y poder la Coca Cola y Arcor se fusionan en un fondo de inversión para desarrollar una tecnología para la producción agraria. O sea: oligarquía financiera.
Sólo dos hechos para reflejar que la clase dominante no duerme.
Pero estos señores del poder no dejan de hacer política y mucho menos ideología. Las elecciones “nos dan de comer” nos dan “salud” y “educación”, entonces se abrió la carrera electoral y el más mentiroso intentará ganar un puesto en ascendencia al verdadero poder de los monopolios en el Estado.
No dejan de “hacer” ideología y Cuba pasó a ser el debate “nacional” y -por que no- internacional. Ataque furibundo a Cuba pero esencialmente a las ideas comunistas y revolucionarias que comienzan a aparecer en el planeta.
En fin, todo en un combo de 24 horas pero “el pescado sin vender”.
¿Qué queremos decir con esto?
Que a pesar de todo ese peso del arriba, el abajo -como dice la canción- se está moviendo y esta vez en varias direcciones.
No hay sector de trabajo que de una u otra manera se debata lo que verdaderamente hay que debatir: la vida se hace insoportable en lo económico y en lo social las consecuencias que esta dejando este sistema son de suma gravedad.
Ellos nos quieren meter en sus intrincados negocios comerciales y electorales y por momentos lo logran. Pero llega la hora del encuentro familiar y en cada hogar cobra fuerza la vida real. Nos imponen una agenda de dominación, la vida real impone otra agenda, la de los intereses de la clase y del pueblo.
Allí es donde aparecen signos de una resistencia que -de una u otra manera- lucha, se empieza a organizar, se las ingenia por sostenerse en la protesta de lo injusto y de lo indigno. También está la otra resistencia, la que no se ve pero que se va ampliando y es ese estado deliberativo de millones que perciben que así las cosas no van más.
Esas «dos» resistencias van sembrando experiencia y la misma no es menor cuando todo está teñido de desconfianza a lo que viene de arriba. Eso es muy bueno que suceda y que se profundice, pero al final del camino nos tienden siempre la misma trampa: solo la democracia representativa nos puede salvar de tanto dolor, votemos al menos malo, y de vuelta la burra al trigo.
Pero el camino que transita la clase dominante (a pesar que no se detiene en su sed de ganancias) está plagado de piedras. El principal escollo que intentan desmantelar es el camino sembrado de luchas autoconvocadas.
Pero es un momento de la lucha de clases -en el marco de la resistencia- que hay que probar las fuerzas, hacer el camino de acumulación no dejando pasar en lo más mínimo cualquier intento de ajuste en el sentido más amplio que nuestro pueblo lo entiende.
No dejarlos pasar en el terreno concreto de un sector en una fábrica cuando nos quieren apretar con más productividad, con un despido, con un reclamo ofensivo o defensivo. Lo importante es medirlos probando las fuerzas bien abajo, en donde la clase dominante está mal «vista» y sus representantes políticos y gremiales están desprestigiados.
Preparar medidas de fuerza por fuera de los marcos que nos propone el sistema no es tarea fácil y lo tenemos bien asimilado.
Pero tenemos un «principio» y sabemos que el único idioma que entienden los señores del poder es la lucha. Y mucho más cuando ella va rompiendo los padrinazgos maltrechos de sus instituciones. Persistir una y mil veces, permitirnos un paso adelante y un paso atrás si es necesario, pero el sello del momento es medirlos probando fuerzas.