Semanas atrás, la empresa Frigorífico Paladini S.A., impulsó una campaña propagandística, que hoy ocupa varios espacios en televisión y radio, presentando un nuevo producto: salchichas que contienen zanahoria.
El eje del anuncio es mostrar las bondades alimenticias que tiene dicho vegetal, sobre todo para los niños que son reticentes a consumirlo. A muchos nos llamó la atención y nos preguntamos: ¿Por qué zanahoria y no otro ingrediente?
Tal como siempre lo hace cada vez que tiene que anunciar un nuevo producto, toda y cualquier empresa pivotea sobre las ventajas que presenta su mercancía para el ser humano que la va a consumir, generando así la idea de que sus objetivos, los móviles que impulsan a la creación del nuevo producto son los beneficios que aporta a la sociedad.
Pero, en realidad, lo que la impulsa a la creación de nuevos productos es la competencia basada en lograr una mayor venta y mejores ganancias que sus competidores, lo cual implica siempre, un menor costo de producción, con lo cual, las ventajas para el consumidor constituyen el medio y no el fin. Además, sabemos que dichas “ventajas” se obtienen a costa del salario y de las condiciones laborales y de vida de quienes fabrican el producto (obreros y trabajadores de la empresa) e, indirectamente, de toda la sociedad.
El ejemplo que tratamos en la presente nota es una muestra que confirma lo dicho. Sólo una muestra de lo que es el mecanismo que mueve el sistema capitalista: la ganancia, la reducción de costos y el impulso productivo de mercancías apuntan a desplazar a la competencia y a ganar más segmentos en el mercado de consumo sin tener en cuenta otro fin más que conseguir el vil metálico dinero para engrosar el capital. También se desgrana y se evidencia el entrelazamiento que los capitales tienen con el Estado que trabaja a servicio de los mismos.
El diario El Litoral de Santa Fe, publicó ayer una nota en la que da cuenta de que el Grupo de Valorización de Productos y Descartes de la Agroindustria (Facultad de Ingeniería Química, FIQ-UNL), ha emprendido un proyecto de aprovechamiento del descarte de zanahorias de la zona de La Costa de la provincia de Santa Fe como a nivel nacional. Dicho descarte ronda entre un 30 y un 40% del total producido en un año bueno, mientras que, en un año malo, el descarte es del 80 y 90%.
«Se trata de zanahorias que están en buenas condiciones para alimentar, pero que tienen problemas para ser comercializadas. Se realiza un proceso por el cual se obtiene un polvo de fibra de zanahoria, que tiene un altísimo contenido de fibras y que es un componente que la mayoría de nosotros no consume en la cantidad que se necesita», explicó la Dra. Andrea Quiberoni, directora del INLAIN y responsable del proyecto.
“Con esto se busca utilizar la fibra de la zanahoria descartada para que sirva en el proceso productivo de un batido frutal, elaborado a partir de frutas frescas o congeladas en lugar de concentrados de frutas; un alimento compuesto por una base estilo papilla, rica en carbohidratos complejos, y una salsa con pequeños trozos de concentrado de proteínas texturizado (textura similar a carne de pollo); y un yogur, incrementado en su nivel de proteínas (en relación a los productos convencionales) y con agregado de fibras de zanahoria.” “Todos estos productos están pensados para que tengan un costo menor a lo que hoy se consiguen en las góndolas. La intención es que los alimentos lleguen a la población que hoy sabemos que está más necesitada en cuestiones económicas y como consecuencia en cuestiones de alimentación.»
“Ahora con el proyecto vamos a escalarlo a las plantas piloto con las que disponemos en la Facultad de Ingeniería Química y una vez que esté optimizado, poder transferirlo al sector productivo para que las empresas mediando con el gobierno Provincial permitan que el producto sea apropiado socialmente«
Algún lector pensará que esta iniciativa es muy buena ya que se aprovecharán alimentos que hoy se desechan.
Pero debemos advertir que, como dice el popular dicho: Hecha la ley, hecha la trampa.
Dejando de lado que el producto está pensado para saciar los estómagos dueños de los magros bolsillos, buscando adaptar la alimentación a la pobreza y no al revés, el tema central aquí no es el aprovechamiento de los alimentos que se desechan sino el negocio que se ha “descubierto” y que pagamos y pagaremos los trabajadores y el pueblo en beneficio de algunos capitalistas que se relamen con el nuevo producto, dado lo cual se desmorona lo del móvil del supuesto beneficio social.
El proyecto de la Facultad de Ingeniería Química en el cual están involucrados otros organismos estatales como el Grupo de Conservación de Alimentos del Instituto de Tecnología de Alimentos y el Instituto de Lactología Industrial (INLAIN-UNL-CONICET), en el marco del plan «Argentina contra el hambre» es fogoneado a favor de la empresa Val-Mar Argentina[1], ubicada en Santa Rosa de Calchines, Pcia. de Santa Fe, la cual, desde 2018 cuenta con una planta para tratar el descarte de zanahoria. En una palabra, el proyecto lleva tres años ejecutándose.
Si a esto le sumamos el nuevo producto de Paladini: salchicha con zanahoria, el círculo cierra redondito y, sin necesidad de que nadie nos lo confirme, queda claro quiénes son los beneficiarios directos del proyecto.
Parte de los recursos de obreros, trabajadores y pueblo laborioso, que el Estado recaudó fueron destinados a la planificación, investigación, experimentos, ensayos, puesta en escala y abaratamiento del costo del producto final para dárselos en bandeja a la empresa Val Mar y a un monopolio transnacional como Paladini.
El resto de los recursos que recauda el Estado, a través de distintos canales (subsidios, créditos blandos, pago de salarios a trabajadores, etc.), no tienen más que otro destino prioritario similar al que se describe en la presente nota. Así funciona el Estado al servicio de los monopolios, al que denominamos Capitalismo Monopolista de Estado.
[1] Única empresa en su tipo en Sud América que también produce “bioetanol”.