El artículo de nuestra página del 24 de julio “Canasta Básica, inflación y caída del salario” (que recomendamos especialmente leer), arranca con una afirmación lapidaria, en relación al ajuste que el anterior y el actual gobierno le aplicaron y están aplicando a nuestra clase obrera y trabajadores en general: “La caída salarial de los últimos 4 años y medio es similar al ajuste implementado por la última dictadura militar”. Y si lo leen encontraran sobrados argumentos que demuestran lo que afirmamos.
Pero no es respecto al salario a lo que nos vamos a referir en esta nota sino de la pornográfica situación política que estamos viviendo. Donde se lanzó la campaña electoral con argumentos y acusaciones como siempre se hacen, que “la derecha y el populismo” y dale que va, dando por hecho que eso es la “real política”, con condimentos más fascistas o más izquierdosos de todas estas pequeñas fracciones electorales que terminan generando un cuadro y diagnóstico: todo pasa por los votos y el parlamento burgués.
Y así tenemos al macrismo y kirchnerismo como los mascarones de proa, fileteado obviamente por los Del Caño, los Espert, los Moreno, y cuanto otro chantapufy que se cruce.
¿Y el pueblo trabajador? A no, eso es otra cosa. Que voten a “sus representantes” que son estos mismos, que nos gobernaron y gobiernan y nos terminaron de llevar a una pobreza generalizada y extrema a millones, con salarios a niveles que ni los peores asesinos de la dictadura se atrevieron.
Pero claro, escudados en sus medios masivos de desinformación, ideologizantes, llevan adelante el engaño: LA DEMOCRACIA BURGUESA, la mejor forma de dominación que encontró la burguesía para explotar cada vez más a nuestra clase obrera y todos los trabajadores y trabajadoras.
O acaso ¿no nos dice la “bendita” Constitución burguesa en su artículo 22 que “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta constitución”?
Eso sí: a su propia Constitución la violan constantemente, con salarios de hambre, sin trabajo ni viviendas dignas, con subalimentación, sin salud pública, y un sin número de atropellos de las leyes que se las pasan por cualquier lado con tal de no cumplirlas.
Por eso siempre afirmamos que las elecciones son la fiesta de la burguesía, una tertulia donde timbean para ver quién va a llevar por un período las políticas de la oligarquía financiera.
Por eso nuestra propuesta, mas allá de la correlación de fuerzas como organización política, no puede sumarse a esta fanfarria. Y como nosotros hay cientos de destacamentos revolucionarios coherentes con las necesidades y aspiraciones reales que este pueblo necesita, pero con un elemento categórico y alentador hacia el futuro: cada vez son menos los que creen en este circo, incluso aunque se golpee con el voto castigo como repudio al gobierno de turno eso no significa que el pueblo los avale.
Las necesidades son hoy y el hoy no espera ni especula. Donde es imprescindible que los revolucionarios no nos distraigamos ni un segundo en esta fiesta electoral y avancemos en hacer crecer la resistencia activa. En la lucha por mejorar el salario, en avanzar en organización independiente de los marcos legales de la burguesía, crear propaganda revolucionaria permanentemente, que eduque a las masas trabajadoras para que se visualice como la clase revolucionaria que va a conducir -con su partido revolucionario- a todo el pueblo. Mediante un proceso insurreccional que destrone a la burguesía del poder, destruyendo el Estado de los monopolios y lo sustituya por un estado revolucionario capaz de dotarnos de los primeros basamentos de una vida digna de ser vivida, socialmente hablando.
Muchos pensarán que esta es una postura general y que no da respuesta a la coyuntura. Eso es una verdad, pero a medias. Porque la saturación electoral del sistema, con un contexto real de ya casi dos años de pandemia, con un ajuste tremendamente fenomenal, con una clase trabajadora que le puso todo el cuerpo incluso a la pandemia en la producción, ni hablar de millones que quedaron sin trabajo, nos empuja irremediablemente a dar ante estas elecciones, como en otras, una posición de principios revolucionarios.
Pero particularmente en esta, porque vivimos una excepcionalidad que mostró el verdadero rostro de la burguesía: su crisis y el carácter genocida, más allá que se la den de presumidos demócratas.
Mentira, mil veces mentira. El pueblo está más empobrecido y nos tiran con la justificación de la pandemia y no dicen la verdad. Que las empresas ganaron miles y miles de millones de dólares en este año y medio, produciendo en pesos como siempre y exportando en dólares.
Por eso, ante estas elecciones, démosle la espalda a los políticos y salgamos a recrudecer el enfrentamiento por nuestros derechos, que ganaremos en organización y conciencia revolucionaria.