“Se ha hecho famoso en el país por esa fila. Centenares de personas esperan horas bajo un sol intenso, sentados en la acera, hasta que se abre una puerta y un empleado comienza a repartir lo que sobró del deshuesado de las reses. Son solo huesos con restos de la carne vendida, pero para la población de menos recursos sirven de fuente improvisada de proteínas”. Diario El País, España 26-07-2021.
Esto tiene nombre y apellido, capitalismo a secas, ni populismo ni neoliberalismo.
Situación extrema en Brasil, en una de las regiones más ricas por su producción agro industrial, el texto del diario español refleja sólo un ejemplo de lo que hoy está padeciendo la población mundial.
Más capitalismo, más concentración de la producción, más centralización de capitales, causas suficientes con consecuencias letales para la vida humana y la naturaleza que nos rodea.
Sin embargo, estos mismos medios internacionales y nacionales dan cuenta que el único país árabe con democracia representativa, Túnez, ha entrado en una crisis cuando la lucha de clases arrecia en las calles de aquel país.
Las democracias burguesas, los “países democráticos” están haciendo agua. Lo hacen por arriba, por todas sus superestructuras y lo hacen por abajo cuando los pueblos del mundo van saliendo de un letargo de décadas.
Es cierto, todo es caótico y confuso, la crisis capitalista y su “pandemia” –contradictoriamente- despiertan la desazón que se va imponiendo por abajo y a la vez conlleva todo un proceso de movilización de los pueblos con un fuerte contenido espontáneo, pero a la vez asimilando en las calles la imposibilidad del sistema por dar respuesta a tanto oprobio.
Sudáfrica, la India, Bangladesh, Haití, Colombia, Líbano, Afganistán, Irak, Siria, Libia, países de Europa como Francia, el propio EE.UU. son solo muestras de procesos complejos no resueltos y que por el contrario tienden a profundizarse, crisis sociales de magnitud y pueblos que se rebelan.
Necesidad de la clase dominante de centralizar sus políticas planetarias, necesidad de los pueblos del mundo a ensanchar sus aspiraciones democráticas.
Dos locomotoras que avanzan enfrentadas por la misma vía y aparece el caos que provoca la lucha de clases abierta de uno y otro lado de la barricada.
Todo está en debate, el día a día de un sistema en crisis ha superado el viejo concepto del largo plazo, de la planificación estratégica. La guerra intermonopolista está cruzada por la lucha de clases y la misma se está dando en una diversidad inusitada de formas y métodos, de allí lo complejo de la época histórica.
Sin embargo, va asomando una brisa renovada de las ideas socialistas, aún confusas porque es confuso el momento y la clase dominante ha sabido trabajar en el plano ideológico en este punto. Pero lo cierto es que las consignas anticapitalistas que reinan desde hace un largo período en las calles del mundo van encontrando en las ideas socialistas un nuevo rumbo para los acontecimientos actuales.
Prima todo un movimiento espontáneo, que no es poco, que va haciendo experiencia, pero esa brisa de ideas socialistas aún dista de transformarse en salidas revolucionarias que se propongan claramente la lucha por el poder y en ello hacer pesar el gran movimiento que se está dando en el proletariado mundial, cuando aparece en la escena de los propios países capitalistas y con sus “instituciones “democráticas” funcionando.
Pero hay avanzadas que se han sostenido, vanguardias con destacamentos proletarios que han sabido sostenerse en las ofensivas ideológicas de los años 80 y 90 cuando la globalización propuesta por la clase dominante aparecía como el gran sueño del reparto de la riqueza, el famoso derrame.
Hablamos de debates abiertos en países latinoamericanos como Chile o Colombia, experiencias como las del Kurdistán, estados de la India, los debates abiertos allí en donde la lucha de clase es cruda y se expresa de diversidad de formas y métodos.
No es suficiente la lucha anticapitalista si ella no está dirigida hacia el socialismo y con ello el papel de la clase obrera como vanguardia de todo el pueblo.
Es aquí en donde radica la debilidad de todo el movimiento de protesta en danza y a la vez la fortaleza para sostener un timón fuerte hacia esta dirección.
Los pueblos y la clase obrera industrial están dando muestras desde hace más de una década que están un paso adelantadas a las llamadas vanguardias, aún temerosas, vacilantes y desconfiadas de las potencialidades acumuladas en cuatro décadas.
Son tiempos de caos y tiempos de cambios y en ello los destacamentos revolucionarios en las condiciones que se encuentren deberemos tensar todas las fuerzas para parir una nueva calidad del proceso revolucionario que se abra en cada país.