Aquel diciembre del 2017, cuando la movilización obrera salió a enfrentar el ajuste del gobierno de Macri, seguido de una serie de conflictos muy profundos en contra de despidos en el Estado (INTI, Astilleros Rio Santiago y Rio Turbio), la posibilidad de estallidos políticos era real.
Se vivía y respiraba en la calle. En ese momento la burguesía se abroqueló, juntaron filas y pusieron todo el arsenal político en una misma línea: del lado del PRO se propusieron contener ciertos escándalos, pero, sobre todo, ponerle pausa a la política de despidos masivos en el Estado; que continuó, pero por goteo. Del lado del PJ un llamado generalizado a desmovilizar y “esperar a las elecciones”.
En cierta medida, y a pesar de la acelerada destrucción salarial que se produjo durante 2018 y 2019, lograron contener esas ganas que había de salir a la calle a echar al gobierno, y desviarla sobre el cauce electoral.
Pasadas las elecciones el ajuste siguió, pero ahora con aspecto de docente universitario. Estalló la crisis de superproducción ya no solo en Argentina, sino en todo el mundo (podríamos fijar como inicio la “Guerra del petróleo” de diciembre del 2019) y a eso se le sumó la pandemia –hermosa tapadera para la crisis, por cierto-.
La pobreza se disparó, llegando al 51% en Provincia de Buenos Aires, los salarios continuando acumulando pérdida salarial, la inflación continúa creciendo a pesar del desaceleramiento de la economía (estamos en un 51,8% interanual) afectando principalmente a los productos de consumo masivo.
Poco a poco la esperanza de un cambio se desvaneció. Si antes la política de dominación era “esperar las elecciones” ahora pasó a ser “esperar que se acabe la pandemia” así como bajo el eslogan de Cambiemos había sido “esperar que llegue la lluvia de inversiones”. Y así llegamos a la actual campaña electoral que, si por algo se caracteriza, es porque no convence a nadie. Veamos algunos ejemplos de la provincia de Buenos Aires y CABA, principal arena electoral del país:
- Del lado del PJ la campaña es “Estamos saliendo”. La verdad es que nos hace acordar un poco a “ya viene la luz al final del túnel” o el famoso “segundo semestre”. Nosotros nos preguntamos ¿A dónde sería que estamos saliendo? Porque dese que asumió el nuevo gobierno la pobreza pasó del 40,5% al 51,0% en Provincia de Buenos Aires. Si, diez puntitos ¡nada más!
- Del lado del PRO en Provincia de Buenos Aires la consigna es “la honestidad”… muy innovador, profundo y sobre todo convincente para superar los valores de pobreza antes mencionados. Igual línea sigue Santilli, pero con la consigna “Arrancamos”. Por cierto, se le parece mucho a la del PJ “estamos saliendo” ¿No?. Se ve que a Santilli la consigna “honestidad” no la puede caretear ni en un estudio de TV. Después está Vidal, que en el Spot publicitario ni habla, el que habla es Larreta. Podríamos resumir la campaña del PRO de la siguiente manera “Arrancamos con honestidad: sin palabras”.
- La campaña de Lopez Murphi (resucitados si los hay) es un poco más jugada, y parte de la consigna “Es momento que la Argentina vuelve a ser un país con ideas”. Lo curioso es que en su campaña no hay una sola. Pero bueno, por lo menos deja atrás la poesía abstracta del PRO y el PJ.
- Algo por lo que se horroriza el progresismo y la izquierda es por el “avance de la derecha”, personificada esta vez en la formula Espert-Píparo en Provincia de Buenos Aires -sí, la misma Píparo que atropelló deliberadamente un pibe que andaba en moto y a cambio le ofreció comprarle un par de zapatillas nuevas-. La campaña de este par de zapatos es un poco más concreta. La consigna es “Bronca” y por lo menos señala la escandalosa cifra de pobreza de nuestro país. Eso sí, hasta ahí.
- En CABA está Milei, el protofacho libertario. Su discurso es mucho más claro: intransigencia total, anticomunismo acérrimo, liberalización de los mercados. Es la versión local de Trump y Bolsonaro, toda una tendencia política mundial que no “crece” tanto por influencia política como por decisión de un sector de la burguesía que pretende imponer este tipo de candidatos. El famoso “crecimiento de la derecha” tan propagandizado por el progresismo y algunos sectores de la autodenominada izquierda tiene una base material, dado que la propuesta de los “libertarios” es la única que apunta a canalizar la bronca y el odio que anida en millones de trabajadoras y trabajadores que cada día ven empeorar su condición. Ésta es la manera mediante la cual la burguesía va construyendo sus candidaturas electorales. Que el progresismo después no venga a decir una sola palabra de “se viene la derecha” cuando su propuesta es “estamos saliendo”.
- Por último, la izquierda electoral, con todas sus internas. Del lado del FIT-U tenemos el Spot del PTS que ya no constituye una desviación reformista, sino una defensa total e irrestricta al sistema capitalista. La campaña consiste en “Votanos para que luchemos en el congreso por una jornada laboral de seis horas para crear trabajo genuino y así terminar con las tercerizaciones y toda la precarización laboral”. O sea que para el PTS dentro del capitalismo se puede terminar con la precarización laboral y, lo peor ¿Qué es eso de “trabajo genuino”? ¿Acaso algún trabajo es “genuino” en un sistema que enajena al trabajador? La consigna del PTS llama a confiar directamente en el sistema capitalista, a la posibilidad de humanizarlo. El polémico spot del PO parodiando a Okupas, por fuera de los comentarios tipo meme que podamos hacerle –empezando porque parodian una escena donde los cuatro ocupas están yendo a comprar merca- no plantea una sola propuesta política y se agrupa en la misma idea de campaña del MST (el otro socio del FIT-U) y el Nuevo Más: estamos donde está la lucha, donde están los trabajadores. Ese es, en definitiva, el concepto de campaña.
Si en el 2018 la burguesía logró generar un parate con las presidenciales, las actuales elecciones de medio término no son consideradas ni como una anécdota en los sectores de laburo. Se sabe que nada de esto va a modificar nuestra calamitosa situación actual. Las campañas carecen de cualquier propuesta política, ni siquiera promesas al aire se animan a tirar. Los partidos de la burguesía están ensimismados en sus disputas inter-burguesas, y la izquierda (aparte de sus disputas internas por el reparto de cargos) cae cada vez más en un oportunismo electoral fuera de serie.
Esta campaña electoral es realmente de lo peor que han dado los últimos 20 años.
Pero ese no es el problema, sino que ello se da en el marco de una situación política, económica y social, de mucha crisis, donde la clase obrera viene despuntando experiencias de organización independiente: autoconvocados vitivinícolas, de sanidad en Neuquén, huelga autoconvocada en Havanna, la huelga autoconvocada del limón, etc., etc.
Mientras la burguesía y sus partidos políticos se preocupan por el reparto de la torta, y la izquierda se acomoda en las direcciones sindicales constituyendo verdaderas burocracias “rojas”, el conjunto de las y los asalariados sabemos que por ahí no pasa la cosa.
La burda miopía de los aparatos abona al descrédito de esta democracia burguesa que no sirve para nada. Mientras tanto debemos luchar para instalar en forma consciente y definitiva el ejercicio masivo de nuestra democracia, de la democracia obrera, esa que se ejerce de manera directa, sin intermediarios ni representantes.
Ellos, que sigan jugando a la campaña electoral; la lucha de clases es otra cosa.